miércoles, 2 de noviembre de 2016

Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy

Título original: A Nightmare on Elm Steet 2: Freddy’s Revenge. Año: 1985. País: Estados Unidos. Género: Terror. Director: Jack Sholder. Guionista: David Chaskin. Intérpretes: Mark Patton, Robert Englund, Clu Gulager, Robert Rusler, Kim Myers, Hope Lange, Marshall Bell.

Pesadilla en Elm Street 2: La venganza de Freddy tiene el distinguido honor de ser conocida como la peor de las secuelas de la famosa franquicia protagonizada por el asesino de las cuchillas. Dirige Jack Sholder, experto en el género (de terror y Serie B) y cuya filmografía incluye títulos como Lo oculto (The Hidden), Arachnid o Wishmaster 2: El mal nunca muere (Wishmaster 2: Evil Never Dies).


Estamos ante una insustancial secuela que pasa por alto todos los aciertos de la película original para contar (más o menos) lo mismo, pero de (muchísima) peor manera. La historia pasa de puntillas por lo sucedido en la película de Craven para, rápidamente, mostrarnos a una familia que se traslada a la casa en la que sucedió la anterior masacre perpetrada por Freddy Krueger (Robert Englund). Pronto Jesse (Mark Patton), el hijo de la familia, comienza a tener pesadillas en las que hace acto de presencia el susodicho asesino, quien trata de seguir con sus crímenes a través del joven.


La película cuenta con dos grandes fallos: el restar protagonismo a Freddy y el cambiar sustancialmente su leitmotiv. Si en la película anterior se nos mostraba que Freddy sólo podía actuar a través de los sueños, y lo que allí sucedía se trasladaba al mundo real, ahora comprobamos que puede hacerlo fuera valiéndose del joven protagonista. Un giro innecesario que rompe con la premisa original. Igualmente desacertada es la incorporación del insulso Patton como protagonista. Sólo destacaría alguna escena (la inicial, por ejemplo) y el negro sentido del humor del que hace gala Krueger. Yo también comparto que estamos ante la peor de sus secuelas.

Lo mejor: Sus muy comentadas escenas homoeróticas (inusuales en el género). Véase la escena que tiene lugar en un bar de ambiente y que termina con el entrenador Schneider (Marshall Bell) siendo azotado en las duchas del vestuario.

Lo peor: Que rompiese (para mal) con la tónica impuesta por la primera (y excelente) entrega.

Puntuación: 2,5/10.

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