lunes, 24 de abril de 2017

Bethany

Título original: Bethany. Año: 2017. País: Estados Unidos. Género: Terror, Intriga, Drama. Director: James Cullen Bressack. Guionistas: James Cullen Bressack y Zack Ward. Intérpretes: Stefanie Estes, Zack Ward, Tom Green, Shannen Doherty, Anna Harr, Kevin Porter, Keith Jardine, Felissa Rose, Kristy Hill, John Murray, Thomas Downey.

A medio camino entre el cine de terror psicológico (me encanta su marcado puntillo arty) y el subgénero de casas encantadas, Bethany se presenta como el proyecto más ambicioso (el director no se ha cansado de repetir, durante su promoción, lo orgulloso que está de ella, llegándola a considerar su mejor trabajo) del prolífico James Cullen Bressack (Pernicious), todo un experto en el cine de género (aunque ya ha advertido que la que nos ocupa será, al menos de momento, su última incursión en tan injustamente denostado territorio). 


Escrita a pachas por Bressack y (Zack) Ward, amigos y colaboradores habituales, Bethany nos muestra (tomándose su tiempo para indagar en la psique de sus personajes, en especial en la de su protagonista principal, lo cual siempre es de agradecer) el descenso a los infernos que sufre una joven, Claire (Stefanie Estes, experta en el cine de terror de bajo presupuesto), cuando se traslada, acompañada por su marido (el ya nombrado Zack Ward), a la casa en la que se crió junto a su autoritaria y un tanto desequilibrada (y recientemente fallecida) madre (Shannen Doherty). Las pesadillas no tardarán en surgir; incluidas aquellas que tienen que ver con su ¿amiga imaginaria? de la infancia. Tan compacto reparto lo completan Anna Harr, quien da vida a Claire de niña, y el humorista Tom Green, quien cambia radicalmente de género para interpretar al psicólogo de nuestra protagonista. Atención al cameo de Felissa Rose, la que fuera protagonista de esa cinta campy de culto titulada Campamento sangriento (Sleepaway Camp).


No sé si Bethany es la mejor película de Bressack (tampoco he visto tantos trabajos suyos como para poder afirmarlo), pero sí puedo decir que cuenta con varios puntos a su favor. Los más llamativos o destacables: su excelente trabajo de fotografía y sus loables interpretaciones; principalmente las llevadas a cabo por Estes (y su cuasi impecable tour de force; imposible no empatizar con su causa/dolor) y Doherty, reconvertida (en unos pocos flashbacks que nos dejan con ganas de más) en una suerte de versión (aún más) aterradora de aquella Queridísima mamá (Mommie Dearest) en la que Faye Dunaway se metía en la piel de la inimitable Joan Crawford. Bressack, a diferencia de sus actrices, no siempre atina: lo hace a la hora de abordar ciertas escenas (buena parte de las pesadillas que sufre Claire: aquella en la que su rostro parece desfigurarse y otra que tiene como epicentro de la acción a un inofensivo piano, por ejemplo), pero se muestra torpe durante la ejecución de otras (me vienen a la cabeza varias: la de la cuchara que “se mueve”, el flashback que nos muestra el nacimiento de Claire, la muerte de uno de los personajes principales…). Sus innecesarios (y cutres) efectos especiales, o una historia que se torna predecible (todo un cliché dentro del género), casi echan por tierra los valores de esta pequeña (y, hasta cierto punto, estimable) película de terror con ribetes dramáticos.

Lo mejor: Las actrices, la fotografía (tan intensa como certera a la hora de focalizar el drama y la tensión; atención al espléndido uso de los colores) y algunas escenas decididamente perturbadoras (nunca volveré a comer cereales, y eso que soy adicto, de la misma forma).

Lo peor: El último acto, cuando se nos va desvelando su tópico desenlace (no me puedo creer que un fan declarado del cine de terror nos presente una historia así, mil veces vista) y se acumulan los chabacanos (es lo que tiene rodar con poquísimos medios) efectos especiales. Y sí, su feísimo póster.

Puntuación: 5,5/10.

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