martes, 10 de octubre de 2017

Alone in the Dark

Título original: Alone in the Dark. Año: 2005. País: Canadá. Género: Terror, Ciencia-Ficción. Director: Uwe Boll. Guionistas: Michael Roesch Peter Scheerer y Elan Mastai. Intérpretes: Christian Slater, Tara Reid, Stephen Dorff, Ed Anders, Will Sanderson, Robert Bruce, Mike Dopud, John Fallon, Daniel Cudmore.

Horrenda adaptación de un conocido videojuego perpetrada por el inefable Uwe Boll, Alone in the Dark comienza con un prólogo, a lo Blade Runner (sic), con el que nos introducen en situación (dicen que metido con calzador porque la película resultaba demasiado confusa o imposible de entender; así lo hicieron saber los primeros desafortunados que la visionaron en esos test organizados antes de la correspondiente presentación en sociedad). Ya entonces uno se da cuenta del farragoso esperpento que se nos viene encima. Boll tiene la virtud de convertir lo que debería ser un guión sencillo (¡vamos, está basado en un juego de supervivencia!) en un sinsentido de proporciones épicas.


Hablemos de la historia: Edward Carnby (Christian Slater) es un investigador de casos paranormales con lagunas en su memoria y una infancia traumática en la que fue objeto de experimentos junto a otros 19 jóvenes. Dichos experimentos tenían que ver con la existencia de un universo paralelo (al que se puede acceder a través de un portón) repleto de monstruos y de cuya existencia ya eran conocedores una antigua civilización llamada Abkani. Cuando varios de esos jóvenes comienzan a desaparecer, y a transformarse en monstruos sedientos de sangre, Edward y su ex, Aline (Tara Reid, en un papel para el que Boll quería a Jessica Alba), deciden unirse a un comando capitaneado por Richard Burke (Stephen Dorff) y destinado a detenerlos. Pero alguien parece empeñado en abrir esa puerta que separa nuestro mundo del habitado por tan horrendos bichejos…


Alone in the Dark es un desastre mayúsculo en todos los sentidos. Boll demuestra su ineficacia en cada fotograma; rodando escenas de acción de manera confusa (incluso mareante) y abusando de la cámara rápida y del ralentí de manera constante. El apartado interpretativo no sale mejor parado: los actores se dedican a gesticular con incredulidad (mención especial merece la cara impertérrita que Reid mantiene durante todo el metraje); poco pueden hacer con unos personajes tan vacíos como ridículos. La música, (y continuamos para bingo), cuya parte instrumental queda lejos de resultar lo terrorífica que debiera, y la fotografía, la cual debería ser mucho más oscura teniendo en cuenta la trama, rozan la mediocridad. Además, los efectos especiales son dignos de cualquier serie B; vamos, que no desentonan con el tono de la película. ¡Cuesta comprender que alguien haya invertido 20 millones de dólares en un proyecto así!

Lo mejor: Intentar pasar un buen rato a costa de sus fallos (esos efectos especiales un tanto de saldo, los diálogos chuscos, las caras de póker de los intérpretes…).

Lo peor: Que sea un título imposible de reconvertir en auténtico guilty pleasure. El descaro con el que mal-plagia la escena final de Posesión infernal (The Evil Dead).

Puntuación: 1/10.

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