martes, 12 de diciembre de 2017

G.I. Joe

título original: G.I. Joe: The Rise of Cobra. Año: 2009. País: Estados Unidos. Género: Acción. Director: Stephen Sommers. Guionistas: Stuart Beattie, David Elliot, Paul Lovett, Michael B. Gordon, Stephen Sommers y Skip Woods. Intérpretes: Channing Tatum, Sienna Miller, Ray Park, Marlon Wayans, Rachel Nichols, Jonathan Pryce, Joseph Gordon-Levitt, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Arnold Vosloo, Dennis Quaid, Christopher Eccleston, Kevin J. O’Connor, Karolina Kurkova, Brendan Fraser.

Stephen Sommers presentó, tras mediocres (¡qué mal han envejecido!) blockbusters como La momia (The Mummy) o su primera secuela (a Van Helsing ni la nombro, porque ni fue un blockbuster ni la palabra mediocre hace justicia a semejante engendro), otra superproducción veraniega (Transformers, también de la compañía Hasbro, abrió la veda para adaptar a la gran pantalla historia basadas en juguetes varios; en esta ocasión le tocó el turno a los aguerridos G.I. Joe, cuyo nombre proviene de Government Issue, Joe, que era el apodo que recibían los soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial) tan hueca como vistosa (¡atención, por cierto, al cameo de Brendan Fraser o al papelito reservado para Arnold Vosloo, héroe y villano, respectivamente, de la cinta de aventuras mencionada al principio!). El resultado final (tanto artístico como económico) se acerca más a la descafeinada cinta protagonizada por Hugh Jackman que a la saga del semi-desaparecido (recientemente lo hemos podido ver en la tercera temporada de la serie The Affair) Brendan Fraser.


La historia no puede ser más sencilla y nos muestra a dos bandos enfrentados (buenos y malos, claro) por el control de un peligrosísimo material capaz de desintegrar toda estructura en cuestión de segundos… Su errante casting incluye a Channing Tatum (actor que llegó a indicar que aceptó el trabajo debido a que lo unía a él un contrato con la compañía productora y bajo amenazas de ser demandado; por cierto, para dicho papel también se tantearon los nombres de Mark Wahlberg, Chris Evans o Sam Worthington) como el inevitable prota bueno, cachas y guapete, a Dennis Quaid, representando la solvencia y madurez (aunque su personaje sea casi anecdótico; y eso que inicialmente su participación iba a ser incluso menor), a Sienna Miller (Factory Girl) y Rachel Nichols (protagonista de la serie Continuum o vista en la película Star Trek, de J.J. Abrams, en la que tiene un pequeño papel a su cargo), poniendo el toque femenino, a Joseph Gordon-Levitt, como improbable villano (y no, no es un spoiler; háztelo mirar si tardas más de cinco minutos en averiguarlo), y a Marlon Wayans (Scary Movie, Scary Movie 2), a quien el director contrató tras haberlo visto en la muy dramática (y muy dura) Réquiem por un sueño (Requiem for a Dream), haciéndose cargo del irremediable contrapunto "cómico". Lo que sea para intentar contentar a la mayor cantidad de público posible. Eso sí, ningún elenco de actores, por muy ecléctico que sea, sería capaz de hacer algo (o por lo menos yo no lo veo factible) con semejante grupúsculo de personajes cortados por el mismo patrón. Tampoco ayuda que la trama se centre tanto en la acción, y tan poco en el desarrollo de dichos personajes, o que las escenas no se salgan (ni un ápice) de ciertos patrones en los que el género parece sentirse demasiado cómodo. ¿Y para esto hacían falta seis guionistas? 


Y es que queda claro que las verdaderas protagonistas de G.I. Joe son (inevitablemente) son las secuencias de acción (con disparos y explosiones por doquier); si bien, éstas, aun siendo más que efectivas, especialmente aquella que tiene lugar en la Torre Eiffel, no resultan tan impresionantes como cabría esperar, algo por otra parte habitual en el cine de Sommers (a Van Helsing me vuelvo a remitir). Pero ése no es, a pesar de todo, el principal escollo al que se enfrenta la cinta; sobre todo si tenemos en cuenta su terriblemente simplista nudo argumental (aderezado con distintos romances cuya única función es la de dar algo de entidad a los personajes) o todos esos diálogos tan sonrojantes como predecibles. G.I. Joe es, en definitiva, otra superproducción (del montón) que adolece de (casi todos) los males inherentes al género (y sí, al cine de Sommers).

Lo mejor: Puede funcionar para pasar el rato si dejamos el cerebro aparcado en algún otro lado.

Lo peor: Es casi tan mala como Van Helsing.

Puntuación: 3,5/10.

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