miércoles, 8 de agosto de 2018

La cosa más dulce

Título original: The Sweetest Thing. Año: 2002. País: Estados Unidos. Género: Comedia. Director: Roger Kumble. Guionista: Nancy Pimental. Intérpretes: Cameron Diaz, Christina Applegate, Selma Blair, Thomas Jane, Parker Posey, Jason Bateman, Frank Grillo, Eddie McClintock, James Mangold.

Mitad comedia romántica (bueno, algo menos); mitad comedia escatológica (incluso coquetea, en algún momento puntual, con el musical). Así es La cosa más dulce, una película que, lo digo ya, no funciona. No funciona por su desafortunada mezcla de tonos (¿esto qué es?; no la catalogaría como comedia romántica, a pesar de que en cierta manera también lo es, porque lo que prima en ella es la escatología y el humor más vulgar). No funciona debido a su ingente cantidad de clichés (todo en ella está muy visto; no aporta novedad alguna). No funcionan ni sus desafortunadas parodias (sin ser ésta una cinta de parodias propiamente dicha).

 
Pero hablemos un poco de ella. Contemos que la protagonista es Cameron Diaz y que da vida a una joven con ganas de todo. Con ganas de todo menos de sentar la cabeza… Hasta que conoce a Peter (Thomas Jane), a quien decide perseguir para hacerle ver que son la pareja ideal. Selma Blair, vista recientemente en la primera temporada de Heathers, la versión televisiva de la película de culto Escuela de jóvenes asesinos (Heathers) y, sobre todo, Christina Applegate, popular gracias a su participación en distintas comedias para la pequeña, como la serie Matrimonio con hijos (Married with Children), y la gran, como El reportero: La leyenda de Ron Burgundy (Anchorman: The Legend of Ron Burgundy), y su secuela, o Malas madres (Bad Moms), y su secuela, pantalla, serán sus mayores aliadas. También son lo mejor (o lo menos malo, según cómo se mira) de esta cinta, aunque no destaquen sobremanera. Pero es que ni ellas (con mucha experiencia en el género), ni el resto de actores, pueden hacer gran cosas con sus antipáticos personajes (planos y sin carisma: y sí, incluyo también a los secundarios, tan estereotipados o más que los principales protagonistas).

 
No sé si la intención de Pimental (guionista; dice, por cierto, que la historia de esta cinta está inspirada en su amistad con la actriz Kate Walsh) y Kumble (director), suya (hablo de Kumble, claro) es esa versión juvenil tan extravagante de Las amistades peligrosas (Dangerous Liaisons) titulada Crueles intenciones (Cruel Intentions), en la que también participaba Blair, era la de transgredir intercambiado los roles masculino y femenino (aquí son ellas las que llevan el timón y las que se comportan como auténticos cavernícolas), pero lo que tengo claro (clarísimo) es que el tiro no lo han podido errar más.

Lo mejor: Sus protagonistas tienen tablas en el género y se nota.

Lo peor: No es graciosa. Tampoco divertida. Es chabacana, ordinaria y, lo que es peor, aburrida. Además, algunas de sus escenas clave (o supuestamente claves) no están tan conseguidas como debieran, bien por repetitivas e insípidas (como la escena en los probadores, parodias cinematográficas incluidas) o por resultar demasiado groseras (todo lo que sucede en los urinarios masculinos, por ejemplo).

Puntuación: 2/10.

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