Título
original: Kiss Me Deadly: A Jacob Keane
Assignment. Año: 2008. País: Estados Unidos.
Género: Acción,
Intriga. Director:
Ron Oliver. Guionistas: Frank
Cardea y George Schenck. Intérpretes:
Robert Gant, Shannen Doherty, John Rhys-Davis, Nathan Whitaker, Ian
Roberts, Fraser Brown, Paul Ellis, Katherine Kennard, Alesandra Mui,
Matthew Sunderland.
Con unos excelentes
títulos de crédito, en los que destacan el recorrido político
estadounidense, da comienzo este ligero thriller de espías. Jacob
Keane (Robert Gant, Queer as Folk) ha dejado atrás su pasado
como espía y ahora se gana la vida como fotógrafo, pero su vida
sufre un revés cuando recibe una inesperada llamada de Marta
(Shannen Doherty), una antigua compañera cuya memoria parece haber
sido borrada. Para complicar más las cosas, la chica está siendo
perseguida por un grupo de matones de los que desconoce sus
intenciones.
En realidad el guión no contiene ninguna novedad
con respecto a otras películas de temática similar. Es más, se
podría decir que cuenta con varios tópicos, pero es capaz de
mantener el interés. Además, resulta interesante que un género tan
propenso a la hombría mas burda tenga como protagonista a un
personaje homosexual, así como la normalidad con que está
introducido ello en la historia. Lo mismo se podría decir de la
dirección: Ron Oliver demuestra saber mover la cámara, pero peca de
no conseguir dar el dinamismo necesario a las escenas de acción,
resultando estas demasiado toscas y planas. Dichas escenas dan la
extraña sensación de resultar forzadas y falsas, desluciendo el
conjunto.
Los actores cumplen bien su función: Gant demuestra
solvencia a la hora de dar vida al héroe de la función y resulta
convincente en las escenas de acción; John Rhys-Davies ofrece su
experiencia, recordemos que fue, por ejemplo, Gimli en la trilogía
de El señor de los anillos (The Lord of the Rings); Ian
Roberts su impresionante presencia física (era jugador de rugby);
Shannen Doherty resulta creíble en su papel de joven desorientada (a
pesar de la horrible peluca que luce buena parte de la película). Al
final, lo que nos queda es un producto descafeinado que podría haber
dado más de sí (bueno, no si atendemos a su ajustadísimo
presupuesto) pero que funciona como pequeño homenaje a las clásicas
películas de espías y no tanto como cinta a rebufo de éxitos como
los de la saga Bourne, de la que, por otra parte, debería haber
imitado su sobresaliente ritmo. Aún y con todo, Efecto Delphi
es una atípica producción televisiva, tan limitada como cabría
esperar y con un acabado más cercano al del cine europeo que al
americano.
Lo mejor: Es,
así en general, un thriller de espías de lo más decente.
Lo peor: Lo
estático de sus escenas de acción. Eso y la peluca que le ponen a
Doherty.
Puntuación:
5,5/10.
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