Ayer se ponía a la venta en Estados
Unidos (a Europa, donde teloneará a Katy Perry, no llegará hasta
el próximo 26 de enero) el segundo disco de Charlotte Emma Aitchison, más
conocida como Charli XCX. El mismo llegaba precedido por el éxito de Boom Clap, canción que también se
incluía en la banda sonora de la igualmente exitosa película Bajo la misma estrella (The Fault in Our
Stars) y que vino a ser el primer gran pelotazo de la artista en solitario (los parabienes
de I Love It y Fancy se los repartieron, respectivamente, Icona Pop e Iggy Azalea).
“No quiero ir al colegio, quiero romper las normas”, canturrea la artista en el tema elegido para presentar el disco (recordemos que Boom Clap en un principio no iba a ser incluida en este trabajo y que Superlove, canción que supuestamente era un adelanto del mismo y que se había publicado a finales del año pasado, ni siquiera ha sido tenida en cuenta a la hora de preparar el tracklist definitivo). Pero volvamos a Break the Rules, ya que me gustaría señalar que es una verdadera lástima que una canción tan pegadiza no haya gozado de más repercusión. Ni siquiera ha ayudado un videoclip en el que la buena de Charlotte despliega todo su carisma (¡atención al cameo de Rose McGowan!).
La cantante inglesa no paró de
repetir mientras grababa este disco que se lo imaginaba de color rojo (al
primero, por lo visto, le corresponde el color púrpura). “Rojo punk”, llegaba a
apuntillar. Pero Sucker no es un
disco punk. Tampoco hallamos aquí ese toque “electroindie” tan interesante que sí
estaba presente en True Romance, el
que fuera su magnífico disco debut, y en sus mixtapes. Sucker es un
disco POP. Un disco en el que las guitarras tienen un papel de lo más
relevante. Un disco repleto de canciones directas y rabiosas: “fuck you,
sucker!”, grita una y otra vez en el genialísimo corte que abre y da título al
disco (¿soy el único que piensa que parece una canción de ese efímero dúo
llamado Shampoo?); Breaking Up, cuya
duración apenas supera los dos minutos, es perfecta para bailar enseñando el
dedo corazón; Gold Coins es el tema
que más me recuerda (puede que sea por su sonido “sucio”) a sus primeras
canciones; Doing It podría pasar por
uno de los mejores trallazos de Icona Pop; y Hanging Around parece la hermana bastarda (dicho esto como un halago)
de la mitiquísima I Love Rock & Roll.
Hasta London Queen, canción que no
me había dicho mucho cuando se dio a conocer hace unas semanas, tiene un
estribillo de esos que no puedes parar de tararear.
Sexto en la lista de mejores
discos del año según la revista Rolling
Stone (en su edición americana), en Sucker
predominan las letras divertidas, las guitarras eléctricas y los
estribillos pegajosos cual dulce caramelo de amargo relleno (algunas canciones
hablan de rupturas o desengaños, aunque no precisamente en tono derrotista). Puede
(¡ojalá!) que estemos ante el disco que convierta a Charli en una de las nuevas
princesas del pop. Ganas y virtudes no le faltan. Pero si no es así no pasará
nada, siempre nos quedarán sus enormes canciones, las que ya ha publicado y las
que están por venir (su siguiente disco se inspirará en el pop japonés;
¿qué color le corresponderá?).
Lo mejor: Su colección de canciones chispeantes.
Lo peor: Sus letras juveniles pueden espantar a los que, como
servidor, hace años que dejaron atrás las clases y los botellones.
Puntuación: 8/10.
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