Título original: Riverdale. Año: 2017 (Temporada 1 de Riverdale). País: Estados Unidos. Género:
Drama, Intriga. Creador: Roberto
Aguirre-Sacasa. Intérpretes: K.J.
Apa, Lili Reinhart, Camila Mendes, Cole Sprouse, Madelaine Petsch, Marisol
Nichols, Mädchen Amick, Luke Perry, Lochlyn Munro, Skeet Ulrich, Ashleigh
Murray, Robin Givens, Casey Cott, Ross Butler, Sarah Habel, Asha Bromfield,
Hayley Law, Trevor Stines, Molly Ringwald.
Riverdale, el
pueblo que da nombre a la serie (serie inspirada en los, en principio ñoños, románticos
y bienintencionados cómics de Archie; cómics que, también conviene aclarar, han
conocido todo tipo de tonalidades y hasta crossovers,
a la cabeza me viene uno con el mismísimo Predator, de lo más bizarros), parece
de lo más tranquilo, pero oculta mil y un secretos. El primero, y con el que se
abre la serie, es la misteriosa desaparición de Jason Blossom (Trevor Stines),
hermano de Cheryl (Madelaine Petsch), toda una queen bee, y perteneciente a una de las familias más adineradas, y
poderosas, del lugar.
Dicha desaparición
(ya el primer capítulo termina con una gran sorpresa; y es que la serie juega,
y lo hace bastante bien, con el puro cliffhanger)
centra buena parte de la trama de esta primera temporada; primera temporada que
cuenta con tan sólo 13 capítulos (frente a los 22 de las siguientes). Primer
punto a favor: cómo sus misterios logran mantener nuestro interés. Segundo
punto a favor: que esta temporada sea más corta de lo habitual (beneficia muy
mucho a la narrativa, ya que apenas encontramos capítulos de relleno; algo que
no sucederá en temporadas posteriores). Tercer punto a favor: su reparto, tanto
en lo que respecta a los rostros más jóvenes como a los, perfectamente
seleccionados (tenía que señalarlo), más veteranos.
De entre los
personajes más jóvenes destacan los de Archie (K.J. Apa), más por ser el
protagonistas que por otra cosa (Archie se acaba destapando como uno de los
personajes más sosetes de la serie; suele pasar, con los protagonistas tienden
a no arriesgar demasiado), y el triángulo amoroso que se medio establece entre
éste, la recién llegada Veronica (Camila Mendes) y Betty (Lili Reinhart), buena
amiga del chico, el ¿oscuro? Jughead (Cole Sprouse, visto en toda suerte de subproductos
para el Disney Channel) o la ya
nombrada Cheryl. ¡Ah!, bueno, también tenemos a Kevin (Casey Cott), quien
parece metido con calzador para cubrir la cuota gay (¿en serio no son capaces
de hacer nada más con el personaje?; ¡qué desperdicio!). De entre los adultos,
destinados a ejercer de mentores (para bien o para mal) de nuestros
protagonistas, sobresalen Fred, padre de Archie e interpretado por el
tristemente desaparecido Luke Perry, el que fuera rompecorazones oficial de la
popular Sensación
de vivir (Beverly Hills, 90210), Susan y Hall, padres de Betty e
interpretados por Mädchen Amick (Twin
Peaks) y Lochlyn Munro, especialista en comedietas (Scary Movie) y visto ocasionalmente en series como, por ejemplo, Embrujadas
(Charmed), o FP, padre de Judhead e interpretado por Skeet Ulrich (Scream).
Molly Ringwald, reina del cine juvenil de los 80, también participa brevemente
dando vida a la madre de nuestro protagonista principal. Lo tengo claro: Riverdale vino para ocupar ese hueco, a
lo guilty pleasure, que en servidor
había dejado la desaparición de Pequeñas
mentirosas (Pretty Little Liars).
Lo mejor: Una trama que nos
mantiene expectantes (me importa un bledo que no esté perfectamente hilvanada,
la verdad), una atmósfera obvia pero (muy) válida y un reparto seleccionado con
tino.
Lo peor: Es lo que es, un
melodrama juvenil que juega con la intriga. No hay que pedirle peras al olmo, ¿verdad?
Y menos cuando el fruto que nos da se presenta de lo más apetecible.
Puntuación: 7/10.
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