sábado, 26 de octubre de 2019

Una casa en el fin del mundo

Título original: A Home at the End of the World. Año: 2004. País: Estados Unidos. Género: Drama. Director: Michael Mayer. Guionista: Michael Cunningham (adaptando su propia novela). Intérpretes: Colin Farrell, Robin Wright, Dallas Roberts, Shawn Roberts, Andrew Chalmers, Sissy Spacek, Asia Vieira, Matt Frewer, Ryan Donowho.

Una casa en el fin del mundo es un melodrama que relata el complejo triángulo amoroso que se establece entre Bobby (Colin Farrell), Jonathan (Dallas Roberts) y Clare (Robin Wright). El primero mantuvo un conato de romance con Jonathan, con cuya familia estuvo viviendo debido a su complicada situación familiar (ver la tétrica escena de la muerte de su hermano, así como sus liberales “enseñanzas” sobre la vida), mientras que Clare aparece en sus vidas cuando Jonathan se marcha de casa para completar sus estudios. Sus vidas darán un giro cuando comiencen a vivir juntos…


Basada en una novela de Michael Cunningham (también guionista de la película), Una casa en el fin del mundo adolece de un guión inseguro a la hora de sacar partido a sus personajes; un guión que parece atemorizado de ir más allá y que, por culpa de ello, acaba quedándose en medio de ninguna parte. Tampoco ayuda la dirección de Michael Mayer (que no Michael Myers, ja), la cual, a pesar de resultar correcta, no destaca especialmente por nada en concreto. Eso sí, tanto la fotografía como la estética está muy cuidada. Esto último tiene mucho sentido, sobre todo si tenemos en cuenta que somos testigos de la historia de Bobby y Jonathan prácticamente desde su niñez, lo que la hace propensa a diversos cambios estéticos (véanse los múltiples cambios estilísticos de Clare o el risible pelucón de Bobby) conforme pasan los años.


Las interpretaciones del elenco son plausibles, aunque ninguno de los actores destaque especialmente. No lo hace ni Robin Wright, con un personaje bombón que podría dar mucho juego (y que en parte no lo da por culpa del guión), ni tampoco Colin Farrell (si bien, la actuación de Farrell mejora sensiblemente cuando su personaje se deshace de esa horrenda peluca que luce durante la primera mitad de la película). Sus relaciones no nos resultan creíbles; parecen frías y tremendamente distantes, con una evidente falta de garra y pasión. Nos deja con la necesidad de algo que nos haga sentir lástima o alegría por esta atípica familia que forma el trío protagonista y por su manera de afrontar el amor; un amor diferente a lo que podríamos considerar (erróneamente) “normal” pero totalmente válido (sí, ¡como si necesitara mi validez!). Además, es tratado con gran naturalidad y eso es todo un plus. Resulta una pena que las virtudes (que haberlas haylas) de Una casa en el fin del mundo queden sepultadas por un enfoque poco acertado y un acabado demasiado formal.

Lo mejor: Es estéticamente bella y, además, huye de sentimentalismos vacuos (algo que es poco común pero que también funciona como un arma de doble filo: su manera de tratar los dramatismos nos inmuniza a ellos).

Lo peor: Ciertos formalismos y que realmente no destaque en ninguno de sus apartados principales.

Puntuación: 5,5/10.

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