Título original:
Confessions of a Shopaholic. Año: 2009. País:
Estados Unidos. Género: Comedia, Romance. Director:
P.J. Hogan. Guionistas:
Tim Firth y Travey Jackson (adaptando los libros de Sophie Kinsella).
Intérpretes:
Isla Fisher, Hugh Dancy, Krysten Ritter, Joan Cusack, John Goodman,
John Lithgow, Kristin Scott Thomas, Lynn Redgrave, Julie Hagerty.
Rebecca (Isla Fisher)
escribe en una revista sobre jardinería, pero lo que de verdad desea
es escribir sobre moda, puesto que su gran afición es comprar (sobre
todo ropa de importantes firmas). Su compañera de piso (Krysten
Ritter, antes de protagonizar Jessica
Jones) cree que tiene un problema; y es que Rebecca
compra más de lo que puede permitirse, hasta el punto de acumular
una considerable deuda, la cual se convertirá en un problema mayor
al perder su empleo. Tras un infructuoso intento de cubrir un puesto
en su revista de moda favorita, termina accediendo a otro en el que
debe escribir sobre… economía. Ambas revistas forman parte de la
misma editorial, es por ello que Rebecca acabará aceptándolo. Lo
que desconoce es que su nuevo rumbo profesional también puede
ofrecerle importantes cambios personales...
Confesiones de
una compradora compulsiva es una desafortunada mezcolanza entre
El
diablo viste de Prada (The Devil Wears Prada) y las
desventuras de Bridget Jones. Una fusión poco conseguida. Son varias
las cosas que fallan, entre ellas una dirección fría (P.J. Hogan,
¡quién te ha visto y quién te ve!) y unos personajes poco
definidos y aburridos, culpa de un guión muy poco aprovechado. Ello
se nota, por ejemplo, en el descafeinado triángulo amoroso que se
forma entre nuestra protagonista, su jefe y la estirada Alicia
(Leslie Bibb), el cual apenas se presenta como un esbozo que podría
(debería, más bien) haber dado mucho más juego.
Estas
películas suelen encontrar en sus personajes secundarios su mayor
cúmulo de comicidad, sin embargo, aquí esos personajes están tan
desaprovechados como sus intérpretes (léase: John Goodman, Joan
Cusack o Kristin Scott Thomas). Afortunadamente, Isla Fisher se
desenvuelve con soltura, demostrando su buena vis cómica y también
que no es necesario ser una actriz de renombre para llevar el peso de
una película de estas características. Resulta irónico que el
estreno de la cinta coincidiese de pleno con la crisis económica
mundial. Bueno, irónico y hasta inapropiado.
Lo mejor: El
reparto no es malo; los personajes, para nuestra desgracia, sí.
Lo peor: ¿Dónde
quedó la chispa de P.J. Hogan? Vale, sí, es verdad, que el guión
no se lo pone nada fácil.
Puntuación:
3,5/10.
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