jueves, 2 de marzo de 2017

Buffy, la cazavampiros

Título original: Buffy the Vampire Slayer. Año: 1992. País: Estados Unidos. Género: Comedia, Terror, Fantasía. Directora: Fran Rubel Kuzui. Guionista: Joss Whedon. Intérpretes: Kristy Swanson, Luke Perry, Donald Sutherland, Rutger Hauer, Paul Reubens, Hilary Swank, David Arquette, Michele Abrams, Paris Vaughan, Natasha Gregson Wagner, Stephen Root, Sasha Jenson, Candy Clark.

Año 1992. Imagino la cara de espanto del pobre Joss Whedon, futuro director de Los Vengadores (The Avengers) y Vengadores: La era de Ultrón (Avengers: Age of Ultron), al corroborar que su guión, sobre una joven (Kristy Swanson) destinada a ser la próxima gran cazavampiros, había quedado reducido a simple comedieta de Serie B que hacía aguas por todos lados.


Porque, ¿qué es Buffy, la cazavampiros? ¿Un divertimento campy? ¿Un intento (muy) torpe de convertir a Swanson en la próxima scream queen? ¿La respuesta vampírica a De pelo en pecho (Teen Wolf)? ¿Una mezcla de géneros que trataba de emular los buenos resultados de títulos como Una pandilla alucinante (Monster Squad)? Yo tengo claro lo que es: un gran cúmulo de errores. Empezando por el guión mutilado (¡hasta el mismísimo Donald Sutherland metió mano y reescribió parte de sus diálogos!) de Whedon (el creador de Firefly es un gran guionista; a sus éxitos posteriores, incluida la serie derivada de esta película, me remito) y terminando por el casting: Swanson (en un papel para el que se tanteó a Alyssa Milano) luce bien, pero carece del carisma de su sucesora (Sarah Michelle Gellar), y el único credencial de Perry era que, para cuando se estrenó la película, ya triunfaba en la pequeña pantalla gracias al inesperado éxito del drama juvenil Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210), en el que interpretaba al, tal y como rezaba uno de los capítulos, Rebelde con causa Dylan McKay. Ahora detengámonos en los secundarios. De entre los más jóvenes destacan Hilary Swank (en su primera incursión para la gran pantalla), vista brevemente en la serie que hizo de Perry un rostro popular y ganadora de dos Oscars, por sus interpretaciones en Boys Don’t Cry y Million Dollar Baby, y David Arquette, del famoso clan Arquette y futuro protagonista de la saga Scream. Como contrapunto veterano tenemos a Paul Reubens (el denostado Pee-wee Herman), en un papel pensado inicialmente para Joan Chen, Rutger Hauer (Blade Runner) y Donald Sutherland, siempre al borde del histrionismo.


Dejemos el apartado interpretativo a un lado y hagámonos eco de sus deficientes efectos especiales (el presupuesto, de siete millones de dólares, no era para echar cohetes), de esa mezcla de géneros que no termina de encajar (¡con lo bien que lo hacía en la serie!) o de su no demasiado estelar puesta en escena (Fran Rubel Kuzui jubiló su carrera como directora tras este fiasco; eso sí, ejercería como productora ejecutiva en la posterior, y exitosa, serie y en su correspondiente spin off). El tiempo la puede haber convertido en cinta de semi-culto, pero Buffy, la cazavampiros sólo puede ser tachada de película (muy) fallida. Atención a los breves papeles (no acreditados) de Ben Affleck, Ricki Lake (Hairspray), Alexis Arquette o Seth Green, quien después contaría con un destacado papel en la serie de televisión.

Lo mejor: Todo lo que vino después.

Lo peor: Su nada explotado potencial.

Puntuación: 3/10.

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