Título original: Santa Clarita
Diet. Año: 2017. País: Estados Unidos. Género: Comedia, Terror. Director: Ruben Fleischer. Guionista: Victor Fresco. Intérpretes:
Drew Barrymore, Timothy Olyphant, Liv Hewson, Skyler Gisondo, Ricardo Chavira,
Mary Elizabeth Ellis, Richard T. Jones, Andy Richter, Nathan Fillion, Joy
Osmanski.
Tras varios años mostrando
un perfil (cinematográficamente hablando) bajo, Drew Barrymore regresa a la
tele (recordemos que ya participó, a principios de los 90, en un culebrón
juvenil titulado 2000 Malibu Road
que tan sólo duró en antena unas pocas semanas) para protagonizar (además también
aparece acredita como productora ejecutiva) esta comedia gore sobre una mujer
(ella, claro) que regresa de la muerte completamente desmelenada (con sus
instintos primarios desbocados) pero que, con la inestimable ayuda de su marido
(Timothy Olyphant, visto en, por ejemplo, Scream
2) y de su hija (Liv Hewson), tratará de llevar una vida lo más “normal”
posible.
Creada por Victor
Fresco, productor de series como La
familia Newton (Evening Shade), Better
Off Ted (con Portia de Rossi, actriz que se deja ver en dos de los diez
episodios que componen esta primera temporada) o Mi nombre es Earl (My Name Is Earl), Santa Clarita Diet es una serie narrada en clave de sitcom (con capítulos de unos 30 minutos
de duración) cuyo mayor reclamo (aparte de Barrymore) es su más que bizarro
punto de partida.
Emitida por Netflix, la serie destaca por sus
diálogos y situaciones, ya que la alejan de la típica comedia de situación
bienintencionada. Santa Clarita Diet
es una sátira que intenta, con demasiado esfuerzo (al menos esa es la sensación
que me dio su primer episodio), reírse de los tópicos que rodean a toda familia
de clase media-alta (nuestros protagonistas viven en un barrio residencial, se
ganan la vida como agentes inmobiliarios y llevan una vida de lo más anodina), con
el plus de mezclar géneros, pero la sensación que prima es la de estar ante una
serie que, a pesar de su particular leitmotiv, lanza dardos menos envenenados
de lo que debiera.
Lo mejor: Su políticamente incorrecta
comicidad y que no escatime en escenas truculentas (véase, sin ir más lejos, el
desenlace de este primer capítulo).
Lo peor: Los personajes
secundarios (menos el hijo friki de los vecinos de nuestros protagonistas) y cierta
falta de tino en su humor (por mucho que me guste que éste sea más negro y/o satírico
que otra cosa).
Puntuación: 6/10.
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