Título original: Disenchantment. Año: 2018 (Temporada 1 de (Des)encanto).
País: Estados Unidos. Género: Animación,
Comedia, Fantasía. Creadores: Matt
Groening y Josh Weinstein. Intérpretes (sólo voz): Abbi Jacobson, Eric André, Nat
Faxon, John DiMaggio, Tress MacNeille, David Herman, Maurice LaMarche, Billy
West.
(Des)encanto es la tercera serie de animación creada por
Matt Groening. Las dos primeras fueron, aunque no creo que sea necesario nombrarlas
(son de dominio público y tremendamente populares), Los Simpsons (The Simpsons) y Futurama.
Los Simpsons es, de seguro, la serie de animación más
importante de todos los tiempos; una comedia (satírica e irónica en sus
primeros años; más cercana a la parodia de un tiempo a esta parte) que tiene
como epicentro a una familia (de piel amarillenta y otras extrañezas a las que
no tardamos nada en acostumbrarnos) de clase media-baja que se enfrenta a todo
tipo de problemas y aventuras; un trabajo que sigue en antena (su primer
capítulo, al margen de esos cortos emitidos en El show de Tracey Ullman (The Tracey Ullman Show), data de 1989) a
pesar de que sus mejores años ya pasaron; una obra que no parece que vaya a
finalizar en breve (se acaba de anunciar, por cierto, una segunda película; la
primera llegó a los cines en 2007). La historia de Futurama es bien distinta (y no sólo porque la acción se desarrolle
en el futuro y tenga como co-protagonistas y antagonistas a toda suerte de
extraterrestres y androides), ya que no tardó mucho en saltar a la palestra su
cancelación (en el año 2003 fue cancelada). Porque, aunque es cierto que (los
fans) lograron (en el año 2010) resucitarla, nunca volvió a ser lo mismo y en
2013 se emitió su último (y memorable) capítulo.
Pero (Des)encanto (¡atención
a los guiños que incluye tanto a Los
Simpsons como a Futurama!; ya en
el primer episodio podemos divisar la Planet
Express, nave de Fry y compañía) es una serie distinta, tanto por la
duración de sus capítulos (30 minutos; algo más de lo que suele ser habitual en
este tipo de trabajos de animación; al resto de series de Groening me remito)
como por su tono continuista (es decir, los capítulos no son autoconclusivos,
lo que puede echar para atrás a más de uno). Eso sí, yo no le veo a ello el más
mínimo problema, pero, claro, es que servidor es muy fan de las historias
continuistas. Ejemplo: no tardé nada en engancharme a Anatomía de Grey (Grey’s Anatomy), y todos esos líos
interpersonales que la han llevado a convertirse en mi culebrón predilecto, al
mismo tiempo que le daba la espalda a House,
y a su poca (nula; al menos en lo que respecta a sus primeras temporadas)
implicación personal.
Los protagonistas de esta serie son una princesa rebelde (y
borrachina), llamada Bean, un elfo que deja su hogar cansado de la alegría que
en él reina y un diablillo (mi personaje favorito) cuya intención es la de
corromper (todavía más) a nuestra querida Bean. La acción, por cierto, se
desarrolla en un entorno medieval en el que, como habrán podido adivinar por la
descripción de los personajes principales, prima la fantasía. No voy a decir
que (Des)encanto es la versión cómico-animada
de Juego de tronos (Game of Thrones),
aunque contiene algún que otro homenaje. Como también se los hace (a su manera,
claro) a distintos cuentos de fantasía, como Hansel & Gretel o Blancanieves
(Snow White), al mismo tiempo que se dedica a pervertir a otros tantos personajes
clásicos (véase, por ejemplo, esa suerte de campanilla que ejerce de envejecida
“prosti-hada”).
(Des)encanto tiene tantos pros como contras. A su favor
tenemos desde ese humor ácido tan característico de su creador hasta su extensa
colección de personajes remarcables. Pero este último punto nos lleva hasta uno
de sus más evidentes contras: unos secundarios que no gozan del relumbrón de
los vistos en otras series de Groening. También deberíamos remarcar que estamos
ante una serie a la que le cuesta (un poquito más de lo que debiera; nada por
lo que debamos temer demasiado) levantar el vuelo. Y es que (Des)encanto ha sido recibida con
cierta tibieza por parte de la crítica. Tibieza que tiene mucho que ver con la
vara que hemos usado para medirla (es decir, con las dos series de Groening que
mencionaba al principio). Pero que no cunda el pánico, porque (Des)encanto es, en definitiva, una
serie de lo más entretenida, que mejora capítulo a capítulo y que cuenta con
las suficientes virtudes como para ser disfrutada si dejamos nuestros prejuicios
(sí, yo mismo los tenía) a un lado.
Lo mejor: Es entretenida, se ve
con fluidez (recordemos, son 10 capítulos de media hora de duración) y su
calidad es muy superior a la ofrecida por las últimas (y olvidables) temporadas
de Los Simpsons (por poner un claro
ejemplo).
Lo peor: Las altas expectativas
juegan muy mucho en su contra. También la falta de secundarios de relumbrón o lo
que le cuesta arrancar (le cuesta un poquito, tampoco vayamos a exagerar).
Puntuación: 6/10.
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