Título original: Heathers. Año: 2018 (Temporada 1 de Heathers). País: Estados Unidos. Género:
Comedia Negra. Creador: Jason
Micallef. Intérpretes: Grace
Victoria Cox, Melanie Field, James Scully, Brendan Scannell, Jasmine Mathews,
Shannen Doherty, Selma Blair, Nikki SooHoo, Jamie Kaler, Deanna Cheng, Kurt
Fuller, Casey Wilson, Birgundi Baker, Drew Droege, Brett Cooper, Jesse Leigh,
Cayden Boyd, Cameron Gellman, Jeremy Cullhane, Matthew Rocheleau, Annalisa
Cochrane.
Sí, Heathers (la serie; aquí
mi crítica de su primer capítulo) ha superado todas mis expectativas (y eran
muchas; y eran altas). No lo tenía nada fácil. Su mala fama la precedía
prácticamente desde que se diera a conocer su existencia. Primero, por ser la
adaptación de una película de culto tremendamente reverenciada (los fans
podemos ser dañinos; destructores). Segundo, por su muy polémica decisión de
cambiar a las tres Heathers (blancas, hermosas, pudientes y retorcidas) de la
obra original, Escuela
de jóvenes asesinos (Heathers), por miembros de distintas minorías (y/o
personas propensas a sufrir bullying):
una chica obesa (Heather Chandler, interpretada por Melanie Field), un joven
que se define como intergénero (Heather Duke, interpretado por Brendan
Scannell) y una negra lesbiana (Heather McNamara, interpretada por Jasmine
Mathews). Tercero, por un tráiler que enfureció todavía más a aquellos que ya
vieron en la nueva selección de Heathers todo un ataque a los más marginados. ¡Qué
equivocados estaban!
Pero el camino
tortuoso de este trabajo no había hecho más que comenzar. El canal que lo iba a
emitir (Paramount Network) decidió,
tras un primer aplazamiento (debido al terrible tiroteo que acabó con la vida
de 17 personas en Parkland, Florida), cancelar definitivamente su emisión.
Afortunadamente para nosotros (¡mil gracias, HBO España!), la serie ha podido disfrutarse fuera de Estados
Unidos. Eso sí, de su segunda temporada (cuyo guión está, así lo han hecho
saber, prácticamente escrito), y cuya acción se iba a desarrollar en la corte
de María Antonieta, no hay noticias, lo que significa (sobre todo teniendo en
cuenta que la serie todavía no ha encontrado canal que la quiera emitir en su
país de origen) que difícilmente verá la luz del día. Menos mal que esta
primera entrega (recordemos que el formato elegido es el de una antología, a lo
American
Horror Story) ya estaba completamente finalizada
antes de que estallara toda la polémica que la ha llevado a esa especie de
limbo en el que ahora se halla.
Este trabajo, y ya
entramos en material, guarda ciertos
paralelismos con otras dos series juveniles recientes: Scream
Queens, la cual, por cierto, contaba con múltiples guiños/homenajes a Escuela de jóvenes asesinos, y
Riverdale.
A la mente me viene el vestuario de la primera (llevado hasta el extremo,
dicho ello como todo un cumplido, en Heathers)
o el acabado visual de la segunda (por resultón, y también por el uso de las luces
de neón; aunque el de Heathers es
infinitamente más luminoso). Pero el tono de la que nos trae hasta aquí es bien
distinto. Es mucho más oscuro (y atrevido; y radical) que el definitivamente
paródico ofrecido por Scream Queens
y se aleja muy mucho del dramatismo que rodea a Riverdale. Eso sí, todas ellas son series juveniles interesantes. Todas
ellas coquetean con la intriga (de muy distintas maneras, claro). Todas ellas
me gustan. Aunque ninguna es como Heathers.
Otras diferencias y
similitudes: el casting. El de Scream
Queens contaba con una gran actriz de renombre, Jamie Lee Curtis, la Scream Queen original, pero tenía como
protagonistas a distintas jóvenes más o menos populares. A la primera categoría
pertenecían Emma Roberts, a la que hemos visto en otras producciones de Murphy,
y Abigail Breslin, la niña de Pequeña
Miss Sunshine (Little Miss Sunshine). Billie Lourd, hija de Carrie Fisher,
a la segunda. Los protagonistas de Riverdale,
sin embargo, eran de lo más desconocidos. No así su plantel adulto de
secundarios (Luke Perry, Mädchen Amick, Skeet Ulrich, Lochlyn Munro). En Heathers pasa un poco lo que en esta
última: sus jóvenes protagonistas no son conocidos, pero cuenta con la
participación especial de rostros reconocibles para el gran público, como los
de Shannen Doherty (Heather Duke en la película original), quien tiene a su
cargo un papel pequeño pero esencial, o Selma Blair, quien interpreta a la
madrastra del nuevo Duke (es decir, del personaje de Brendan Scannell), una
mujer que se gana la vida como stripper a la espera de que su riquísimo marido
muera definitivamente (nota: es una máquina la que lo mantiene con vida). Y no querría
cambiar de tema sin nombrar otra de las series más polémicas de los últimos
tiempos: Por
trece razones (13 Reasons Why). Si bien, con ésta sólo comparte varios
temas tabú (todavía me duelen dos de las muchas muertes que incluye esta Heathers, la que acontece al final del
segundo capítulo y, sobre todo, la que tiene lugar en el noveno; la temporada,
por cierto, se compone de diez capítulos), pero el tono no puede ser,
nuevamente, más opuesto.
Centrémonos, ya
para terminar, en Heathers y en sus (muchas)
virtudes. Centrémonos en su estupendo reparto (ideal de principio a fin). Destaquemos
las figuras de Field, Scannell y Mathews, quienes, como comentaba al principio,
dan vida a las Heathers del título. También a sus otros dos protagonistas, la
pareja formada por Veronica (Grace Victoria Cox) y J.D. (James Scully). La
primera se presenta como una buena persona y forma grupo con las Heathers,
aunque parece algo cansada de la actitud de éstas. Él va de chico malo (aunque
no le guste reconocerlo) dispuesto a corromper a nuestra, aparentemente dulce,
Veronica. Si bien, he de señalar que el gran reclamo de la serie se halla en su
guión. Y no porque se dedique a homenajear a la película de los ochenta con
tino y gracia, sino por su apabullante colección de dardos envenados. Dardos
envenenados que no dejan títere con cabeza. Porque esta serie tiene “zascas”
para todos: para esos adultos que (al igual que sucedía en Escuela de jóvenes asesinos) parecen vivir en otro mundo y no
atienden a los problemas de los más jóvenes (¡no les dejan ni expresarse ni
opinar!), para la venta libre e indiscriminada de armas (atención a uno de los episodios
más polémicos, aquel, el octavo, en el que se dota de armas a los profesores), para
los que atacan (o no se toman en serio) la violencia de género (sirva como
ejemplo la escena en la que Betty Finn, interpretada por Nikki SooHoo, quien se
luce de lo lindo en el cuarto capítulo, trata de hacer entender, sin éxito, que
ha sido asaltada), para los medios sensacionalistas (Casey Wilson interpreta a
la presentadora de uno de esos programas dedicados a escarbar en la inmundicia
y la miseria humana) o para los SJW (social justice warriors; es decir,
aquellos que se encargan, a través de las redes sociales, de decidir, y denunciar,
qué está bien y qué mal; a veces con un criterio que roza más la censura que la
denuncia). Heathers es uno de esos
trabajos que despertará tantos odios como amores. Yo lo tengo claro: adoro esta
serie y sé que acabará convertida, al igual que lo hiciera la película de
Winona Ryder (+ Christian Slater + Shannen Doherty), en título de culto. Tiempo
al tiempo.
Lo mejor: Su reparto (decir que
es cumplidor es quedarse muy corto; me quedo con dos nombres, los de Brendan
Scannell, cuyo personaje goza de algunos de los momentos más divertidos , y
Drew Droege, quien da vida a uno de los profesores, el encargado de, entre
otras cosas, las funciones escolares), su acidísimo guión (no apto para todos
los públicos; atención a cómo mejora capítulo a capítulo; Micallef, fan
declarado de la película original, se desmarca ofreciéndonos una comedia
rompedora e incapaz de provocar indiferencia), el trabajo de dirección (destacaría
dos nombres, los de Adam Silver y Gregg Araki, director, este último, de Nowhere
y Mysterious
Skin; el primero dirige uno de los mejores capítulos, el quinto, en el
cual somos testigos de todo lo que acontece a través de los ojos de J.D.; el
segundo tiene a su cargo dos de los episodios más delirantes, el sexto y el séptimo,
en los cuales brilla un hilarante Scannell) y todo (y remarco lo de todo)
su apartado técnico (vestuario, decorados, banda sonora, fotografía…).
Lo peor: La nula intriga
alrededor del caso del asesino del croquet (tampoco es que me moleste
demasiado). También lo mal dibujados (desde luego no tan bien como el resto) que
están los personajes de Veronica y J.D. Rectifico: no es que estén mal
dibujados, es que exudan incoherencia por los cuatro costados.
Puntuación: 8/10.
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