Título
original: Burning Palms. Año:
2010. País: Estados Unidos. Género:
Comedia Negra. Director:
Christopher Landon. Guionista:
Christopher Landon. Intérpretes:
Rosamund Pike, Jamie Chung, Zoe Saldana, Shannen Doherty, Dylan
McDermott, Lake Bell, Nick Stahl, Paz Vega, Robert Hoffman, Peter
Macdissi, Anson Mount, Adriana Barraza, Emily Meade, Victor Webster,
Colleen Camp, Ross Thomas, Jon Polito, Jason Brooks, Edrick Browne.
Un director nobel, hijo
de Michael Landon, el que fuera protagonista y creador de varios
hitos televisivos como Bonanza, La casa de la pradera
(Little House on the Prairie) o Autopista hacia el cielo
(Highway to Heaven), que ya había despuntado como guionista de
Disturbia y co-guionista de varias entregas de la franquicia
Paranormal Activity (más
adelante incluso dirigía uno de sus spin
offs,
pero esa es otra historia); un reparto de lo más llamativo,
repleto de rostros conocidos y en el que me adentraré más adelante;
un puñado de historias (Burning Palms es la suma de cinco
historias cortas) retorcidas. Son los ingredientes con que cuenta
esta cinta destinada a convertirse en película de culto y/o a sacar
de quicio a los más puristas y/o puritanos.
Burning Palms
mezcla el estilo visual de Creepshow
(y no sólo por el cutre cómic que sirve para enlazar las distintas
historias) con la narrativa de cineastas tan interesantes como Todd
Solondz o Gregg Araki (¡viva el cine indie de los 90!), todo ello
aderezado con una fotografía rica y prudente (muy pastel, nada que
ver con las vistas en la obra del mencionado Araki y que contrasta
sobremanera con la brusquedad de situaciones y tramas) y una banda
sonora tan inclasificable (y desconcertante; en ocasiones para mal:
oigase el tema de los créditos finales, por ejemplo) como la propia
película.
La estrecha relación de
un padre (Dylan McDermott, habitual en las producciones de Ryan
Murphy) con su hija (Emily Meade, vista en la primera temporada de la
sobresaliente The Leftovers) y que tanto incomoda a la novia
de éste (Rosamund Pike, chica Bond y nominada al Oscar); una chica
(Jamie Chung) obsesionada con el olor del dedo con el que sodomizó a
su novio (Robert Hoffman) a petición de éste; una pareja (Peter
Macdissi y Anson Mount) decidida a adoptar a toda costa; unas niñeras
latinas (la española Paz Vega y la nominada al Oscar, por Babel
y en la categoría de mejor actriz de reparto, Adriana Barraza) que
tienen que lidiar con un grupo de niños malcriados; una mujer (Zoe
Saldana, protagonista femenina de Avatar,
de las entregas de Star Trek auspiciadas por J.J. Abrams y de
varios blockbusters del UCM) que busca a su violador
(Nick Stahl, a quien pudimos ver, por ejemplo, en Terminator 3 y
Sin
City) para...
Cinco historias cuyo nexo
de unión, más allá de lo subversivo, es la participación de la
televisiva Shannen Doherty, quien interpreta a una psiquiatra, en dos
de ellas. El acento falso de Doherty, la malsana obsesión que
destila el personaje de Pike, la espiral de locura en la que cae el
de Chung (quien pasó de compartir pantalla con Selena Gomez y Demi
Lovato a participar en películas como Sucker
Punch o, más recientemente, la serie The
Gifted) o los duelos interpretativos que mantienen
Macdissi y Mount, por un lado, y Saldana y Stahl, por otro, son
algunas de las cosas que podríamos destacar dentro del apartado
interpretativo. También a una Lake Bell a la que no había
mencionado antes y que se deja caer por la cuarta historia, dando
vida a una suerte de hippie fumada y certera.
Es
cierto que su ritmo es irregular (se debería haber pasado con más
ligereza la tijera por la mayoría de capítulos, eso es así), que
la banda sonora peca de anticlimática o que el devenir de buena
parte de las historias espantarán al personal (los desenlaces de la
primera y cuarta no epatan, el de la segunda se ve venir y los de la
tercera y quinta están realizados a conciencia para mosquear/noquear
al personal, dicho como algo no precisamente malo), pero Landon ya
despuntaba maneras (aunque en los últimos tiempos ha virado,
convirtiéndose en una suerte de John Hughes + Kevin Williamson, pero
sin tantas referencias a la cultura pop, para mi desgracia) y,
además, se rodeaba, sorprendentemente (estamos hablando de una ópera
prima, no lo olvidemos), de un nutrido grupo de intérpretes
solventes y conocidos que dan brillo al conjunto. Burning Palms
es un rareza y eso siempre se agradece.
Lo mejor: Su
genial reparto. Las historias dos (por mucho que parezca un chiste
que se alarga en demasía) y tres (y su muy polémico desenlace).
Lo peor: Cierta
falta de ritmo, culpa de un montaje poco incisivo (sí, casi vago y
hasta miedoso).
Puntuación: 7/10.
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