Título original:
Mentiras y gordas. Año: 2009. País: España.
Género: Drama. Directores: Alfonso Albacete y David
Menkes. Guionistas: Alfonso Albacete, David Menkes y Ángeles
González-Sinde. Intérpretes: Mario Casas, Ana de Armas, Yon
González, Hugo Silva, Ana Polvorosa, Alejo Sauras, Marieta Orozco,
Asier Etxeandia, Miriam Giovanelli, Esmeralda Moya, Duna Jové, Clara
Pradas, Elena de Frutos.
Toni (Mario Casas) y Nico
(Yon González) quieren acudir al festival de Benicassim (sic), pero
como no tienen dinero deciden traficar con pastillas. Toni se deja
convencer porque está enamorado de Nico; su mejor amiga, Marina (Ana
María Polvorosa), también está enamorada, pero de una mujer y ello
le trae quebraderos de cabeza ante la posibilidad de ser lesbiana.
Por otra parte, Carlos (Hugo Silva) rompe con Paz (Miriam Giovanelli)
porque ella ha engordado; su amiga Carola (Ana de Armas) tratará de
consolarla buscándole un ligue, Bubu (Alejo Sauras), mientras ella
trata de volver a liarse con Carlos, adicto a varias sustancias y...
poco fiel.
Menkes y Albacete rememoran sus inicios, con
títulos como
Más
que amor, frenesí o
Atómica, y,
al igual que en ellas, nos muestran un abanico de jóvenes amorales
con la consigna sexo, drogas y
rock & roll como bandera.
Lamentablemente, y a diferencia de otros cineastas expertos en
retratar las miserias de una juventud desencantada, Menkes y Albacete
no logran transmitir la realidad trágica de, por ejemplo, Larry
Clark ni el surrealismo y la extravagancia visual de Gregg Araki. El
guión es casi un esbozo y ello se nota en personajes planos y sin
personalidad que se dedican a deambular por pantalla mostrando
carnaza. Ello provoca que sus desventuras nos resulten indiferentes y
que el público no sólo no se identifique con ellos, sino que ni
siquiera sienta empatía alguna.
Sin embargo, fueron listos
convocando a un grupo de jóvenes intérpretes en pleno auge gracias
a varias series de televisión. Poco importa que sus actuaciones
dejen mucho que desear, destacando (para mal) la de Hugo Silva.
Aunque, siendo justo cabría decir que con un material tan pobre, y
teniendo que recitar unos diálogos tan vergonzosos, tampoco tienen
ocasión de lucirse (interpretativamente hablando). Resulta curioso
que una película tan amoral en un principio devenga en una historia
con… ¿moraleja? Para el recuerdo quedan escenas delirantes como
aquella en la que Toni comienza a repartir pastillas a diestro y
siniestro como si de una versión moderna de Jesucristo Superstar
se tratara.
Lo mejor: Un
reparto que reunía a gran parte del star
system juvenil patrio de
la época.
Lo peor: Guión
e interpretaciones de lo más deficientes. Mentiras
y gordas
es, básicamente, un cúmulo de secuencias que se mueven entre lo
patético y lo bochornoso.
Puntuación: 2/10.
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