Título
original: Fuga de cerebros. Año:
2009. País: España. Género:
Comedia. Director:
Fernando González Molina. Guionistas:
Curro
Velázquez y Álex Pina.
Intérpretes: Mario Casas, Amaia
Salamanca, Alberto Amarilla, Canco Rodríguez, Gorka Lasaosa, Pablo
Penedo, Álex Angulo, Blanca Suárez, Sarah Muehlhausem, Asunción
Balaguer, Joan Dalmau, Fernando Guillén, David Fernández, José
Luis Gil, Loles León, Antonio Resines, Adrián Lastra, María León.
Emilio (Mario Casas)
lleva enamorado de su compañera Natalia (Amaia Salamanca) desde que
eran unos niños. Ahora ya son (casi) adultos y sus vidas están a
punto de separarse tras terminar el instituto, ya que ella se marcha
a Oxford a estudiar medicina. Emilio decidirá ir en su busca,
falsificando las notas y los documentos pertinentes con la esperanza
de, una vez allí, declararse. Pero no estará solo, le acompañarán
su fieles amigos, una panda de descerebrados (de ahí el título)
entre los que se encuentran un paralítico (Gorka Lasaosa), un ciego
(Alberto Amarilla), un gitano traficante (Canco Rodríguez) y un
atolondrado e inepto (Pablo Penedo)...
La película está
llena de clichés y lugares comunes. Es más, no disimula en ningún
momento que su saga de referencia es la popular American
Pie (véase la escena del pastel antes de partir hacia
Oxford). Así, su historia falla; y lo hace no sólo porque el eje
central de la misma sea simple, sino también porque se dedica a
acumular y enlazar situaciones cómicas hasta llegar a su más que
previsible desenlace. Pero lo peor no es eso; lo peor es la falta de
gracia y originalidad (sí, quiero volver a remarcarlo) de sus
escenas. Además, los chistes se sirven en demasía del humor más
grosero, en el que se incluyen, claro está, todo tipo de fluidos
(véase la escena en la discoteca y la bolsa de orina), siendo los
resultados más repulsivos que graciosos. Eso por no hablar de las
escenas metidas con calzador (el desnudo de Salamanca, sin ir más
lejos; tienen claro cuál es su público objetivo).
No ayudan
(a intentar elevar, o salvar, el conjunto) ni la poca entidad de los
personajes (los cuáles son meros estereotipos) ni las actuaciones
(el personaje de Casas no resulta creíble ni simpático, tampoco
funciona su entonación). Sólo se salva Alberto Amarilla, cuya
caracterización como el cegato del grupo es lo mejor de la película.
Además el actor consigue que el personaje sea cómico y tierno a la
vez. Por la película también deambulan un grupo de veteranos
actores capitaneados por Loles León y José Luis Gil (en un
celebrado reencuentro tras ser pareja en la serie Aquí no hay
quien viva), pero sus participaciones, aunque estimulantes,
suponen simples cameos dentro de la trama central. Esta mezcla de
comedia romántica y grosera no resulta muy diferente (aunque sí
menos original) de lo ya visto en las más caposas comedietas
americanas.
Lo mejor: Su
llamativo reparto de secundarios.
Lo peor: Su
humor casposo y clichetero.
Puntuación: 2/10.
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