Título original: Elizabethtown. Año: 2005. País: Estados Unidos. Género: Drama, Comedia, Romance. Director:
Cameron Crowe. Guionista: Cameron
Crowe. Intérpretes: Orlando Bloom, Kirsten Dunst, Susan Sarandon,
Judy Greer, Alec Baldwin, Jessica Biel, Jed Rees, Bruce McGill, Emily
Rutherfurd, Paul Schneider, Gailard Sartain, Paula Deen.
Un gran amor (Say Anything…) me
pareció una película simpática (aunque tampoco esa cinta quintaesencia del cine
juvenil romanticón de la época al que muchos, estadounidenses en su inmensa
mayoría, parecen haberla elevado); lo mismo podría decir de Singles, conocida por estos lares como Solteros, (trabajo sobre los vaivenes
de un grupo de cuasi-treintañeros que buscan su lugar en la vida adulta y que
me entretuvo pero poco más). La que sí me encantó en su día fue Casi famosos (Almost Famous); lástima
que esa candidez con la que la contemplé la primera vez haya desaparecido y
ahora, aunque me siga encantando, la vea un tanto edulcorada, un tanto
blanda/blanca. ¿Por qué me pongo a enumerar (y casi catalogar) las películas
que he visto de Crowe? Pues porque, aunque no me considero fan acérrimo del
director, sí creo que es un realizador bastante potable que, lamentablemente, y
sobre todo en los últimos años, se ha dedicado a filmar proyectos tan
impersonales (no como otros anteriores; recordemos que, por ejemplo, Casi famosos era una semi-biografía
sobre sus años de redactor/crítico musical o que casi todos sus trabajos gozan
de excelentes bandas sonoras, fruto de sus vastos conocimientos musicales),
innecesarios (hoy no toca, pero algún día hablaré sobre su muy olvidable remake
del thriller español Abre los ojos,
titulado Vanilla Sky y protagonizado
por Tom Cruise y Penélope Cruz, actriz que ya había participado en la obra
original) y fofos como el que nos ocupa.
Y es que mi
decepción tras ver Elizabethtown fue
mayúscula, porque este viaje iniciático protagonizado por un insulsísimo (¡menuda
sorpresa!) Orlando Bloom (en un papel que a punto estuvo de interpretar Ashton
Kutcher debido al compromiso adquirido por Bloom con otra; aunque finamente
Crowe decidió esperar y contratarlo por encima de Kutcher, ya que no le
convencía la química entre este último y la actriz principal: Kirsten Dunst),
Legolas en El señor de los anillos
(The Lord of the Rings) y Will (Turner) en Piratas
del Caribe (Pirates of the Caribbean), no funciona ni como comedia ni como
drama; ni siquiera como mero pasatiempo. La historia es la que sigue: Bloom
interpreta a un tipo que, tras perder novia (Jessica Biel) y trabajo en el
mismo día, regresa a su hogar para acudir al funeral de su padre (Tim Devitt).
Durante el viaje conocerá a una dicharachera azafata (Kirsten Dunst; Mary Jane en
las tres entregas de Spider-Man
dirigidas por Sam Raimi) con la que inicia algo más que una amistad. Alec
Baldwin, ganador de varios (concretamente tres) Globos de Oro por la serie
cómica Rockefeller Plaza (30 Rock), también
forma parte del cast.
Pero, aunque la
sinopsis adelante drama, comedia y romance, lo cierto es que ninguno de dichos
géneros se llega a plasmar en pantalla con acierto o gracia. Buena parte de culpa
la tiene Crowe, cuyo guión resulta (terriblemente) edulcorado y falto de
chispa. De todas maneras, no sería justo culpar sólo al director de Jerry Maguire, ya que buena parte del
problema reside en el reparto. Elegir a Bloom como actor principal es un error
terrible (tampoco hubiese mejorado con Kutcher de protagonista, que conste), ya
que el actor no es capaz de transmitir sentimiento alguno, haciendo que sea
imposible conectar con su personaje (sirva como ejemplo, y sin tener que irnos
muy lejos, la escena con la que abre la película y que nos muestra cómo éste
trata de suicidarse con “cómicas consecuencias”). Incluso una actriz tan
solvente como Susan Sarandon (la Louise de Thelma
& Louise), que interpreta a la madre del personaje de Bloom, acaba
resultando insufrible (el numerito que se marca sobre el escenario sólo puede
ser catalogado de bochornoso). La que mejor parada sale es Dunst, aunque tiene
trampa, ya que dispone del papel más agradecido de la función. Conclusión: estamos
ante una película blandita, que no incordia (pero se queda muy lejos de
apasionar o, “simplemente”, brillar en alguno de sus apartados) y cuya banda
sonora (como viene siendo habitual en los largometrajes del realizador) cuenta
con un generoso puñado de excelentes canciones (de Ryan Adams, productor, junto
a la esposa de Crowe, Nancy Wilson, de la banda sonora, Tom Petty, U2, Simple
Minds, Elton John o Fleetwood Mac, entre muchos otros).
Lo mejor: No molesta (aunque me
sabe malo que un director tan correcto como Crowe se dedique a perder el tiempo
con historias que no lo merecen).
Lo peor: Un guión de lo más
soso; casi tanto como su errado (erradísimo) protagonista (tampoco es el que el
resto del reparto sobresalga sobremanera, dicho sea de paso).
Puntuación: 3,5/10.
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