Título original: Stealing Beauty. Año: 1996. País: Italia. Género: Drama, Romance. Director: Bernardo Bertolucci. Guionistas:
Susan Minot y Bernardo Bertolucci. Intérpretes: Liv
Tyler, Jeremy Irons, Sinéad Cusack, Carlo Cecchi, Jean Marais, Stefania
Sandrelli, Rachel Weisz, Donald McCann, Joseph Fiennes, Jason Flemyng, D.W.
Moffett, Anna Maria Gherardi.
El viaje (cuasi
iniciático) de una joven, llamada Lucy e interpretada por un semi-desconocida
Liv Tyler (todavía tenía pendiente de estreno The Wonders, aka That Thing You Do!, la nostálgica cinta dirigida por Tom Hanks, y tan sólo había destacado
como protagonista, junto a Alicia Silverstone, de de uno de los videoclips más míticos del
grupo Aerosmith (capitaneado por su padre biológico: Steven Tyler), Crazy, en busca de su verdadero padre (como curiosidad señalar que
la propia Tyler tardó años en descubrir que su verdadero padre era el
mencionado vocalista de Aerosmith) le sirve a Bernardo Bertolucci, director de
películas como El último emperador
(The Last Emperor) o El último tango en París
(Ultimo tango a Parigi), de excusa para recrearse, cual voyeur (aka “viejo verde”), durante casi dos
horas, en la belleza sin parangón de Tyler. La actriz es, sin lugar a dudas, lo
mejor de la película, así como el gran descubrimiento de la misma. Para darle
la réplica cuenta con un intérprete de probada solvencia y dilatada carrera:
Jeremy Irons (otra curiosidad: su mujer en la vida real, Sinéad Cusack, también
participa en la película), Oscar al mejor actor por El misterio Von Bulow (Reversal of Fortune).
De ritmo pausado y tono lírico, la película se beneficia de un trabajo de
fotografía francamente notable (obra de Darius Khondji, en cuyo currículum
hallamos títulos del calibre de Seven,
Midnight
in Paris, Delicatessen o Evita, por la que fue nominado al Oscar);
del mismo modo convendría destacar los preciosos paisajes en los que transcurre
el grueso de la acción. Puede que no cuente nada nuevo (la pérdida de la inocencia,
el despertar sexual…) o que contenga ciertos fallos (personajes que pasan de
puntillas por la historia, trama algo simplista…), pero lo cierto es que tiene
algo; un encanto especial; un encanto con nombre propio: Liv Tyler. Su
participación y, en menor medido, las conversaciones que mantienen su personaje
y el de Irons (y a pesar de ese tono pedante que lo impregna, generalmente para
mal, todo), es el motor de esta Belleza
robada.
Pero, ¿es
suficiente el encanto de una actriz emergente para que su sola presencia (y
buen hacer, ¡ojo!) justifique el visionado de una película? Bueno, eso es muy
subjetivo, porque está claro que depende del carisma (innegable en casos como
los de George Clooney o Julia Roberts; por poner dos ejemplos aunque no vengan
a cuento) que dicha intérprete despierte/desprenda en el espectador. En mí, mitómano
por excelencia, y fan fatal como pocos, diría (sin dudarlo) que sí, que es
suficiente. Es más (y para que se hagan una idea), desde entonces he procurado
no perderme casi ningún trabajo (mínimamente destacable) en el que la actriz
haya participado (y sí, he tenido que tragarme muchos bodrios; es lo que toca
cuando uno se declara fan). Pero también comprendo que estamos ante un título polémico
(en el que la mujer puede ser vista en ocasiones como mero objetivo de deseo) fácilmente
convertible en carnaza para haters. Dichos
detractores dirán que estamos ante un trabajo menor dentro de la filmografía de
Bertolucci; un trabajo cuya única función sería recrearse en la bella Tyler. No
son opiniones que comparta (al menos no al 100%), pero sí las comprendo. Ello
no quita para que siga pensando que estamos ante una más que correcta propuesta
que funciona como más que idóneo vehículo estelar para una Tyler destinada a
hacerse un hueco en la meca del cine.
Lo mejor: La frescura y talento
desplegados por una maravillosa Liv Tyler.
Lo peor: Que todo (y cuando digo
todo me refiero, claro, a la película) parece una mera y burda excusa buscada
por Bertolucci para revolotear alrededor de Tyler.
Puntuación: 7/10.
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