Título original:
Never Let Me Go. Año: 2010. País: Reino Unido.
Género: Drama, Romance, Ciencia-Ficción. Director:
Mark Romanek. Guionista: Alex Garland (adaptando la novela de
Kazuo Ishiguro). Intérpretes:
Carey Mulligan, Andrew Garfield, Keira Knightley, Charlotte Rampling,
Sally Hawkins, Charlie Rowe, Domhnall Gleeson.
Adaptación de una famosa
novela de Kazuo Ishiguro (una de las mejores de su año, según la
crítica), Nunca me abandones es un drama romántico que,
gracias a estar aderezado con cierto toque fantástico, pasa de ser
un correcto melodrama más (o del montón) a convertirse en un
acertado, notable y detallista relato sobre el amor y la amistad (¡y
sobre el valor de la vida!; pero, ¡ojo!, sin el tono
blanco/blando/tontorrón de cualquiera de esos terribles libros de
autoayuda).
La historia comienza con Kathy (Carey Mulligan; An
Education, Drive)
narrándonos cómo fue su infancia durante los 60 en un internado
para gente especial (importante: es mejor no desvelar mucho del
argumento, puesto que en él radica parte de la magia/encanto de
Nunca me abandones). A ello habría que añadir el otro gran
eje sobre el que se centra la trama: el triángulo amoroso que ésta
acabaría formando con Tommy (Andrew Garfield; sí, el más fallido
Spiderman) y Ruth (Keira Knightley, alejándose de esos personajes de
época tan glamurosos a los que su imagen ha quedado
irremediablemente adherida).
Las cualidades de la película son numerosísimas, entre ellas destaca su excelente reparto (al magnífico trío protagonista se une la presencia de una distante pero formidable Charlotte Rampling, quien da vida a la rectora del internado), la perfecta banda sonora (atención al acertado uso de violines) o una fotografía apagada que casa perfectamente con el tono de la historia. He leído que este trabajo peca de lento y frío, no seré yo quien diga lo contrario, pero sí me gustaría matizar que es mucho más correcto indicar que estamos ante un largometraje pausado (¿acaso es un problema que se tomen su tiempo en presentar y definir a los personajes y a su entorno?) y contenido (es cierto que a veces uno espera que sus protagonistas actúen con algo más de virulencia ante lo que les ocurre; parece que tengan horchata en lugar de sangre, eso no lo voy a negar), lo que no impide que resulte terriblemente, y dolorosamente, emotivo. Nunca me abandones no es una película perfecta, pero sí sorprendente, lo que la hace muy especial para los que estamos cansados de historias prefabricadas o cortadas por un mismo patrón.
Lo mejor: Su
sorprendente devenir.
Lo peor: La
impotencia que provoca. Impotencia potenciada por la resignación que
muestras los protagonistas. Y sí, también un ritmo que sacará de
quicio a los más impacientes.
Puntuación:
7,5/10.
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