jueves, 10 de septiembre de 2015

Hogar dulce infierno

Título original: Home Sweet Hell. Año: 2015. País: Estados Unidos. Género: Comedia Negra. Director: Anthony Burns. Guionistas: Anthony Burns, Ted Elrick, Carlo Allen y Tom Lavagnino. Intérpretes: Katherine Heigl, Patrick Wilson, Jordana Brewster, Jim Belushi, Heath Freeman, Kevin McKidd.

Heigl parecía destinada a convertirse en la nueva reina de la comedia romántica, en la digna “sustituta” de actrices como Julia Roberts o Jennifer Aniston. Pero la que fuera una de las protagonistas de la exitosísima Anatomía de Grey (Grey’s Anatomy) no contó con el respaldo del siempre crítico público femenino (algo fundamental para triunfar en dicho subgénero). Seguramente la culpa sea de la fama de díscola que la actriz se ha ido labrando: tachó de misógino su más exitoso trabajo cinematográfico, la entretenida (y sí, un tanto machista) Lío embarazoso (Knocked Up), y se despidió de manera abrupta de la serie que le había dado fama mundial (¿no sería más fácil, sobre todo teniendo en cuenta la de actores que han salido de la misma de forma casi igual de abrupta, culpar a doña Shonda Rhimes?). Para colmo de males sus últimos trabajos, incluido su retorno a la pequeña pantalla, Asuntos de estado (State of Affairs), no han funcionado demasiado bien.


La actriz también ha tratado de desmarcarse del género más ñoño participado tanto en la mencionada Asuntos de estado como en producciones más arriesgadas. Por ejemplo la que nos ocupa. Pero el fracaso de esta última ha sido mayúsculo: ¡ni se llegó a estrenar en cines! Vale, no estamos ante la mejor de las películas (ni siquiera es una comedia negra especialmente reseñable). Tampoco brilla por su originalidad: a mí me recordó enormemente a Los asesinatos de mamá (Serial Mom), la mejor cinta de John Waters. Eso sí, tampoco es como para rasgarse las vestiduras (¡6% en Rotten Tomatoes!).


Heigl interpreta en Hogar dulce infierno a un ama de casa obsesionada con la perfección y con llevar a buen puerto todos y cada uno de sus objetivos. Uno de ellos no era precisamente que su marido (Patrick Wilson) le pusiese los cuernos y, encima, fuese chantajeado por ello. Pero la mujer no se quedará de brazos cruzados, sino que urdirá una sangrienta venganza para que nadie ensucie su supuestamente perfecta vida familiar. La actriz cambia así de registro y, de paso, se ríe de su imagen de difícil. Lástima que la jugada no haya salido demasiado redonda y que la película se muestre titubeante tanto en sus inicios (le cuesta vida y media arrancar y Burns no da con el tono adecuado hasta bien entrado en materia) como en su desenlace (innecesariamente brusco y abierto). Yo salvo la divertida y sangrienta parte central. Esa en la que nuestra protagonista se destapa como una serial killer dispuesta a todo por salvaguardar el “honor” de su familia (sic).

Lo mejor: El nudo argumental, cuando se suelta (¡por fin!) la melena.

Lo peor: Tanto su (larguísima) introducción como su (terriblemente abrupto) desenlace.

Puntuación: 5/10.

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