Son varias las series que
continuaron y/o terminaron su andadura cambiando la pequeña por la gran
pantalla. Este mismo año los chicos de El
séquito (Entourage) se dejaban caer, y con cierta repercusión (al menos en
Estados Unidos), por las salas de cine; Sarah Jessica Parker y compañía
lucieron nuevos modelitos y defraudaron al personal (a servidor, sin ir más
lejos) en sus dos aventuras cinematográficas (aun así se rumorea desde hace
tiempo la posibilidad de una tercera entrega); y Mulder (David Duchovny) y
Scully (Gillian Anderson) siguieron buscando la verdad en Expediente X: Enfréntate al futuro (The X-Files: Fight the Future)
y Expediente X: Creer es la clave (The
X-Files: I Want to Believe), aunque el año que viene volverán a su medio
natural: la televisión.
El caso opuesto es igual de numeroso.
Recientemente se estrenaba Ash vs Evil
Dead, continuación de las aventuras de Ash (Bruce Campbell) dirigidas por
Sam Raimi, pero existen otros muchos ejemplos de películas que han cambiado de
medio. Clueless, por ejemplo,
regresaba en forma de serie con Rachel Blanchard en lugar de Alicia Silverstone.
Resultado: sólo se mantuvo en antena tres temporadas y con no muy buenas
críticas. En el otro extremo situaríamos a Stargate,
cuyo éxito ha generado distintos spin
offs: Stargate Atlantis, Stargate Universe… Lo de Buffy, cazavampiros (Buffy the Vampire
Slayer), o cómo convertir una mediocre película en una serie de televisión de
culto, da para un estudio mucho más amplio y exhaustivo.
Dentro de las películas “transformadas”
en serie cabría distinguir entre varios tipos. Por un lado están las que, como
la ya mencionada Ash vs Evil Dead,
continúan con su historia allí donde se quedaron; por otro las que funcionan
como precuelas, véanse los casos de, por ejemplo, Las aventuras del joven Indiana Jones (The Young Indiana Jones
Chronicles) o las más recientes Hannibal,
con Mads Mikkelsen dando vida a Hannibal Lecter, y Bates Motel, que se dedica a narrar la juventud de Norman Bates (a
quien en la serie interpreta Freddie Highmore). Pero también las hay que se
inspiran en sus hermanas mayores cinematográficas compartiendo “lugares
comunes” pero con nuevos personajes y nuevas historias. A este último tipo pertenecerían
tanto Fargo, “inspirada” en la
película de los hermanos Coen, como Scream.
Lo de esas películas que cuentan con sus propias series de animación (¡hola, Clerks!) es ya otra historia que mejor
dejamos para otro momento.
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