Título original: Akira. Año:
1988. País: Japón. Género: Animación, Acción,
Ciencia-Ficción. Director: Katsuhiro
Ôtomo. Guionistas: Katsuhiro Ôtomo e
Izo Hashimoto (adaptando el manga de Katsuhiro Ôtomo).
Recuerdo perfectamente la primera
vez que vi Akira. Por aquel entonces
yo estaba, como tantos y tantos chavales, enganchado a Bola de dragón (Dragon Ball). Coleccionaba el manga y veía la serie
de televisión (lo cual tenía mucho mérito porque lo hacía en vasco y sin
entender ni papa). Por eso cuando programaron en un canal de pago varios animes
mis ojos hicieron chiribitas. Si bien, no estaba ni remotamente preparado para
lo que iba a ver.
Y es que Akira era una suerte de
fantasía cyberpunk que poco tenía que
ver con las aventuras de Goku y compañía. En parte porque la trama giraba en
torno a dos jóvenes amigos, Kaneda y Tetsuo, que se ven abocados a enfrentarse
cuando el segundo se convierte en una especie de superhombre con ansias de
destrucción. Y sí, estoy simplificando muy mucho la trama.
El caso es que dicha experiencia me dejó un poco tocado. Lo suficiente como
para que mi interés por la animación japonesa aumentara considerablemente (más
todavía mi amor por el manga). Lo suficiente como para que la rescatase años
más tarde y la disfrutase todavía más. Lo suficiente como para haberla
revisitado de nuevo recientemente y comprobar con alegría que la inmensa
mayoría de sus virtudes (su animación, su apocalíptica historia…) siguen
estando ahí. Akira es todo un referente. Un clásico. Una película de culto.
Lo mejor: Es una obra imprescindible para entender el auge del
anime.
Lo peor: Que sea vista como una producción violenta sin contenido
cuando lo que le sobra es (buen) contenido.
Puntuación: 8,5/10.
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