Título original: Joy. Año:
2015. País: Estados Unidos. Género: Comedia, Drama. Director: David O. Russell. Guionistas: David O. Russell y Annie
Mumolo. Intérpretes: Jennifer
Lawrence, Robert De Niro, Édgar Ramírez, Bradley Cooper, Diane Ladd, Virginia
Madsen, Isabella Rossellini, Dascha Polanco, Laura Wright, Susan Lucci.
Jennifer Lawrence (al igual que
Robert De Niro o Bradley Cooper) se pone de nuevo a las órdenes de David O.
Russell, quien ya la había dirigido en dos de sus anteriores películas: El lado bueno de las cosas (Silver
Linings Playbook) y La gran estafa
americana (American Hustle). Y no me extraña que actriz y director quieran
repetir. Ya por la primera de sus colaboraciones la actriz de Los juegos del hambre (The Hunger
Games) se hizo con un Oscar y él con sendas nominaciones (como director y como
guionista), mientras que por la segunda ambos obtuvieron sus respectivas
nominaciones (ella a mejor actriz y él a mejor director y mejor guión original)
a tan prestigiosos galardones. Ahora, y por la cinta que nos ocupa, Lawrence vuelve
a estar nominada y puede sumar a su lista de premios el Globo de Oro a mejor
actriz de comedia y musical.
Sin embargo, la película de O.
Russell, el nuevo niño mimado de Hollywood, no ha logrado hacerse con más nominaciones
más allá de la obtenida por Lawrence. Y no me sorprende, ya que Joy es un trabajo muy menor. Servidor
es de los que opinan que el director de Tres
reyes (Three Kings) está bastante sobrevalorado y que en su filmografía lo
que predominan son los trabajos menores. Pero eso es otra historia.
Joy, que es el nombre de nuestra
protagonista (Lawrence, of course), tiene
que lidiar con un ex que vive en su sótano (Édgar Ramírez), y con el que tiene
una hija, con una madre (una Virginia Madsen a la que no se saca ningún partido)
que se pasa el día encerrada en su habitación viendo culebrones y, sobre todo,
con un padre déspota que no confía en ella (Robert De Niro). Pero Joy goza de
una imaginación prodigiosa que la llevará a inventar una fregona “revolucionaria”
con la que iniciará su propia revolución, valga la redundancia. Lástima que la
historia no de más de sí y que los actores estén, en su mayoría, francamente
desaprovechados (el único que parece estar bien definido es el de nuestra “heroína”;
lo de algunos secundarios es de traca, aportan tan poco que casi hasta se
podría prescindir de ellos). No me cuesta nada afirmar que estamos ante el más
flojo de los trabajos del tándem O. Russell-Lawrence.
Lo mejor: Su
reparto, por muy desaprovechado que esté.
Lo peor: La
historia. Bastante tontorrona y carente de interés.
Puntuación: 5,5/10.
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