Título original: Justice League.
Año: 2017. País: Estados Unidos. Género: Acción, Fantasía, Ciencia-Ficción. Director: Zack Snyder (y Joss Whedon). Guionistas: Chris Terrio, Zack Snyder y Joss Whedon (adaptando
historias y personajes creados por Jerry Siegel, Joe Shuster, Gardner Fox, Bob
Kane, Bill Finder, William Moulton Marston y Jack Kirby). Intérpretes:
Ben Affleck, Gal Gadot, Henry Cavill, Jason Momoa, Ezra Miller, Ray Fisher,
Jeremy Irons, Amy Adams, Connie Nielsen, J.K. Simmons, Diane Lane, Ciarán
Hinds, Amber Heard, David Thewlis, Joe Morton, Billy Crudup, Robin Wright.
Marvel es luz y DC oscuridad (dicho esto como algo no necesariamente negativo; al
menos no siempre). Así lo vienen corroborando sus últimas producciones
cinematográficas. La primera ha logrado, gracias a su muy particular Universo Cinemático, conectar con
público y crítica. Su fórmula del éxito es, al menos sobre el papel, bien
sencilla: películas llamativas repletas de acción y comicidad. Algunos, sobre
todo a raíz del estreno de Thor:
Ragnarok, han atacado a la compañía tachándola de haberse vendido a una
fórmula que sobreexplota su lado más cómico en detrimento de otros decididamente
(más) épicos. Es cierto que esta tercera entrega protagonizada por el Dios del
Trueno ha cambiado (casi) radicalmente de tono (¡y yo que me alegro!), como
también es cierto (y soy el primero en admitirlo sin titubear) que algunas de
sus cintas, a Guardianes
de la galaxia (Guardians of the Galaxy), por ejemplo, me remito, pecan
de infantilonas; pero me resultan, en general, productos mucho más apetecibles
al ser, entre otras cosas, películas que no se toman demasiado en serio a sí
mismas. DC (que es de quienes hemos
venido a hablar), tras coloridas, y muy justamente machacadas, producciones
como Batman & Robin (la cinta de
Clooney y los trajes con pezones), se decantó por un tono más sombrío y nos
obsequió con la que está considerada la mejor trilogía comiquera orquestada
para la gran pantalla, la compuesta por Batman
Begins, El caballero oscuro (The
Dark Knight) y El caballero oscuro: La
leyenda renace (The Dark Knight Rises), todas ellas dirigidas por Christopher
Nolan (Interstellar).
Su problema: sus últimos largometrajes, aun gozando del favor del público, no
han obtenido, a excepción de la estimable Wonder
Woman (la gran esperanza blanca de DC
en cines), buenas críticas que las respalden y sí muchas quejas de una manera
de proceder (siesa en ocasiones; con producciones en las que priman los excesos
visuales y un tono particularmente oscuro). Está bien que intenten encontrar su
lugar alejándose de las formulas llevadas a cabo por la competencia, más aun si
tenemos presente el fiasco que supuso Escuadrón
Suicida (Suicide Squad), su particular cambio de rumbo, pero ello la
deja en una posición un tanto incómoda para su fandom (entre los que, a pesar de declararme más fan de Marvel, me encuentro).
La historia de la que nos ocupa es ciertamente simple (nos presenta a
Bruce Wayne, aka Batman, interpretado
nuevamente por Ben Affleck, algo que ha encontrado tantos detractores como
defensores, bando, este último, en el que me hallo, y la más que querida Wonder
Woman, a quien pone rostro Gal Gadot tras haberlo hecho incluso en su propia y
exitosa película en solitario, tratando de dar con el paradero de varios
superhéroes a los que han de convencer para hacer piña y enfrentarse a lo que
se presenta como la más terrible de las amenazas; amenaza que, dicho sea de
paso, no sólo logra una de las más ridículas traslaciones a la gran pantalla,
recordemos que el personaje fue creado a través de esa técnica llamada “captura
de movimientos”, y que se presenta con un villano carente de la rabia y el
carisma que se necesitaba en una película como ésta); cambiado radicalmente de
tono con respecto a Batman
v. Superman (la cual resultaba, en ocasiones, un tanto caótica). Y ello
coincide con la incorporación de Joss Whedon (quien tuvo que sustituir, tras
una desgracia personal, a Snyder, colaborando en el guión y también en labores
de realización; entre un 15 y un 20 % de lo que vemos en pantalla, así lo han
estimado, pertenece a Whedon; algo que no se evidencia en demasía, aunque sí se
hace notar en algún detalle muy puntual, como cierta broma que tiene como
protagonistas a Aquaman, a quien vuelve a dar vida Jason Momoa tras su ¿cameo?
en la ya mencionada Batman v. Superman, y al lazo mágico de Wonder Woman),
director de Los Vengadores (The
Avengers) y Vengadores: La era de Ultrón
(Avengers: Age of Ultron), cintas en las que es imposible no pensar cuando te adentras
en ésta.
Así pues, lo que nos encontramos es una continuación directa de lo visto en la primera película que enfrentaba a los dos pesos pesados de la compañía; una nueva entrega que arrastra varios de los problemas inherentes al resto de película del Universo Cinemático DC, y subsanados parcialmente en Wonder Woman, es decir, sobreexplotación de efectos especiales y escenas de lucha confusas y repletas de excesos y, por encima de todo, personajes que, o se pareen bien poco a sus homónimos de los cómics, o están poco desarrollados. En su defensa hay que decir que estamos ante una película que se ve con mucha más facilidad (y no sólo porque su duración, unas dos horas, sea menor) que su predecesoras y cuya narración, al estar simplificada a la enésima potencia, nos la hace incluso más amena. Lástima que no sean alicientes suficientes o que a la lista de males tengamos que sumar a un villano poco (o nada) memorable. ¡Manda narices que con la cantidad de villanos interesantes que tienen en DC elijan a Steppenwolf (Ciarán Hinds) y, para colmo, sea presentado de forma tan ridícula! Lo más relevante: estamos ante la película que reúne a Batman, Wonder Woman, Flash (un Ezra Miller que aporta el toque teen al relato y cuya elección, que nos viene a indicar que las películas de la compañía no comparten universo con sus series de televisión, y a diferencia de lo que han opinado muchos, no me disgusta), Aquaman (habrá que esperar a su película en solitario, pero desde ya digo que Jason Momoa, a pesar de su imponente presencia, no me acaba de despertar ese interés que, al menos sobre el papel, sí pensaba que haría; no ayuda que en sus escasas escenas acuáticas el CGI cante tanto y lo haga para mal) y Cyborg (Ray Fisher). Liga de la Justicia no hace justicia a sus personajes, y tampoco es la película que esperaba (sí, después de Wonder Woman tenía MUCHAS esperanzas depositadas en ella), pero funciona como entretenido blockbuster al que se le puede/debe pedir más, mucho más. ¡Atención a las escenas post-creditos!
Así pues, lo que nos encontramos es una continuación directa de lo visto en la primera película que enfrentaba a los dos pesos pesados de la compañía; una nueva entrega que arrastra varios de los problemas inherentes al resto de película del Universo Cinemático DC, y subsanados parcialmente en Wonder Woman, es decir, sobreexplotación de efectos especiales y escenas de lucha confusas y repletas de excesos y, por encima de todo, personajes que, o se pareen bien poco a sus homónimos de los cómics, o están poco desarrollados. En su defensa hay que decir que estamos ante una película que se ve con mucha más facilidad (y no sólo porque su duración, unas dos horas, sea menor) que su predecesoras y cuya narración, al estar simplificada a la enésima potencia, nos la hace incluso más amena. Lástima que no sean alicientes suficientes o que a la lista de males tengamos que sumar a un villano poco (o nada) memorable. ¡Manda narices que con la cantidad de villanos interesantes que tienen en DC elijan a Steppenwolf (Ciarán Hinds) y, para colmo, sea presentado de forma tan ridícula! Lo más relevante: estamos ante la película que reúne a Batman, Wonder Woman, Flash (un Ezra Miller que aporta el toque teen al relato y cuya elección, que nos viene a indicar que las películas de la compañía no comparten universo con sus series de televisión, y a diferencia de lo que han opinado muchos, no me disgusta), Aquaman (habrá que esperar a su película en solitario, pero desde ya digo que Jason Momoa, a pesar de su imponente presencia, no me acaba de despertar ese interés que, al menos sobre el papel, sí pensaba que haría; no ayuda que en sus escasas escenas acuáticas el CGI cante tanto y lo haga para mal) y Cyborg (Ray Fisher). Liga de la Justicia no hace justicia a sus personajes, y tampoco es la película que esperaba (sí, después de Wonder Woman tenía MUCHAS esperanzas depositadas en ella), pero funciona como entretenido blockbuster al que se le puede/debe pedir más, mucho más. ¡Atención a las escenas post-creditos!
Lo mejor: Es más ligera y
disfrutable que cintas como El
hombre de acero (Man of Steel) o Batman
v. Superman: El amanecer de la Justicia (Batman V. Superman: Dawn of Justice). Pero también (bastante) más intrascendente. Algo intolerable en la
que debería ser la puesta de largo (Batman
v. Superman era sólo una toma de contacto) de tan mítico grupo de
superhéroes. El personaje de Cyborg, a priori el menos interesante para
servidor, se convierte en la gran revelación de la cinta. No es sólo el
personaje más complejo, sino también el más (¡manda narices!) humano. Y sí, Wonder Woman.
Lo peor: El tono sombrío y su sobredosis
de efectos e innecesarios movimientos de cámara (marca de la casa Snyder). Escenas
tan cursis/ñoñas como la que tiene lugar en el campo (¿no se pudo quedar en la
sala de montaje?, PREGUNTO). Un montaje que va, sin pasión y/o coherencia, de escena en escena. Y sí, su, como indicaba antes, intrascendencia
(más allá de lo que supone esta reunión de lo más granado, con permiso de Linterna
Verde, aka Green Lantern (uffff,
nombrarlo hace que me venga a la cabeza la
terrible cinta protagonizada por Ryan Reynolds), o Green Arrow (de moda
gracias a la exitosa serie de televisión), de DC. Divierte, pero no apasiona.
Puntuación: 5/10.
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