Título original: The Omen. Año: 1976. País: Estados Unidos. Género: Terror,
Intriga. Director: Richard Donner. Guionista: David Seltzer. Intérpretes: Gregory Peck, Lee Remick,
David Warner, Billie Whitelaw, Harvey Stephens, Leo McKern.
Antes de hacerse un
hueco en Hollywood como director especializado en películas de acción y
aventuras, suyas son Arma letal
(Lethal Weapon), Lady Halcón
(Ladyhawke), Los Goonies (The
Goonies) o Superman (la superproducción
protagonizada por Christopher Reeve que contaba con la participación
estelar/especial de Marlon Brando), Richard Donner logró, contra todo
pronóstico, un enorme éxito dirigiendo esta cinta de terror.
La historia se centra en un niño, llamado Damien (Harvey Stephens, cuyo currículum interpretativo prácticamente se reduce a este trabajo), que es adoptado al poco de nacer. La persona que decide adoptarlo es Robert Thorn (Gregory Peck), cuyo hijo nació muerto y su mujer (Lee Remick), ajena a todo ello, se encuentra convaleciente tras el parto. Lo que Thorn desconoce es que dicha decisión traerá consigo terribles (y sangrientas, claro) consecuencias, tanto para él como para su entorno.
La profecía no sólo fue todo un éxito, comercialmente hablando (casi 61 millones de dólares de recaudación, sólo en Estados Unidos y con un presupuesto que no superaba los 3), sino que también se convirtió en una película de gran relevancia dentro del género (son incontables las cintas sobre adopciones o niños malignos con las que nos ha obsequiado el séptimo arte desde entonces). Entre sus virtudes hallamos un acabado notable (mención especial merecen tanto la dirección artística como la labor de Donner; y no está de más recordar que Jerry Goldsmith se hizo con un Oscar por la banda sonora), unos actores solventes (pocas producciones de este tipo pueden presumir de contar con intérpretes de la talla de Peck o Remick) y varias secuencias que, todavía hoy, siguen resultando inquietantes (la visita al zoo, cada una de las muertes, el terrible descubrimiento en el cementerio, el clímax final…). Por todo ello la película es un título clave para los aficionados al cine de terror sobrenatural.
La historia se centra en un niño, llamado Damien (Harvey Stephens, cuyo currículum interpretativo prácticamente se reduce a este trabajo), que es adoptado al poco de nacer. La persona que decide adoptarlo es Robert Thorn (Gregory Peck), cuyo hijo nació muerto y su mujer (Lee Remick), ajena a todo ello, se encuentra convaleciente tras el parto. Lo que Thorn desconoce es que dicha decisión traerá consigo terribles (y sangrientas, claro) consecuencias, tanto para él como para su entorno.
La profecía no sólo fue todo un éxito, comercialmente hablando (casi 61 millones de dólares de recaudación, sólo en Estados Unidos y con un presupuesto que no superaba los 3), sino que también se convirtió en una película de gran relevancia dentro del género (son incontables las cintas sobre adopciones o niños malignos con las que nos ha obsequiado el séptimo arte desde entonces). Entre sus virtudes hallamos un acabado notable (mención especial merecen tanto la dirección artística como la labor de Donner; y no está de más recordar que Jerry Goldsmith se hizo con un Oscar por la banda sonora), unos actores solventes (pocas producciones de este tipo pueden presumir de contar con intérpretes de la talla de Peck o Remick) y varias secuencias que, todavía hoy, siguen resultando inquietantes (la visita al zoo, cada una de las muertes, el terrible descubrimiento en el cementerio, el clímax final…). Por todo ello la película es un título clave para los aficionados al cine de terror sobrenatural.
Lo mejor: Su acabado formal, una
banda sonora inquietante y varias secuencias para el recuerdo.
Lo peor: Palidece al lado de
otros clásicos del género, como La
semilla del diablo (Rosemary’s Baby), El
resplandor (The Shining) o El
exorcista (The Exorcist), con los que comparte “seriedad” en su temática.
Puntuación: 6/10.
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