jueves, 27 de junio de 2019

Mi nombre es Harvey Milk

Título original: Milk. Año: 2008. País: Estados Unidos. Género: Drama. Director: Gus Van Sant. Guionista: Dustin Lance Black.  Intérpretes: Sean Penn, James Franco, Josh Brolin, Emile Hirsch, Diego Luna, Denis O’Hare, Alison Pill, Victor Garber, Joseph Cross, Stephen Spinella, Brandon Boyce, Lucas Grabeel, Dave Franco.

El problema de los biopics es que, generalmente, no suelen ser del todo fiables, bien porque engrandecen de forma exagerada las virtudes del protagonista de turno o bien porque obvian los puntos más oscuros de su existencia. Sin embargo, a veces es tan interesante y tan necesaria la historia que se cuenta que, de haberlos, esos problemas quedan en un segundísimo plano. Esta película de Gus Van Sant (quien llevaba intentando llevar a la gran pantalla la historia de Milk desde los años 90) se enmarcaría, sin ninguna duda, en la categoría de trabajos necesarios, por mucho que a veces se dedique a desdibujar la figura de Milk. 


Sean Penn es el protagonista absoluto e interpreta a Harvey Milk, el que fuera primer político en acceder a un cargo tras declararse abiertamente gay, siendo, además, un relevante activista en la lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ+. Pero en la película también hay hueco (aunque queda algo ensombrecido por la carga política) para desgranar su vida privada. Vida privada en la que juega un papel importante la figura del personaje a quien aquí da vida el multidisciplinar James Franco (en un papel para el que audicionaron actores como Bradley Cooper o Chris Evans, futuro Capitán América). Otro con rol relevante es Josh Brolin (Thanos en el UCM), quien, por su interpretación aquí, obtuvo una nominación al Oscar en la categoría de mejor actor de reparto (Mi nombre es Harvey Milk se hizo con dos galardones, los correspondientes a mejor actor, para Penn, claro, y mejor guión original, para Dustin Lance Black).


Dejando de lado sus más que evidentes cualidades fílmicas (la labor del director, el excelente trabajo de Penn y del resto de intérpretes…), lo verdaderamente destacable de esta película es su inspirador contenido. Mi nombre es Harvey Milk resulta convincente, conveniente y, sobre todo, emocionante; aúna lo mejor del séptimo arte (está rodada con gusto y talento; lo cual nos lleva a indicar, ya de paso, que estamos ante un trabajo que debería ser algo menos conservador; no tanto, claro, en su discurso como en su, un tanto rígida, formalidad) con el mejor de los mensajes.

Lo mejor: Sean Penn (bueno, el reparto en general, pero Penn en particular) y la historia que se nos narra (a veces no el cómo, pero sí, desde luego, su trasfondo).

Lo peor: Resulta un tanto autocomplaciente. Pecado que comparte con buena parte de las biografías filmadas en Hollywood.

Puntuación: 8/10.

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