Título original:
Growing Pains. Años: 1985-1992 (7 Temporadas). País:
Estados Unidos. Género: Comedia. Creador: Neal
Marlens. Intérpretes: Alan
Thicke, Joanna Kerns, Kirk Cameron, Tracey Gold, Jeremy Miller,
Ashley Johnson, Andrew Koenig, Chelsea Noble, Leonardo DiCaprio, Bill
Kirchenbauer.
Problemas alimenticios
(los de Tracey Gold, autoconfesados; por lo visto no ayudaba nada que
su personaje fuese prácticamente definido como inteligente pero poco
atractivo y tachado de ello, a modo burla, capítulo a capítulo), un
ex-ídolo teen (¡la de pósters que acumularía en distintas
revistas de índole juvenil a lo Súper Pop!) reconvertido en
fundamentalista religioso de lo más extremista (sí, me refiero a
Kirk Cameron, quien ejerce de predicador cristiano y ha llegado a
señalar que la homosexualidad es “antinatural y destructiva para
la civilización“ o a mostrarse como todo un negacionista), actores
infantiles de escaso recorrido (a Jeremy Miller lo vimos crecer en
pantalla gracias a esta serie; también confesar a Oprah que comenzó
a beber a los cuatro años...) y futuras estrellas cinematográficas
(un Leonardo DiCaprio que se asomó a ella en la temporada final;
temporada en la que dio vida a un joven de complicada vida al que
nuestra familia protagonista acababa acogiendo).
Tiene (triste) gracia que
me venga antes a la cabeza todo lo expuesto arriba que cualquier
trama (más allá de las bromas que sufría el personaje de Thicke a
causa de su profesion, psiquiatra, o de las burlas, que hoy
consideraríamos intolerables, que el de Cameron profería al de
Gold) de esta
Los problemas crecen. Y eso que me resultaba
agradable (sí, era agradablemente inofensiva) acercarme a ella tras
salir del cole. Pero bueno, señalemos que la misma nos narraba las
idas y venidas, en clave de comedia pero con algunos momentos
dramáticos, de una, valga la redundancia, familia, los Seaver, de
clase media-alta; familia “bien” compuesta por una periodista
(Joanna Kerns), un ya mencionado psiquiatra (Alan Thicke) y los tres
hijos de ambos: el descarado Mike (Kirk Cameron), la responsable
Carol (Tracey Gold) y el pequeño (y con el paso de las temporadas ya
no tan pequeño) Ben (Jeremy Miller). Más tarde llegaría una cuarta
hija, Chrissy (Ashley Johnson), y también el personaje de DiCaprio,
cuya función, sin fortuna, fue repetir y renovar la fórmula. Un
poco lo que intentaron otras series cuyos protagonistas ya se habían
hecho mayores: Shannen Doherty se convirtió en el epicentro infantil
durante el final de
La casa de la pradera (Little House on the
Prairie); a
Glee
llegó una especie de grupo semi-relevo después de que varios de sus
personajes protagonistas se graduasen. Y me detengo aquí, citando
sólo estos dos ejemplos bien distintos.
De claro tono moralista
(ahí estaban siempre los progenitores, listos para solventar y
aconsejar a sus cachorros ante los distintos problemas que les
deparaba la vida; a pesar de ello, y ya metido de lleno en su
mencionado fanatismo religioso, Cameron se dedicaba a vetar tramas
que le parecían inmorales y hasta compañeros de reparto: hizo, por
ejemplo, que despidieran a una actriz por haber aparecido en la
revista
Playboy e hizo que
contrataran en su lugar a su pareja y futura mujer, Chelsea Noble)
y naíf (incluso cuando tocó temas como el consumo de drogas),
Los
problemas crecen era una serie
tan ligera (sí, incluso cuando se nutría de temas aparentemente
espinosos) como entretenida de ver (capitulos de 25 minutos en, por
norma general, clave de comedia). Contaba además con una sintonía
inolvidable: As
Long As We Got Each Other,
de B.J. Thomas y Dusty Springfield. Nota: Los problemas
crecen contó con dos secuelas
en forma de telepelículas, Los problemas crecen, la
película (The Growing Pains
Movie) y Los problemas siguen
(Gowing Pains: Return of the Seavers). También con un spin
off, titulado Somos
10 (Just the Ten of Us) y
protagonizado por un entrenador, interpretado por Bill
Kirchenbauer, que nos era presentado,
claro, en esta Los problemas crecen,
y por su numerosa familia (actrices como Jamie Luner o Heather
Langenkamp daban vida a algunas de sus hijas). Curiosidad: por la
serie se dejaron caer actores que a posteriori darían el campanazo,
como Hilary Swank, Heather Graham, Brad Pitt (participó en dos
capítulos interpretando a dos personajes distintos) o Matthew Perry,
quien, durante tres capítulos, dio vida a un ligue de Carol que
terminaba muriendo al volante tras haber bebido... Lo
mejor: Era inofensiva, entretenida y, a veces, hasta entrañable.
Lo peor: Era
blanda, edulcorada, tontorrona y condescendiente.
Puntuación:
5,5/10.
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