Título
original: Aquaman. Año:
2018. País: Estados Unidos. Género: Acción,
Fantasía. Director: James Wan. Guionistas: David
Johnson y Will Beall (adaptando
una historia de ambos y James Wan
basada en las historias de los personajes creados por Paul
Norris, Kurt Busiek, Jackson Guice
y Mort Weisinger). Intérpretes:
Jason Momoa, Amber
Heard, Willem Dafoe, Patrick Wilson, Nicole Kidman, Dolph Lundgren,
Temuera Morrison, Ludi Li, Randall Park.
Corregidme
si me equivoco, pero no oí demasiadas voces molestas por la elección
de Momoa para dar vida a un Aquaman cinematográfico que claramente
se diferencia físicamente del visto en los cómics. Al menos no del
mismo modo que se han criticado cambios
decididos a fomentar la diversidad (no me meto a valorar si con fines
de puro marqueting o de cara a la galería, ya que ello daría para
otro debate
mucho más largo y profundo). Y no,
no es que me parezca que Momoa sea fruto de un mal casting. De
ninguna manera. Es más, estoy a favor de la práctica totalidad de
intérpretes seleccionados para el DCU.
Otra cosa son los resultados finales de la mayoría de películas que
han conformado dicho DCU.
Dirigida
por James Wan (Saw),
esta Aquaman
funciona (ueno, es que es su función, claro) como película de
orígenes después de que el personaje fuese brevemente
presentado en Batman
v. Superman: El amanecer de la justicia
(Batman v. Superman: Dawn of Justice) y tuviese un papel mucho más
destacado en La
liga de la justicia
(Justice League). Vamos, lo mismo
que hicieron con Wonder
Woman, cuyo personaje fue presentado en Batman
v. Superman y cuya primera película como protagonista fue
estrenada entre ésta y la también
mencionada La liga de la justicia. Y es que aquí somos
testigos de cómo Arthur Curry (Jason Momoa, obviamente) inicia una
especia de viaje iniciático cuya finalidad es convertirle en rey de
Atlantis, un reino perdido altamente avanzado y que se encuentra bajo
el agua (resulta que nuestro Arthur es mitad humano y mitad atlante).
Aquaman
es ridícula; Aquaman
es kistch;
Aquaman es un
divertimento mucho menos serio que sus hermanas mayores. Su
escenografía no tiene nada que envidiar a la vista (salvando las
distancias; que sí: una es animación y la otra no) en La
sirenita (Little Mermaid) y sus
peleas y persecuciones son tantas como se podría esperar en una
superproducción superheróica de sus características. Y sí, digo
todo ello como algo positivo. ¿Que los efectos especiales no me
parecen memorables? Pues es así. ¿Qué Nicole Kidman no parece las
más ubicable de las elecciones? Pues también (aunque yo agradezco
su presencia por desconcertante, y no porque sea precisamente la
primera vez que la vemos en una producción alejada de esos valorados
melodramas en los que la tenemos un tanto encasillada). No, no
estamos ante una cinta de superhéroes memorable. Ni siquiera ante la
más valiosa cinta del DCU
(¡para nada!). Pero esta Aquaman
se aleja ligeramente del camino trazado, Momoa cumple con su cometido
(el público, así en general, se mostró encantado), no parece
importarle resultar cómica (más allá del tema chistecitos, tan
criticados, a veces con razón, en el MCU)
y, lo voy a decir ya, se me hizo mucho más entretenida de lo
esperado.
Lo mejor: Su falta
de vergüenza. Qué maravilla que compartan casting Kidman, Dafoe y
Lundgren.
Lo peor: Es tan
excesiva y loca (por mucho que esto último no sea algo malo
precisamente) que resulta agotadora. Está claro que su duración
(¿por qué todas estas películas han de durar cerca de dos horas y
media?) no ayuda.
Puntuación: 5/10.
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