jueves, 22 de julio de 2021

Aquaman

Título original: Aquaman. Año: 2018. País: Estados Unidos. Género: Acción, Fantasía. Director: James Wan. Guionistas: David Johnson y Will Beall (adaptando una historia de ambos y James Wan basada en las historias de los personajes creados por Paul Norris, Kurt Busiek, Jackson Guice y Mort Weisinger). Intérpretes: Jason Momoa, Amber Heard, Willem Dafoe, Patrick Wilson, Nicole Kidman, Dolph Lundgren, Temuera Morrison, Ludi Li, Randall Park.

Corregidme si me equivoco, pero no oí demasiadas voces molestas por la elección de Momoa para dar vida a un Aquaman cinematográfico que claramente se diferencia físicamente del visto en los cómics. Al menos no del mismo modo que se han criticado cambios decididos a fomentar la diversidad (no me meto a valorar si con fines de puro marqueting o de cara a la galería, ya que ello daría para otro debate mucho más largo y profundo). Y no, no es que me parezca que Momoa sea fruto de un mal casting. De ninguna manera. Es más, estoy a favor de la práctica totalidad de intérpretes seleccionados para el DCU. Otra cosa son los resultados finales de la mayoría de películas que han conformado dicho DCU. 
 
 
Dirigida por James Wan (Saw), esta Aquaman funciona (ueno, es que es su función, claro) como película de orígenes después de que el personaje fuese brevemente presentado en Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (Batman v. Superman: Dawn of Justice) y tuviese un papel mucho más destacado en La liga de la justicia (Justice League). Vamos, lo mismo que hicieron con Wonder Woman, cuyo personaje fue presentado en Batman v. Superman y cuya primera película como protagonista fue estrenada entre ésta y la también mencionada La liga de la justicia. Y es que aquí somos testigos de cómo Arthur Curry (Jason Momoa, obviamente) inicia una especia de viaje iniciático cuya finalidad es convertirle en rey de Atlantis, un reino perdido altamente avanzado y que se encuentra bajo el agua (resulta que nuestro Arthur es mitad humano y mitad atlante). 
 

Aquaman es ridícula; Aquaman es kistch; Aquaman es un divertimento mucho menos serio que sus hermanas mayores. Su escenografía no tiene nada que envidiar a la vista (salvando las distancias; que sí: una es animación y la otra no) en La sirenita (Little Mermaid) y sus peleas y persecuciones son tantas como se podría esperar en una superproducción superheróica de sus características. Y sí, digo todo ello como algo positivo. ¿Que los efectos especiales no me parecen memorables? Pues es así. ¿Qué Nicole Kidman no parece las más ubicable de las elecciones? Pues también (aunque yo agradezco su presencia por desconcertante, y no porque sea precisamente la primera vez que la vemos en una producción alejada de esos valorados melodramas en los que la tenemos un tanto encasillada). No, no estamos ante una cinta de superhéroes memorable. Ni siquiera ante la más valiosa cinta del DCU (¡para nada!). Pero esta Aquaman se aleja ligeramente del camino trazado, Momoa cumple con su cometido (el público, así en general, se mostró encantado), no parece importarle resultar cómica (más allá del tema chistecitos, tan criticados, a veces con razón, en el MCU) y, lo voy a decir ya, se me hizo mucho más entretenida de lo esperado.

Lo mejor: Su falta de vergüenza. Qué maravilla que compartan casting Kidman, Dafoe y Lundgren. 
 
Lo peor: Es tan excesiva y loca (por mucho que esto último no sea algo malo precisamente) que resulta agotadora. Está claro que su duración (¿por qué todas estas películas han de durar cerca de dos horas y media?) no ayuda. 
 
Puntuación: 5/10.

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