Del
Rey es una artista de lo más productiva; apenas acaba de presentar
el presente Chemtrails Over the Country Club,
disco que llegaba tras la alargada (y alabada) sombra del superlativo
Norman
Fucking Rockwell!, y
ya estaba anunciando que tenía casi listo su siguiente larga
duración (inicialmente programado para este pasado 4 de julio, pero atrasado tras, eso sí, haber presentado varios de sus temas). Y es que también es una experta en mal eclipsar los
estrenos de sus discos (todavía recuerdo haber ido a verla en
directo tras publicar otro de sus trabajos más superlativos,
Ultraviolence, y que
apenas se dignase a mostrar dichas canciones, más allá de algún
acapella a petición popular, en el escenario; suele pasar que, una
vez ven la luz, no exploten los singles más potenciales del mismo).
Partiendo de la
grandiosidad de su anterior trabajo, he de reconocer que este
Chemtrails Over the Country Club se me antojó un tanto
menor. Pero no, no es tan menor; tampoco me pareje, ¡ojo, un larga
duración tan redondo como los mencionados Norman Fucking
Rockwell! o Ultraviolence. Desde luego no ayudó a pensar
lo contrario Let
Me Love You Like a Woman, primer corte conocido, que
no primer single, del disco, ya que lo que nos ofrecía (que,
¡nuevamente ojo!, no es moco de pavo) era una balada sencilla y
bonita. Mucho más poderosa en su mensaje, y con un video magnífico
y llamativo, fue su, ya sí, primer single, titulado igualmente
Chemtrails Over the Country Club. Más rupturista, y por lo
tanto incluso más interesante, se muestra el segundo single: un
White Dress en el que Lana canta con susurros desgarradores
(lo siento, no se me ocurre mejor manera de calificarlos) y rememora
una época pasada de manera nostálgica. “Verano, ardiente /
escuchando jazz en el jardín / escuchando a los White Stripes cuando
eran lo más / escuchando rock todo el día“, dice en esta última.
A destacar también su visión de la américa rural en Tulsa
Jesus Freak (¡titulazo!); Yosemite,
una de sus grabaciones/composiciones más antiguas y que se ha
convertido en una de las favoritas de su fandom
gracias a su dulzura;For
Free, versión (la pertinente de cada disco) de la
canción de Joni Mitchell, y en la que colaboran Weyes Blood y Zella
Day (la otra colaboración del disco es la de Nikki Lane, en Breaking
Up Slowly, donde las voces de ambas se entrelazan
bellamente); o Wild
At Heart, en la que notamos cómo se apoya en dos de
sus referentes: Chris Isaak (Wicked
Game) y David Lynch (y no sólo porque comparta
título con una
de las películas de éste).
Las letras vuelven a
girar en torno al particular universo de Del Rey (me repito pero allá
voy: relaciones tóxicas, fama, la glamourización de la
nostalgia...), pero ampliando el registro. Da en el morro, de manera
muy sútil, a aquellos que la han tildado de machista (y no sólo en
las letras, ya que, por ejemplo, podemos verla rodeada de algunas de
sus amigas en la portada del disco, mostrando una sororidad sencilla
y súper válida), de racista (¿?; vale, no ayudaron sus
declaraciones indicando que no podia ser racista porque había
colaborado con muchos raperos...) o de ser pro-Trump (a pesar de
haber arremitido constantemente contra el ya ex-presidente; incluso
protagonizó una de las noticias más biarras de los últimos años:
el haber encabezado una especie de ritual de brujería en su contra;
en contra de Trump, claro). Además, y esto es importante, se muestra
un tanto más luminosa y menos “torturada”; juguetea con el
country (menos, eso sí, de lo que nos haría sospechar su título) y
nos termina ofreciendo una buena colección de temas que, aun estando
lejos de sus cortes más prodigiosos (me veo en la obligación de
volver a nombrar varios de sus anteirore trabajo: The
Greatest, Mariners
Apartment Complex o, claro, Venice
Bitch)
funcionan perfectamente bien como un todo en el que ninguno de ellos
chirría o se muestra notablemente inferior. Y es que este
Chemtrails Over the Country Club es otro título notable
dentro de la ya de por sí notable discrografía de su autora.
Lo mejor: Es
lineal, en el mejor sentido de la palabra. Vamos, que, en líneas
generales (valga la redundancia), todos sus temas son buenos o muy
buenos.
Lo peor: La
sensación de que no contiene temas tan históricos como otros de sus
discos. De ahí que inicialmente parezca un trabajo menor.
Puntuación: 8/10.
No hay comentarios:
Publicar un comentario