Título original: Ghost in the Shell. Año: 2017. País: Estados Unidos. Género: Acción, Ciencia-Ficción. Director: Rupert Sanders. Guionista: Jamie Moss y William Wheeler
(adaptando el manga de Masamune Shirow). Intérpretes: Scarlett Johansson, Pilou Asbæk, Takeshi Kitano, Juliette
Binoche, Michael Pitt, Chin Han, Danusia Samal, Lasarus Ratuere, Peter
Ferdinando, Tawanda Manyimo, Yutaka Izumihara.
James Cameron (Titanic, Avatar) lleva años (primero como
director; más recientemente como productor y con Robert Rodriguez como sustituto tras las cámaras) “amenazando” con llevar a la gran pantalla uno de
mis mangas de cabecera: Alita, ángel de
combate (Gunnm). Alita (el personaje) guarda muchas similitudes con la protagonista
femenina de Ghost in the Shell (a la
que da vida, y nunca mejor dicho, Scarlett Johansson): ambas son, resumiéndolo
muy mucho, cyborgs con sentimientos
encontrados. Pero el proyecto de la primera se encuentra todavía en proceso de rodaje (o eso creo), mientras
que el de la segunda se presenta como uno de los más esperados blockbusters del año.
Yo siempre imaginé, como protagonista de la adaptación a imagen real
del popular manga de Yukito Kishiro, a la Winona Ryder de finales de los
ochenta/principios de los noventa. Pero tengo claro que su elección habría
levantado tantas ampollas como lo ha hecho la de Scarlett Johansson en la cinta
que nos ocupa: no fueron pocos los que alzaron la voz, al igual que lo hicieron
cuando se dio a conocer quién sería el protagonista de la serie Iron
Fist, al saber que una superestrella de Hollywood, y no una actriz
asiática, encabezaría el reparto de la misma. Yo, que soy muy fan de la
protagonista de Lost
in Translation, y por lo tanto menos objetivo de lo que debiera, creo
que el suyo es el menos errado (sí, incluyo a Takeshi Kitano) casting de los realizados
para Ghost in the Shell: El alma de la
máquina.
El otro gran problema con que cuenta la cinta de Rupert Sanders,
director de Blancanieves y la leyenda
del cazador (Snow White and the Huntsman), es un guión que saquea la
historia original, reduciendo su más que emotiva y oscura trama (la cual nos
narra las peripecias de un grupo especializado en dar caza a cyberterroristas y
demás criminales) a una sucesión de escenas de acción con las que sacar a relucir
su amplio presupuesto. Porque una cosa está clara: es puro espectáculo. Todo un
bombón para los ojos (su apartado técnico roza el sobresaliente). Lástima que
no lo sea tanto para el resto de sentidos. Puede que los fans de la obra
original (del anime y/o del manga) se sientan un tanto decepcionados. Sin
embargo, yo les recomendaría disfrutar de este delirio visual y aplaudir el no
haberse topado con otra adaptación infumable a lo Dragonball Evolution.
Lo mejor: Es muy impactante
(visualmente hablando).
Lo peor: Que se hayan dejado en
el tintero todo aquello que hacía tan especial al anime (y al manga que éste
adaptaba). Han obviado todo el “sentimentalismo” y se han centrado (básicamente)
en la acción.
Puntuación: 5/10.
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