Cuando hablaba de Froot, el último disco de la infravalorada Marina Diamandis (aka Marina & the Diamonds), comentaba aquello de que el tercer trabajo discográfico de cualquier artista es decisivo para saber si éste/ésta es flor de un día o ha llegado para quedarse (en realidad la cosa no es tan drástica, pero hay que darle un poco de dramatismo a la situación). Después de escuchar Honeymoon (no voy a tener en cuenta ese primer trabajo, imposible de encontrar, que Del Rey publicó bajo el nombre de Lana Del Ray y voy a considerar Born to Die como su gran debut y el que nos ocupa como su tercer larga duración), y sabiendo que quiero que Lana se quede en nuestras vidas por muchos años, me invaden mil y una dudas.
Y no porque Honeymoon sea un mal disco (¡ni muchísimo menos!), sino porque soy de los fans que le piden más (¡mucho más!) a Lana. Puede que su problema sea haber llegado precedido por dos obras tan inmensas como Born to Die (mi trabajo favorito de la neoyorquina; un disco que parece un greatest hits repleto de “melocotonazos”: Blue Jeans, National Anthem, Video Games, Summertime Sadness, la canción que le daba título…) y Ultraviolence (trabajo en el que me costó entrar, en parte porque la canción que lo venía a presentar, West Coast, no me convencía del todo en un principio, y al que ahora considero su gran obra maestra: cohesivo, poco complaciente y repleto de melodías imperfectamente impecables).
Lo más curioso es que mi disco
favorito de Lana es el que peor recepción crítica ha obtenido (62/100 en Metacritic)
y, sin embargo, el que nos ocupa está siendo, al menos de momento, el mejor
valorado por los medios especializados (78/100 en Metacritic).
Repito: Honeymoon no es un mal disco
y mi “decepción” sólo es parcial (de seguro aparecerá en mi lista de discos
favoritos del año, de eso no me cabe duda). Además, viene avalado por grandes
temas como High by the Beach, primer
single, Music to Watch Boys To,
segundo single, o mis favoritos: Terrence
Loves You, Art Deco, Religion y, sobre todo, The Blackest Day (sí, soy de los que no
comprenden el amor que todo el mundo profesa a Freak).
Producido por Rick Nowels, Kieron
Menzies y la propia Lana, Honeymoon (atención
a la canción que lo abre y que parece llevarnos directamente a Twin Peaks, al interludio, Burnt Norton, en el que recita un poema
de T.S. Eliot o a la versión que realiza de Don’t Let Me Be Misunderstood, el clásico de Nina Simone) se
beneficia de unos arreglos espectaculares (mezcla jazz, soul y, claro, pop) que
casan a la perfección con los gorgoritos a los que nos tiene acostumbrados la
cantante. Acusa, también es verdad, cierto agotamiento de fórmulas (¡esas
letras en las que se funden melancolía, desamor e incluso sumisión!). Lástima
que Mark Ronson (productor de artistas como Amy Winehouse o Lily Allen) no haya
participado en el mismo tal y como se indicó en un principio. Seguramente el
resultado habría sido algo más cercano al pop “radioformulable”. Y es que las
radios (así, en general) parecen haberle dado la espalda a Del Rey. Se la
dieron con su anterior trabajo y se la han dado con éste. Tampoco es que ella
haya hecho mucho por promocionarlo. ¡Con todo el jugo que se le puede sacar y
Lana parece haberle dado carpetazo ya!
Lo mejor: Cierta mejora en la composición y temas como The Blackest Day.
Lo peor: La manía de Doña Lana de olvidarse de sus propios discos
al poco de sacarlos a la venta. Lo hizo con el sobresaliente Ultraviolence y lo parece estar
haciendo con Honeymoon.
Puntuación: 7,5/10.
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