viernes, 3 de agosto de 2018

Heathers: Escuela de jóvenes asesinos (Temporada 1)

Título original: Heathers. Año: 2018 (Temporada 1 de Heathers). País: Estados Unidos. Género: Comedia Negra. Creador: Jason Micallef. Intérpretes: Grace Victoria Cox, Melanie Field, James Scully, Brendan Scannell, Jasmine Mathews, Shannen Doherty, Selma Blair, Nikki SooHoo, Jamie Kaler, Deanna Cheng, Kurt Fuller, Casey Wilson, Birgundi Baker, Drew Droege, Brett Cooper, Jesse Leigh, Cayden Boyd, Cameron Gellman, Jeremy Cullhane, Matthew Rocheleau, Annalisa Cochrane.

Sí, Heathers (la serie; aquí mi crítica de su primer capítulo) ha superado todas mis expectativas (y eran muchas; y eran altas). No lo tenía nada fácil. Su mala fama la precedía prácticamente desde que se diera a conocer su existencia. Primero, por ser la adaptación de una película de culto tremendamente reverenciada (los fans podemos ser dañinos; destructores). Segundo, por su muy polémica decisión de cambiar a las tres Heathers (blancas, hermosas, pudientes y retorcidas) de la obra original, Escuela de jóvenes asesinos (Heathers), por miembros de distintas minorías (y/o personas propensas a sufrir bullying): una chica obesa (Heather Chandler, interpretada por Melanie Field), un joven que se define como intergénero (Heather Duke, interpretado por Brendan Scannell) y una negra lesbiana (Heather McNamara, interpretada por Jasmine Mathews). Tercero, por un tráiler que enfureció todavía más a aquellos que ya vieron en la nueva selección de Heathers todo un ataque a los más marginados. ¡Qué equivocados estaban!


Pero el camino tortuoso de este trabajo no había hecho más que comenzar. El canal que lo iba a emitir (Paramount Network) decidió, tras un primer aplazamiento (debido al terrible tiroteo que acabó con la vida de 17 personas en Parkland, Florida), cancelar definitivamente su emisión. Afortunadamente para nosotros (¡mil gracias, HBO España!), la serie ha podido disfrutarse fuera de Estados Unidos. Eso sí, de su segunda temporada (cuyo guión está, así lo han hecho saber, prácticamente escrito), y cuya acción se iba a desarrollar en la corte de María Antonieta, no hay noticias, lo que significa (sobre todo teniendo en cuenta que la serie todavía no ha encontrado canal que la quiera emitir en su país de origen) que difícilmente verá la luz del día. Menos mal que esta primera entrega (recordemos que el formato elegido es el de una antología, a lo American Horror Story) ya estaba completamente finalizada antes de que estallara toda la polémica que la ha llevado a esa especie de limbo en el que ahora se halla.

 
Este trabajo, y ya entramos en material, guarda ciertos paralelismos con otras dos series juveniles recientes: Scream Queens, la cual, por cierto, contaba con múltiples guiños/homenajes a Escuela de jóvenes asesinos, y Riverdale. A la mente me viene el vestuario de la primera (llevado hasta el extremo, dicho ello como todo un cumplido, en Heathers) o el acabado visual de la segunda (por resultón, y también por el uso de las luces de neón; aunque el de Heathers es infinitamente más luminoso). Pero el tono de la que nos trae hasta aquí es bien distinto. Es mucho más oscuro (y atrevido; y radical) que el definitivamente paródico ofrecido por Scream Queens y se aleja muy mucho del dramatismo que rodea a Riverdale. Eso sí, todas ellas son series juveniles interesantes. Todas ellas coquetean con la intriga (de muy distintas maneras, claro). Todas ellas me gustan. Aunque ninguna es como Heathers.


Otras diferencias y similitudes: el casting. El de Scream Queens contaba con una gran actriz de renombre, Jamie Lee Curtis, la Scream Queen original, pero tenía como protagonistas a distintas jóvenes más o menos populares. A la primera categoría pertenecían Emma Roberts, a la que hemos visto en otras producciones de Murphy, y Abigail Breslin, la niña de Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine). Billie Lourd, hija de Carrie Fisher, a la segunda. Los protagonistas de Riverdale, sin embargo, eran de lo más desconocidos. No así su plantel adulto de secundarios (Luke Perry, Mädchen Amick, Skeet Ulrich, Lochlyn Munro). En Heathers pasa un poco lo que en esta última: sus jóvenes protagonistas no son conocidos, pero cuenta con la participación especial de rostros reconocibles para el gran público, como los de Shannen Doherty (Heather Duke en la película original), quien tiene a su cargo un papel pequeño pero esencial, o Selma Blair, quien interpreta a la madrastra del nuevo Duke (es decir, del personaje de Brendan Scannell), una mujer que se gana la vida como stripper a la espera de que su riquísimo marido muera definitivamente (nota: es una máquina la que lo mantiene con vida). Y no querría cambiar de tema sin nombrar otra de las series más polémicas de los últimos tiempos: Por trece razones (13 Reasons Why). Si bien, con ésta sólo comparte varios temas tabú (todavía me duelen dos de las muchas muertes que incluye esta Heathers, la que acontece al final del segundo capítulo y, sobre todo, la que tiene lugar en el noveno; la temporada, por cierto, se compone de diez capítulos), pero el tono no puede ser, nuevamente, más opuesto.

 
Centrémonos, ya para terminar, en Heathers y en sus (muchas) virtudes. Centrémonos en su estupendo reparto (ideal de principio a fin). Destaquemos las figuras de Field, Scannell y Mathews, quienes, como comentaba al principio, dan vida a las Heathers del título. También a sus otros dos protagonistas, la pareja formada por Veronica (Grace Victoria Cox) y J.D. (James Scully). La primera se presenta como una buena persona y forma grupo con las Heathers, aunque parece algo cansada de la actitud de éstas. Él va de chico malo (aunque no le guste reconocerlo) dispuesto a corromper a nuestra, aparentemente dulce, Veronica. Si bien, he de señalar que el gran reclamo de la serie se halla en su guión. Y no porque se dedique a homenajear a la película de los ochenta con tino y gracia, sino por su apabullante colección de dardos envenados. Dardos envenenados que no dejan títere con cabeza. Porque esta serie tiene “zascas” para todos: para esos adultos que (al igual que sucedía en Escuela de jóvenes asesinos) parecen vivir en otro mundo y no atienden a los problemas de los más jóvenes (¡no les dejan ni expresarse ni opinar!), para la venta libre e indiscriminada de armas (atención a uno de los episodios más polémicos, aquel, el octavo, en el que se dota de armas a los profesores), para los que atacan (o no se toman en serio) la violencia de género (sirva como ejemplo la escena en la que Betty Finn, interpretada por Nikki SooHoo, quien se luce de lo lindo en el cuarto capítulo, trata de hacer entender, sin éxito, que ha sido asaltada), para los medios sensacionalistas (Casey Wilson interpreta a la presentadora de uno de esos programas dedicados a escarbar en la inmundicia y la miseria humana) o para los SJW (social justice warriors; es decir, aquellos que se encargan, a través de las redes sociales, de decidir, y denunciar, qué está bien y qué mal; a veces con un criterio que roza más la censura que la denuncia). Heathers es uno de esos trabajos que despertará tantos odios como amores. Yo lo tengo claro: adoro esta serie y sé que acabará convertida, al igual que lo hiciera la película de Winona Ryder (+ Christian Slater + Shannen Doherty), en título de culto. Tiempo al tiempo.

Lo mejor: Su reparto (decir que es cumplidor es quedarse muy corto; me quedo con dos nombres, los de Brendan Scannell, cuyo personaje goza de algunos de los momentos más divertidos , y Drew Droege, quien da vida a uno de los profesores, el encargado de, entre otras cosas, las funciones escolares), su acidísimo guión (no apto para todos los públicos; atención a cómo mejora capítulo a capítulo; Micallef, fan declarado de la película original, se desmarca ofreciéndonos una comedia rompedora e incapaz de provocar indiferencia), el trabajo de dirección (destacaría dos nombres, los de Adam Silver y Gregg Araki, director, este último, de Nowhere y Mysterious Skin; el primero dirige uno de los mejores capítulos, el quinto, en el cual somos testigos de todo lo que acontece a través de los ojos de J.D.; el segundo tiene a su cargo dos de los episodios más delirantes, el sexto y el séptimo, en los cuales brilla un hilarante Scannell) y todo (y remarco lo de todo) su apartado técnico (vestuario, decorados, banda sonora, fotografía…).

Lo peor: La nula intriga alrededor del caso del asesino del croquet (tampoco es que me moleste demasiado). También lo mal dibujados (desde luego no tan bien como el resto) que están los personajes de Veronica y J.D. Rectifico: no es que estén mal dibujados, es que exudan incoherencia por los cuatro costados.

Puntuación: 8/10.

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