La artista ya lo ha desmentido,
pero tras escuchar Rebel Heart (en
el disco hay mil y un guiños a su extensísima y exitosísima carrera) y tras la
odisea que ha supuesto que el mismo llegara a buen puerto (retrasos y más
retrasos; nuevos colaboradores que se unían a la fiesta cuando se pensaba que
ésta ya estaba finalizando; la publicación, en diciembre y a toda prisa, de los
6 primeros temas después de que varias demos se filtraran; canciones que cambiaban
radicalmente de estilo de su versión demo a su versión definitiva; la
repugnante decisión de varias emisoras, como Radio 1, que no quieren pinchar sus nuevos temas por pertenecer a una
artista de más de 40 años) casi parece que estemos ante el disco de despedida
de la ambición rubia. Madonna, como ya he dicho, lo ha negado rotundamente.
Y es una suerte. Porque con Rebel Heart se confirma que, a pesar de lo muy cuesta arriba que se le ha debido hacer esta nueva publicación (todo lo sucedido desde que anunciara que estaba trabajando en un nuevo disco hasta que éste ha visto la luz daría para un libro de anécdotas y sucesos; anécdotas y sucesos que han traído a la cantante de cabeza y que la han llevado a mostrar su enfado en Instagram en más de una ocasión), Madonna está en plena forma. No me cuesta afirmar que estamos ante su mejor disco desde el excelente Confessions on a Dance Floor. Y eso que servidor es de los que opina que ni Hard Candy (al que le achaco tres grandes males: contener una de las peores canciones de toda su discografía, Spanish Lesson, su terrible portada y la mala remasterización de Voices, el tema que cerraba el disco) ni MDNA (sus buenas canciones, como I’m Addicted, Love Spent o Masterpiece, quedaban sepultadas por un tracklist a todas luces excesivo y en el que se daba prioridad a temas más vulgares y aparentemente comerciales; su obsesión por autodenominarse girl en varios de los cortes tampoco ayudaba mucho) eran tan horrendos como algunos (sobre todos sus detractores) se han empeñado en señalar.
Pero hablemos de Rebel Heart (el disco). Hablemos de lo
mucho que me ha sorprendido (para bien) que el grueso de sus temas sean baladas
(en HeartBreakCity, por ejemplo,
escuchamos cómo la Madonna más vulnerable nos narra su pesar tras su última ruptura
amorosa; Wash All Over Me pasó de
ser, en su versión demo, una astracanada rutinaria y cuasi vulgar a un baladón
de primera; la aparentemente sencilla Ghosttown
se ha convertido, desde la primera escucha, en una de mis favoritas del álbum; Messiah, por su parte, se descubre como
una de las más elegantes) y, sobre todo, medios tiempos (atención a la celebradísima
Joan of Arc). Miedo me daba, sobre
todo tras saber que en el mismo colaboraban Avicci y Diplo, que estuviésemos
ante una especie de versión hiperbakala de MDNA.
Es todo un alivio comprobar que no es así. Como también es todo un alivio ver
oír que algunos de los cortes más “moviditos” son tan vibrantes como Iconic, toda una bizarrada electro-dance
que cuenta con las colaboraciones de Chance The Rapper y… ¡Mike Tysson! Pero
para bizarros algunos de los temas más sexuales: en S.E.X. enumera todo tipo de prácticas sexuales, mientras que en Holy Water, tema co-escrito por Natalia
Kills, habla sobre los parabienes del cunnilingus. Y es que un disco de Madonna
sin temas polémicos/provocativos no sería un disco de Madonna, ¿no?
También llama mucho la atención,
como ya he comentado al principio, la gran cantidad de guiños a la carrera de
la artista y a algunos de sus temas más míticos. Living for Love, el corte que sirve de presentación, recuerda
ligeramente, aunque sólo sea por el uso del coro góspel, a Like a Prayer; Holy Water
usa un sample de Vogue; algunas frases de la mítica Justify My Love suenan en Best
Night; en Veni Vidi Vici no sólo
habla de algunos de sus grandes éxitos, sino que también suenan unas trompetas
interpretando Holiday, uno de sus
grandes clásicos. Sin embargo, no todo es positivo: la demo de Rebel Heart (la canción) que se filtró
el año pasado, y que estaba producida por Avicci, es algo superior (casi hasta
me atrevería a decir que es su mejor canción desde Hung Up) a la versión definitiva que sirve como cierre de la
versión deluxe del disco. Habrá quien
siga criticando a la autora de tantos y tantos himnos, pero es de justicia
indicar que ha vuelto a publicar un disco excelente. Otro más que se une a la
colección. Y sí, Bitch I’m Madonna
es uno de los grandes guilty pleasures
del año.
Lo mejor: La espera ha valido la pena, es su mejor disco en años.
Que mantenga cierta coherencia sonora a pesar de que en sus distintos cortes
aparezcan ritmos “westernianos” (Devil
Pray), semi-reggaes (Unapologetic
Bitch) o electrovanguardistas (Bitch
I’m Madonna, Iconic).
Lo peor: Demasiadas ediciones distintas (una edición standard de 14 temas; una deluxe con 19; una super deluxe con 23 + 2 remixes). Eso y que en la edición super deluxe se incluyan dos
innecesarios remixes de Living for Love
en lugar de apostar por demos que no han llegado a ver la luz. Además, algunos
países cuentan con sus propias ediciones (eso sí, no me pena mucho que la muy
irregular Autotune Baby sólo haya
aparecido en Alemania). Tampoco es de mi agrado la olvidable colaboración del
rapero Nas en Veni Vidi Vici.
Puntuación: 7,5/10.
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