viernes, 30 de junio de 2017

Pequeñas mentirosas (Serie TV)

Título original: Pretty Little Liars. Años: 2010-2017 (7 Temporadas). País: Estados Unidos. Género: Drama, Intriga. Creadora: I. Marlene King. Intérpretes: Lucy Hale, Ashley Benson, Troian Bellisario, Shay Mitchell, Sasha Pieterse, Ian Harding, Janel Parrish, Keegan Allen, Tyler Blackburn, Laura Leighton, Lesley Fera, Tammin Sursok, Holly Marie Combs, Chad Lowe, Andrea Parker, Lindsey Shaw, Nia Peeples, Drew Van Acker, Torrey DeVitto, Nolan North, Bianca Lawson, Roma Maffia, Ryan Merriman, Sean Faris, Annabeth Gish.

Adaptación de toda una retahíla (¡¿16?!) de novelas de misterio juveniles, la serie que nos ocupa vendría a ser una especie de versión (algo más intrigante y menos sanguinolenta) para la pequeña pantalla de ese exitoso slasher titulado Sé lo que hicisteis el último verano (I Know What You Did Last Summer). En dicha película los protagonistas (capitaneados por Jennifer Love Hewitt y Sarah Michelle Gellar, dos de las más populares scream queens de mi generación) eran acosados por alguien que decía conocer el terrible asesinato que habían cometido involuntariamente, mientras que en Pequeñas mentirosas nuestras chicas (Lucy Hale, vista en varios subproductos Disney o compartiendo con Shenae Grimes una de las mejores escenas de Scream 4, como la amiga que vuelve a casa tras una larga ausencia; Ashley Benson, una de las protagonistas de la lisérgica, y hasta recomendable, Spring Breakers, dando vida a la superficial Hannah; Troian Bellisario, hija del productor y guionista (Magnum, P.I., JAG, NCIS) televisivo Donald P. Bellisario, en la piel de Spencer, la brillante e improbable líder del grupo; y Shay Mitchell, introvertida y con muchas dudas sobre su sexualidad) comienzan a recibir anónimos de un (o una) tal A que dice saber qué ha sucedido con la quinta integrante de la pandilla, la odiosa Alison (Sasha Pieterse, cuyos constantes cambios de peso a lo largo de la serie trajeron de cabeza a fans y haters), desaparecida misteriosamente, y, sobre todo, qué papel jugaron ellas en el fatídico devenir de la joven.

 
Emitida por el canal ABC Family (ahora Freeform), Pequeñas mentirosas aúna el misterio (a lo Twin Peaks; incluso encontramos algún pequeño guiño a la reverenciada obra de Lynch en forma de pájaro que sabe demasiado) con el culebrón melodrama juvenil de toda la vida.  Familias enfrentadas, un pueblo repleto de secretos (y en el que todos parecen tener algo que esconder), unas protagonistas que, a pesar de vivir en tan modesto lugar, van más a la última que las chicas de Sexo en Nueva York (Sex and the City), romances imposibles (incluida la siempre sufrida historia de amor imposible entre alumna y profesor; Lucy Hale e Ian Harding, sosos hasta el hastío) y un buen puñado de rostros bellos con cuerpos de infarto (de esos esculpidos en el gimnasio o en algún que otro sitio todavía menos edificante) son los ingredientes con que cuenta esta serie. Serie que tuvo a bien reunir, alrededor de tan púber elenco, a otro grupo de intérpretes algo más curtidos, como Chad Lowe, visto en las televisivas A fuerza de cariño (Life Goes On), Melrose Place o 24; Nia Peeples, cuya filmografía incluye series como Fama (Fame), Walker, Texas Ranger (a mayor gloria del inefable Chuck Norris) o la longeva The Young and the Restless; Holly Marie Combs, protagonista de Picket Fences y Embrujadas (Charmed); y Laura Leighton, la inolvidable y retorcida Sydney Andrews de Melrose Place (papel que repetiría en la fugaz secuela/reboot de 2009) o la inofensiva Sophie Burns, interés amoroso del personaje de Ian Ziering, de Sensación de vivir (Beverly Hills, 90210).


Pero, ¿qué tiene de especial Pequeñas mentirosas como para haberse convertido en uno de los grandes guilty pleasures televisivos de los últimos años? Bueno, por una parte el haber acercado aquello de “descubre al asesino” (sin llegar a ser un slasher al uso; recordemos que esta serie se emitía en un canal “juvenil y para todos los públicos”) al terreno de la soap opera; por otro, su acertado casting (lo bien que se complementan sus protagonistas, el haber recuperado a varios rostros reconocibles del medio...,) y, claro, un guión de lo más tramposo (uno corre cierto peligro si pretende tomarse, aunque sea sólo un poquito, en serio lo que les ocurre a nuestras pobres “heroínas”. Se les puede acusar (mejor directamente a su creadora, por mucho que ahora ande ocupada con su nueva serie: Famous in love, en la que Bella Thorne interpreta a una universitaria que ansía triunfar en Hollywood tras una exitosa audición) de haber intentado exprimir demasiado su tirón (¿era necesaria la última temporada y media?). También de querer dejar todo bastante atado o, mejor dicho, bastante masticado (¿era necesario semejante desenlace?). No pasa nada; lo importante es que estoy ante una serie que me ha mantenido pegado a la pantalla con una historia sin pies ni cabeza pero adictiva como pocas. La televisión (sí, esa que dicen está viviendo su gran época dorada) necesita más series así; tan superficiales como atrayentes y con más valores (y no estoy hablando de ética o moralidad) de los cabría imaginar a simple vista (cuando vi un par de capítulos por primera vez pensé que me encontraba ante una tonta serie juvenil de misterio que bebía de la ya mencionada película escrita por Kevin Williamson; hasta dejé de verla por un tiempo; por fortuna, un buen día me reencontré con ella y ya nunca pude alejarme de sus rocambolescas tramas y de sus retorcidos personajes). Pequeñas mentirosas ha terminado (el último capítulo se emitió, en Estados Unidos, el pasado día 27), justo ahora que otra serie juvenil (un tanto distinta pero, las cosas como son, con varios puntos en común), me refiero a Por trece razones (13 Reasons Why), parece llegar (¡y lo hace apoyada por la crítica y por la todopoderosas Netflix!) para ocupar el gran vacío (aunque los rumores sobre un posible spin off no se han hecho esperar) que nos deja la serie de Hale (actriz que, durante las primeras temporadas, se nos presentaba como la gran protagonista de la serie pero cuyo soso personaje fue pasando rápidamente a un merecido segundo plano en beneficio del interpretado por Bellisario) y cía.

Lo mejor: Que haya sido (al menos para el que esto escribe) el gran guilty pleasure televisivo de los últimos años. También la nada impostada química entre sus jóvenes protagonistas, unos guiones que te dejaban (de manera más que tramposa) con la miel en los labios y la recuperación de rostros populares del medio (con la maravillosa Laura Leighton a la cabeza).

Lo peor: Era imposible tomársela en serio. Si lo hacías corrías el riesgo de darte de bruces con mil inconexiones o con tramas en las que no cabían más agujeros. Eso y el haberla alargado más allá de descubrirse quién (o quiénes) era(n) A.

Puntuación: 7/10.

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