Título original: Pretty Little Liars. Años: 2010-2017 (7 Temporadas). País:
Estados Unidos. Género: Drama,
Intriga. Creadora: I. Marlene King. Intérpretes: Lucy
Hale, Ashley Benson, Troian Bellisario, Shay Mitchell, Sasha Pieterse, Ian
Harding, Janel Parrish, Keegan Allen, Tyler Blackburn, Laura Leighton, Lesley
Fera, Tammin Sursok, Holly Marie Combs, Chad Lowe, Andrea Parker, Lindsey Shaw,
Nia Peeples, Drew Van Acker, Torrey DeVitto, Nolan North, Bianca Lawson, Roma
Maffia, Ryan Merriman, Sean Faris, Annabeth Gish.
Adaptación de toda una retahíla (¡¿16?!) de novelas de misterio
juveniles, la serie que nos ocupa vendría a ser una especie de versión (algo
más intrigante y menos sanguinolenta) para la pequeña pantalla de ese exitoso slasher titulado Sé
lo que hicisteis el último verano (I Know What You Did Last Summer). En
dicha película los protagonistas (capitaneados por Jennifer Love Hewitt y Sarah
Michelle Gellar, dos de las más populares scream
queens de mi generación) eran acosados por alguien que decía conocer el
terrible asesinato que habían cometido involuntariamente, mientras que en Pequeñas mentirosas nuestras chicas
(Lucy Hale, vista en varios subproductos Disney o compartiendo con Shenae
Grimes una de las mejores escenas de Scream
4, como la amiga que vuelve a casa tras una larga ausencia; Ashley Benson, una
de las protagonistas de la lisérgica, y hasta recomendable, Spring Breakers, dando vida a la
superficial Hannah; Troian Bellisario, hija del productor y guionista (Magnum, P.I., JAG, NCIS) televisivo
Donald P. Bellisario, en la piel de Spencer, la brillante e improbable líder
del grupo; y Shay Mitchell, introvertida y con muchas dudas sobre su sexualidad)
comienzan a recibir anónimos de un (o una) tal A que dice saber qué ha sucedido
con la quinta integrante de la pandilla, la odiosa Alison (Sasha Pieterse,
cuyos constantes cambios de peso a lo largo de la serie trajeron de cabeza a
fans y haters), desaparecida
misteriosamente, y, sobre todo, qué papel jugaron ellas en el fatídico devenir
de la joven.
Emitida por el canal ABC Family
(ahora Freeform), Pequeñas mentirosas aúna el misterio (a
lo Twin Peaks; incluso encontramos
algún pequeño guiño a la reverenciada obra de Lynch en forma de pájaro que sabe
demasiado) con el culebrón melodrama juvenil de toda la vida. Familias enfrentadas, un pueblo repleto de
secretos (y en el que todos parecen tener algo que esconder), unas
protagonistas que, a pesar de vivir en tan modesto lugar, van más a la última
que las chicas de Sexo en Nueva York
(Sex and the City), romances imposibles (incluida la siempre sufrida historia
de amor imposible entre alumna y profesor; Lucy Hale e Ian Harding, sosos hasta
el hastío) y un buen puñado de rostros bellos con cuerpos de infarto (de esos
esculpidos en el gimnasio o en algún que otro sitio todavía menos edificante)
son los ingredientes con que cuenta esta serie. Serie que tuvo a bien reunir,
alrededor de tan púber elenco, a otro grupo de intérpretes algo más curtidos,
como Chad Lowe, visto en las televisivas A
fuerza de cariño (Life Goes On), Melrose
Place o 24; Nia Peeples, cuya
filmografía incluye series como Fama
(Fame), Walker, Texas Ranger (a
mayor gloria del inefable Chuck Norris) o la longeva The Young and the Restless; Holly Marie Combs, protagonista de Picket Fences y Embrujadas (Charmed); y Laura Leighton, la inolvidable y retorcida
Sydney Andrews de Melrose Place (papel
que repetiría en la fugaz secuela/reboot
de 2009) o la inofensiva Sophie Burns, interés amoroso del personaje de Ian
Ziering, de Sensación
de vivir (Beverly Hills, 90210).
Pero, ¿qué tiene de especial Pequeñas
mentirosas como para haberse convertido en uno de los grandes guilty pleasures televisivos de los
últimos años? Bueno, por una parte el haber acercado aquello de “descubre al
asesino” (sin llegar a ser un slasher
al uso; recordemos que esta serie se emitía en un canal “juvenil y para todos
los públicos”) al terreno de la soap
opera; por otro, su acertado casting (lo bien que se complementan sus
protagonistas, el haber recuperado a varios rostros reconocibles del medio...,)
y, claro, un guión de lo más tramposo (uno corre cierto peligro si pretende
tomarse, aunque sea sólo un poquito, en serio lo que les ocurre a nuestras
pobres “heroínas”. Se les puede acusar (mejor directamente a su creadora, por
mucho que ahora ande ocupada con su nueva serie: Famous in love, en la que Bella Thorne interpreta a una
universitaria que ansía triunfar en Hollywood tras una exitosa audición) de
haber intentado exprimir demasiado su tirón (¿era necesaria la última temporada
y media?). También de querer dejar todo bastante atado o, mejor dicho, bastante
masticado (¿era necesario semejante desenlace?). No pasa nada; lo importante es
que estoy ante una serie que me ha mantenido pegado a la pantalla con una
historia sin pies ni cabeza pero adictiva como pocas. La televisión (sí, esa
que dicen está viviendo su gran época dorada) necesita más series así; tan
superficiales como atrayentes y con más valores (y no estoy hablando de ética o
moralidad) de los cabría imaginar a simple vista (cuando vi un par de capítulos
por primera vez pensé que me encontraba ante una tonta serie juvenil de
misterio que bebía de la ya mencionada película escrita por Kevin Williamson;
hasta dejé de verla por un tiempo; por fortuna, un buen día me reencontré con
ella y ya nunca pude alejarme de sus rocambolescas tramas y de sus retorcidos
personajes). Pequeñas mentirosas ha
terminado (el último capítulo se emitió, en Estados Unidos, el pasado día 27),
justo ahora que otra serie juvenil (un tanto distinta pero, las cosas como son,
con varios puntos en común), me refiero a Por trece razones (13 Reasons Why), parece llegar (¡y lo hace apoyada por la
crítica y por la todopoderosas Netflix!)
para ocupar el gran vacío (aunque los rumores sobre un posible spin off no se han hecho esperar) que nos
deja la serie de Hale (actriz que, durante las primeras temporadas, se nos
presentaba como la gran protagonista de la serie pero cuyo soso personaje fue
pasando rápidamente a un merecido segundo plano en beneficio del interpretado
por Bellisario) y cía.
Lo mejor: Que haya sido (al
menos para el que esto escribe) el gran guilty
pleasure televisivo de los últimos años. También la nada impostada química
entre sus jóvenes protagonistas, unos guiones que te dejaban (de manera más que
tramposa) con la miel en los labios y la recuperación de rostros populares del
medio (con la maravillosa Laura Leighton a la cabeza).
Lo peor: Era imposible tomársela
en serio. Si lo hacías corrías el riesgo de darte de bruces con mil
inconexiones o con tramas en las que no cabían más agujeros. Eso y el haberla
alargado más allá de descubrirse quién (o quiénes) era(n) A.
Puntuación: 7/10.
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