domingo, 22 de abril de 2018

American Horror Story (Temporada 7): Cult

Título original: American Horror Story: Cult. Año: 2017 (Temporada 7 de American Horror Story). País: Estados Unidos. Género: Terror. Creadores: Ryan Murphy y Brad Falchuk. Intérpretes: Sarah Paulson, Evan Peters, Billie Lourd, Cheyenne Jackson, Alison Pill, Adina Porter, Leslie Grossman, Billy Eichner, Colton Haynes, John Carroll Lynch, Cooper Dodson, Chaz Bono, Dermot Mulroney, Lena Dunham, Frances Conroy, Mare Winningham, Emma Roberts, Dot-Marie Jones, Zack Ward.

Reconozco que el primer capítulo de esta (¡séptima ya!) temporada, y a pesar de que lo esperaba con ansias tras la remontada que supuso Roanoke (sobre todo tras la deficiente Hotel; lo sé, me repito muchísimo), la anterior entrega, me dejó un tanto frío. Seguramente porque la historia que nos querían contar apenas era esbozada y tan sólo nos presentaban a algunos de los personajes principales sin destapar todas sus cartas (algo que, por otra parte, imaginaba).


Cult comienza mostrándonos la noche electoral en la que Trump fue elegido presidente, haciendo hincapié en el disgusto que semejante elección causa en la pareja formada por Ally (Sarah Paulson, rostro habitual en las producciones de Murphy), una persona repleta de fobias (entre ellas un desmesurado pavor hacia los payasos), y Ivy (Alison Pill). Pareja que tiene un hijo, llamado Oz (Cooper Dodson). También nos presenta a un tipo tan extravagante como peligroso y embuchador: Kai Anderson (Evan Peters, visto en todas las temporadas de la serie), encantado con la victoria de Trump y con un ambicioso plan bajo el brazo (hacerse un hueco en el mundo político). Plan que pasa por crear una especie de secta que siga a pies puntillas todas sus órdenes, por muy terribles (todo tipo de tropelías y hasta asesinatos) que éstas sean.  Y sí, uno de los puntos fuertes de esta ficción sigue residiendo en su reparto. Repiten muchos (Cheyenne Jackson, interpretando al psicólogo de Ally; Adina Porter, como una reportera harta de que otros se lleven las alabanzas de manera injusta; Frances Conroy, inteligente y manipuladora, cuyo odio hacia los hombres ha dado sentido a su vida; Mare Winningham, en el breve papel de rival política de Kai; John Carroll Lynch, repitiendo su papel de payaso visto en Freak Show; o los ya nombrados, y protagonistas de la temporada, Sarah Paulson y Evan Peters), pero la gracia está en ver qué tal interactúan los nuevos rostros: Leslie Grossman (Popular) y Bily Eichner, como los (peculiares, claro) vecinos de nuestras protagonistas; Colton Haynes, en el papel de detective encargado de gestionar varios sucesos escabrosos que suceden en el barrio en el que viven Ally y Ivy; Chaz Bono, como uno de los seguidores de Kai; Dermot Mulroney, interpretando a un presentador local de compleja (sic) vida privada; o Lena Dunham, creadora y protagonista de la serie Girls, en el rol de líder de un movimiento feminista (más bien terrorista) radical/extremista. 

 
Y no, no me he olvidado de Billie Lourd (hija de Carrie Fisher), pero es que su participación va directa al montón de cosas negativas (lo más destacado: ciertos excesos innecesarios y lo desaprovechados que están la inmensa mayoría de intérpretes; no así, Emma Roberts, compañera de Lourd en la tristemente cancelada Scream Queens, quien se roba cada una de las escenas del único capítulo en el que participa), aunque sólo sea por lo mucho que me chirría su inexplicable inexpresividad. Cult se presenta como un pequeño paso atrás con respecto a la temporada anterior; sin embargo, y a pesar de lo mucho que le cuesta arrancar (va de menos a más) y encontrar su tono (peca de caótica y sigue jugando demasiado con los excesos, para bien y, en demasiadas ocasiones, para mal), mantiene el tipo con dignidad (no es coherente, pero va sumando interés conforme avanza) y nos termina ofreciendo mucha más diversión que las ya nombradas Hotel y Freak Show. Y es que Cult es ciertamente superior a éstas, algo que, a estas alturas (recordemos que estamos hablando de una séptima temporada) se agradece.

Lo mejor: Varios giros de guión (aunque algunos se ven venir de lejos, como la relación que existe entre varios personajes o las traiciones de unos y otros), que buena parte de los episodios hayan sido dirigidos (con más que solvencia) por mujeres (entre ellas Jennifer Lynch y la actriz Angela Bassett) y cuando la historia se centra en algunos de los personajes más secundarios (por ejemplo cuando se traslada al pasado para contarnos la historia protagonizada por Durham).

Lo peor: Le cuesta arrancar y, lo que es peor, desaprovecha muy mucho a algunos de sus actores (lo de Dermot Mulroney es de traca; ¿para qué contratar a un actor reconocido como él si se le otorga un papel tan meramente testimonial?). También lo rebuscadas que resultan algunas resoluciones o lo mucho que busca epatar con subtramas (o momentos) decididamente fuera de lugar (véase cuando el grupo capitaneado por Kai da con el sumiso que tiene oculto el personaje de Mulroney). Truculencias metidas con calzador que no vienen a cuento o que aportan más bien poco a la historia principal.

Puntuación: 6/10.

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