Título original: American Horror Story: Cult. Año:
2017 (Temporada 7 de American Horror
Story). País: Estados Unidos. Género: Terror. Creadores: Ryan
Murphy y Brad Falchuk. Intérpretes: Sarah
Paulson, Evan Peters, Billie Lourd, Cheyenne Jackson, Alison Pill, Adina
Porter, Leslie Grossman, Billy Eichner, Colton Haynes, John Carroll Lynch,
Cooper Dodson, Chaz Bono, Dermot Mulroney, Lena Dunham, Frances Conroy, Mare
Winningham, Emma Roberts, Dot-Marie Jones, Zack Ward.
Reconozco que el primer
capítulo de esta (¡séptima ya!) temporada, y a pesar de que lo esperaba con
ansias tras la remontada que supuso Roanoke
(sobre todo tras la deficiente Hotel;
lo sé, me repito muchísimo), la
anterior entrega, me dejó un tanto frío. Seguramente porque la historia que nos
querían contar apenas era esbozada y tan sólo nos presentaban a algunos de los
personajes principales sin destapar todas sus cartas (algo que, por otra parte,
imaginaba).
Cult comienza mostrándonos la
noche electoral en la que Trump fue elegido presidente, haciendo hincapié en el
disgusto que semejante elección causa en la pareja formada por Ally (Sarah
Paulson, rostro habitual en las producciones de Murphy), una persona repleta de
fobias (entre ellas un desmesurado pavor hacia los payasos), y Ivy (Alison
Pill). Pareja que tiene un hijo, llamado Oz (Cooper Dodson). También nos
presenta a un tipo tan extravagante como peligroso y embuchador: Kai Anderson (Evan
Peters, visto en todas las temporadas de la serie), encantado con la victoria
de Trump y con un ambicioso plan bajo el brazo (hacerse un hueco en el mundo
político). Plan que pasa por crear una especie de secta que siga a pies
puntillas todas sus órdenes, por muy terribles (todo tipo de tropelías y hasta
asesinatos) que éstas sean. Y sí, uno de
los puntos fuertes de esta ficción sigue residiendo en su reparto. Repiten
muchos (Cheyenne Jackson, interpretando al psicólogo de Ally; Adina Porter,
como una reportera harta de que otros se lleven las alabanzas de manera
injusta; Frances Conroy, inteligente y manipuladora, cuyo odio hacia los
hombres ha dado sentido a su vida; Mare Winningham, en el breve papel de rival
política de Kai; John Carroll Lynch, repitiendo su papel de payaso visto en Freak
Show; o los ya nombrados, y protagonistas de la temporada, Sarah
Paulson y Evan Peters), pero la gracia está en ver qué tal interactúan los
nuevos rostros: Leslie Grossman (Popular)
y Bily Eichner, como los (peculiares, claro) vecinos de nuestras protagonistas;
Colton Haynes, en el papel de detective encargado de gestionar varios sucesos
escabrosos que suceden en el barrio en el que viven Ally y Ivy; Chaz Bono, como
uno de los seguidores de Kai; Dermot Mulroney, interpretando a un presentador
local de compleja (sic) vida privada; o Lena Dunham, creadora y protagonista de
la serie Girls,
en el rol de líder de un movimiento feminista (más bien terrorista) radical/extremista.
Y no, no me he
olvidado de Billie Lourd (hija de Carrie Fisher), pero es que su participación
va directa al montón de cosas negativas (lo más destacado: ciertos excesos
innecesarios y lo desaprovechados que están la inmensa mayoría de intérpretes;
no así, Emma Roberts, compañera de Lourd en la tristemente cancelada Scream
Queens, quien se roba cada una de las escenas del único capítulo en el
que participa), aunque sólo sea por lo mucho que me chirría su inexplicable inexpresividad.
Cult se presenta como un pequeño
paso atrás con respecto a la temporada anterior; sin embargo, y a pesar de lo
mucho que le cuesta arrancar (va de menos a más) y encontrar su tono (peca de
caótica y sigue jugando demasiado con los excesos, para bien y, en demasiadas
ocasiones, para mal), mantiene el tipo con dignidad (no es coherente, pero va
sumando interés conforme avanza) y nos termina ofreciendo mucha más diversión
que las ya nombradas Hotel y Freak Show. Y es que Cult es ciertamente superior a éstas,
algo que, a estas alturas (recordemos que estamos hablando de una séptima
temporada) se agradece.
Lo mejor: Varios giros de guión
(aunque algunos se ven venir de lejos, como la relación que existe entre varios
personajes o las traiciones de unos y otros), que buena parte de los episodios
hayan sido dirigidos (con más que solvencia) por mujeres (entre ellas Jennifer
Lynch y la actriz Angela Bassett) y cuando la historia se centra en algunos de
los personajes más secundarios (por ejemplo cuando se traslada al pasado para
contarnos la historia protagonizada por Durham).
Lo peor: Le cuesta arrancar y,
lo que es peor, desaprovecha muy mucho a algunos de sus actores (lo de Dermot
Mulroney es de traca; ¿para qué contratar a un actor reconocido como él si se
le otorga un papel tan meramente testimonial?). También lo rebuscadas que
resultan algunas resoluciones o lo mucho que busca epatar con subtramas (o
momentos) decididamente fuera de lugar (véase cuando el grupo capitaneado por Kai
da con el sumiso que tiene oculto el personaje de Mulroney). Truculencias
metidas con calzador que no vienen a cuento o que aportan más bien poco a la
historia principal.
Puntuación: 6/10.
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