viernes, 21 de octubre de 2022

Ciudad de vida y muerte

Título original: Nanjing! Nanjing! Año: 2009. País: China. Género: Drama, Bélico. Director: Lu Chuan. Guionista: Lu Chuan. Intérpretes: Liu Ye, Gao Yuanyuan, Hideo Nakaizumi, Fan Wei, Ryu Kohata, Qin Lan, Kiang Yiyan, John Paisley, Liu Bin, Beverly Peckous, Yao Di. 

 
Hay muchas maneras de acercarse a un hecho histórico. En las películas bélicas, por ejemplo, depende mucho el punto de vista de quién nos cuenta lo sucedido. Será diferente si la vivimos a través de los ojos de los vencedores que de los vencidos, aunque también influye (y mucho) la visión del director. Es decir, no es lo mismo una versión patriótica que otra más crítica. Buena muestra de esto último serían los trabajos de Oliver Stone o Stanley Kubrick. Hay incluso quien se atreve a mostrarnos ambos puntos de vista, como Clint Eastwood con Banderas de nuestros padres (Flags of Our Fathers) y Cartas desde Iwo Jima (Letters from Iwo Jima). Lu Chuan es un reputado director chino que nos ofrece la visión de su pueblo con respecto a las vejaciones, torturas y muertes a las que fueron sometidos por el ejército nipón en 1937. 
 
 
La película nos narra la masacre de Nankín, en la que alrededor de 300.000 chinos fueron asesinados por el ejército japonés. Para contar dicha tragedia, Lu Chuan se sirve tanto de personajes reales como ficticios. Entre los primeros destacaría John Rabe (John Paisley), un comerciante alemán que ayudó al pueblo chino, mientras que en el segundo encontramos a su ayudante (Fan Wei) o a Kadokawa (Hideo Nakaizumi), integrante del ejército japonés pero crítico con sus acciones. Sin embargo, el director pone más énfasis en las situaciones que en los personajes, los cuales pasan automáticamente a un segundo plano.
 
 
 
Es cierto que en algunas ocasiones pueda parecer que estemos ante un simple panfleto o una película propagandística, pero lo que prevalece es el talento del director a la hora de abordar cada una de las escenas. Su gran labor se nota en los impresionantes primeros tres cuartos de hora, los cuales me recordaron sobremanera a uno de los más alabados trabajos de Spielberg: Salvar al soldado Ryan (Saving Private Ryan). A ello habría que añadir el impacto que generan la inmensa mayoría de sus pasajes, la emotividad y dureza del conjunto o su magnífica fotografía en blanco y negro, una de las grandes virtudes de la película. 
 
Lo mejor: Fotografía, historia y labor de dirección. Atención a su primera parte, pero también a su último plano. 
 
Lo peor: Ciertos pasajes ligeramente panfletarios. 
 
Puntuación: 8/10.

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