Título original: Baby Driver. Año: 2017. País: Reino Unido. Género: Acción, Musical (que conste que no estamos
ante un musical propiamente dicho, pero la música juega un papel fundamental en
la historia). Director: Edward
Wright. Guionista: Edward Wright. Intérpretes: Ansel Elgort, Lily James, Kevin Spacey, Jon Hamm,
Jamie Foxx, Eiza González, Jon Bernthal, Flea, Lanny Joon, CJ Jones, Sky
Ferreira, Lance Palmer, Hudson Meek.
Baby Driver, el nuevo largometraje de Edward Wright,
director de Zombies Party (Shaun of
the Dead) o Scott Pilgrim contra el mundo
(Scott Pilgrim vs. the World), se ha convertido, sin hacer (al menos a priori) mucho
ruido, en uno de los estrenos más potentes de lo que llevamos de año, poniendo
de acuerdo a crítica y público (resulta relativamente fácil vaticinar que su
andadura taquillera americana terminará alcanzando los 100 millones de dólares;
nada mal si tenemos en cuenta que su presupuesto rondó los 34).
La historia, eso sí, no es la más original del mundo: joven
problemático, interpretado por Ansel Elgort, al que hemos visto en la
lacrimógena Bajo la misma estrella (The
Fault in Our Stars), acaba trabajando para un mafioso (Kevin Spacey, cuya
peculiar, y cómica, manera de hablar puede que te acabe sacando de quicio), decidido
beneficiarse de su buen hacer al volante. Pero todo cambia (o empieza a
cambiar) cuando conoce a una camarera (Lily James) de la que se enamora
perdidamente. Jamie Foxx (como un peligroso psicópata) y la (melosa/sexy) pareja
formada por Jon Hamm (Mad Men) y
Eiza González completan el reparto. Reparto en el que también tienen cabida los
músicos Flea (Red Hot Chili Peppers) y Sky Ferreira (quien interpreta a la fallecida
madre de nuestro protagonista y, de paso, hace suya una de las versiones con
que cuenta la banda sonora: la bella Easy).
La película de
Wright me recordó mucho a otro de los grandes filmes de “robos y atracos”
recientes: Drive.
Ambas pueden presumir, además, de contener los mejores inicios que servidor
haya visto en mucho (muchísimo) tiempo. Wright denota pulso al filmar las
numerosas escenas de acción; también un gusto musical exquisito. Lástima que
los diálogos se le resistan y resulten redundantes y, a veces (sólo a veces),
un poco tontos. Nimiedades para una película que se disfruta de principio a fin
y que cuenta con un reparto ajustado y certero y con un desenlace menos
previsible de lo que uno pudiese augurar. Tal vez no sea esa gran obra cinematográfica
que algunos han creído ver (o puede que mis altas expectativas hayan jugado en su
contra), pero no seré yo quien le reste méritos a un trabajo cuyos éxitos se
antojan bien merecidos. Tampoco quien critique (como he oído hacer a más de uno
públicamente) lo estereotipados que están los personajes femeninos (la infeliz
madre fallecida, la novia dulce o la ladrona sexy y un tanto machista), porque,
¿acaso no lo están (aunque sea un poco) también los masculinos (el mafioso
controlador, el ladrón torpe, el pendenciero…)? Una cosa sí está clara: estamos
ante la película más cool del año.
Lo mejor: Su impacto visual y
sonoro (por su notabilísima banda sonora, no por sus diálogos).
Lo peor: Parte de los diálogos o
el poco sentido que tiene el devenir de algunos personajes (el de Kevin Spacey,
por ejemplo).
Puntuación: 7/10.
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