Título original: Paquita Salas. Año: 2018 (Temporada 2 de Paquita Salas). País: España. Género: Comedia, Drama. Creadores: Javier
Calvo y Javier Ambrossi (aka “Los
Javis”). Intérpretes: Brays Efe, Belén
Cuesta, Yolanda Ramos, Lidia San José, Mariona Terés, Anna
Castillo, Álex de Lucas, Secun De La Rosa, Andrés Pajares, Ana Millán, Verónica
Echegui, Belinda Washington, Ana Obregón.
Nacida
como una especie de broma interna (entre Ambrossi, Calvo y Efe), Paquita Salas se
estrenó, sin armar mucho ruido, en Flooxer, la plataforma multimedia
de Atresmedia (la misma que ha emitido, más recientemente, Looser,
webserie a mayor gloria de Soy Una Pringada).
No tardaría en convertirse en una mini-éxito que todos (y yo me incluyo)
quisimos reivindicar. Muchos eran sus valores: su tono, decididamente cómico
pero con un toque amargo/melancólico; el trabajo de sus actores (maravillosos
todos ellos, pero especialmente unos inmensos Brays Efe y Belén Cuesta);
sus guiños; los cameos; su ajustadísima duración (cinco capítulos de menos de
media hora; algo impensable en la ficción nacional). Eran tantas sus virtudes
(y tantos los que nos hicimos fans) que Netflix no tardó
en fijarse en ella. Ahora podemos encontrar allí sus dos primeras temporadas.
¡Y hasta han dado luz verde a una tercera! Lo bueno es que el cambio de
plataforma no ha desdibujado el proyecto. Hay algún cambio, eso es verdad. Por
ejemplo, nada más empezar vemos (o, mejor dicho, oímos) el primero, ya que la
cantante Rosalía
(de plena actualidad gracias a su último hit,
Malamente) se hace cargo de la nueva
sintonía. Nada que reprochar, ya que todo aquello que hizo tan popular a la
serie, y al personaje que le da título (la reina de los torreznos y del
Larios), sigue ahí.
La historia comienza prácticamente donde lo
dejaba la entrega anterior. Es decir, con Paquita (Brays Efe)
recuperándose de su enésima espantada (la de Mariona Terés) y buscando
nuevos talentos (esa actriz, ¿o actor?, 360). Su empresa, PS Management,
no pasa precisamente por su mejor momento. Un bajón en lo profesional que
parece trasladarse también al plano personal. Y es que en esta nueva temporada
la balanza parece equilibrarse hacia el lado del drama. La comedia sigue
estando presente, pero los momentos cómicos, que haberlos haylos (véase la
escena con Anna
Castillo y los figurantes durante el primer capítulo), quedan
irremediablemente eclipsados por los decididamente más dramáticos. El reparto
se mantiene. En él seguimos hallando buena parte del éxito de la serie. Eso sí,
destacaría para mal la escasa presencia de Belén Cuesta, quien vuelve a
interpretar a la mano derecha de Paquita, y para bien que recuperen a Lidia San José
(la niña de A las once en casa y ¡Ala… Dina!, como nos vuelven a remarcar) y le den más
cancha (¡y yo que me alegro!) a su personaje (nota para despistados: hace de sí
misma; bueno, sería más correcto decir que se autoparodia). También regresa,
con su papel de “emprendedora” (ahora “esteticién de la vida”) que todo lo
sabe, la actriz y cómica Yolanda Ramos, quien también goza de mayor presencia. Eso
sí, sigue brillando por encima de todos un Brays Efe que le tiene bien
cogido el pulso a una Paquita Salas que aquí sufre, y mucho, y a la que resulta
imposible no adorar. Una de sus frases durante el primer capítulo, “no estoy
loca, estoy hasta el coño”, no puede ser más mítica dentro de su clara
vulgaridad. Y así con todo. Y sí, la serie sigue contando con bien de invitados
especiales. Presencias tan cacareadas como las de Ana Obregón
(a la que le dedican todo un capítulo, el segundo) o Verónica Echegui (cuyo
personaje está claramente inspirado en la figura de la actriz Miren Gaztañaga,
cuyas incendiarias declaraciones provocaron que muchos decidiesen boicotear su
más reciente, al menos por aquel entonces, película, El guardián
invisible). Otras (presencias) es mejor no desvelarlas. Sólo
diré que hay muchas y algunas son realmente sorprendentes (las del último
capítulo son de auténtico escándalo).
En definitiva, podemos asegurar que esta nueva
entrega mantiene el tipo. Es cierto que quizá se eche en falta algo más de
comedia y un poco menos de dramatismo, pero la serie sigue contando con buena
parte de esos valores que tantos reconocimientos le han reportado (entre ellos
tres premios Feroz: mejor serie de comedia, mejor actor, para Efe, y
mejor actriz de reparto, para Cuesta). Sus intérpretes siguen
brillando, su duración continúa igual de ajustada (otros cinco capítulos de menos
de media hora) y su frescura sigue, a pesar de todo, decididamente intacta.
Lo mejor: Mantiene el nivel. Sigo encontrando en ella todo aquello que me enganchó durante su primera temporada.
Lo peor: Lo poco aprovechadas
que están Belén
Cuesta y Anna Castillo. También que el drama se meriende (sin
compasión) a la comedia.
Puntuación: 7,5/10.
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