Título original: Cameron Crowe. Año: 1989. País: Estados Unidos. Género:
Comedia, Romance. Director: Cameron
Crowe. Guionista: Cameron
Crowe. Intérpretes: John Cusack,
Ione Skye, John Mahoney, Lili Taylor, Amy Brooks, Jason Gould, Pamela Adlon,
Loren Dean, Jeremy Piven, Bebe Neuwirth, Eric Stoltz, Kim Walker, Lisanne Falk,
Dan Castellaneta (no acreditado), Joan Cusack (no acreditada).
La historia que nos
narra Un gran amor es bien sencilla:
Lloyd (John Cusack) está perdidamente enamorado de la chica más popular de su
escuela, Diane (Ione Skye), una aplicada joven que no presta demasiada atención
a chicos y fiestas. Poco a poco, y a pesar de que todo parece ir en su contra
(familia incluida), Lloyd logrará acercarse a la hermética Diane, iniciando una
entrañable relación que tratará de convertir en algo más.
Cusack (en un papel para el que audicionó Christian Slater, se tanteó a Kirk
Cameron y rechazó Robert Downey Jr.) y Skye (en un papel por el que competió
con Jennifer Connelly) son los dos grandes protagonistas de esta cinta. El
primero logró hacerse un hueco en Hollywood compaginando superproducciones,
estilo 2012, con trabajos de autor
(se ha puesto a las órdenes de realizadores tan relevantes como Clint Eastwood,
Woody Allen, Robert Altman, Stephen Frears, Terrence Malick o Alan Parker) y
películas de culto, como, por ejemplo, Cómo
ser John Malkovich (Being John Malkovich) o Alta fidelidad (High Fidelity), por la que fue nominado a un Globo
de Oro. Ella se ha tenido que conformar con trabajar de manera regular en
producciones un tanto irregulares. Guncrazy
(a mayor gloria de una Drew Barrymore todavía en horas bajas), Four Rooms (la, un tanto fallida,
comedia negra formada por cuatro historias narradas por otros tantos
realizadores; ella participaba en la dirigida por Allison Anders y tenía de
compañera de reparto a la mismísima Madonna) o una comedia junto a Jennifer
Aniston (antes de que ésta se convirtiera en una especie de nueva “Novia de
América”), titulada El novio de mis
sueños (Dream for an Insomniac), son algunas de las películas que conforman
su extensa, pero no demasiado destacable, filmografía. John Mahoney (el padre
de Frasier en la sitcom Frasier), Lili Taylor, protagonista de
una de mis películas favoritas, Cosas
que nunca te dije, Pamela Adlon (Californication,
Louie, Better
Things), Jeremy Piven, Ari Gold en la serie El séquito (Entourage), o las actrices Kim Walker y Lisanne Falk,
Heather Chandler y Heather McNamara, respectivamente, en la película de culto Escuela
de jóvenes asesinos (Heathers), son algunos de los secundarios más rutilantes
con que cuenta Un gran amor.
Cameron Crowe, director de Casi famosos (Almost Famous), otra película a la que le tengo un cariño especial, o Jerry Maguire, debutó en la dirección de largometrajes con esta comedia romántica juvenil. Cinta que, a día de hoy, sigue gozando de cierto prestigio. Sobre todo en su país de origen. Parte de su éxito radica en la amabilidad con que Crowe retrata a su pareja protagonista (no así a los personajes secundarios, los cuales no acaban de tener la contundencia que debieran, a pesar de contar con alguna que otra escena pasa su propio lucimiento). A destacar la figura de Lloyd, nuestro gran protagonista. Un personaje masculino atípico; extremadamente bondadoso (casi bobalicón) pero francamente entrañable. A dicho éxito (al del personaje) contribuyen tanto la interpretación (y el físico, es decir, altura y rostro aniñado) de Cusack como varias escenas que, sin caer en tontas sensiblerías, reflejan con dulzura y sencillez el romance entre su personaje y el de Skye. Veo un tanto injustificada la adoración que por esta película sienten en su país de origen, pero sí puedo llegar a comprender que juegue un papel relevante dentro del subgénero de las comedias románticas juveniles.
Lo mejor: La ya mítica escena en
la que Lloyd se planta, portando un radiocasete (¡cómo cambian los tiempos!) en
el que suena Peter Gabriel (Crowe fue crítico musical y tiene un gusto
exquisito a la hora de seleccionar la música para sus trabajos), frente a la
casa de Diane.
Lo peor: Unos secundarios a los
que Crowe no sabe sacar tanto partido como a su pareja protagonista.
Puntuación: 6/10.
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