Título original: Some Kind of Wonderful. Año: 1987. País: Estados Unidos. Género: Drama,
Comedia, Romance. Director: Howard
Deutch. Guionista: John Hughes. Intérpretes: Eric Stoltz, Mary Stuart
Masterson, Lea Thompson, Craig Sheffer, John Ashton, Elias Koteas, Jane Elliot,
Scott Coffey, Chynna Phillips, Molly Hagan, Maddie Corman, Candace Cameron Bure.
John Hughes tenía
un don especial para crear personajes juveniles y alejarlos de los estereotipos
del cine para adolescentes más convencional. Sirvan como ejemplo los
protagonistas de la superlativa El
club de los cinco (The Breakfast Club), los de la encantadora La
chica de rosa (Pretty in Pink), también dirigida por Deutch, o los de
la película que nos ocupa.
El argumento de Una maravilla con clase
se centra en el triángulo amoroso formado por Watts (Mary Stuart Masterson),
una joven de fuerte carácter, su amigo Keith (Eric Stoltz), uno de los parias
del instituto, y Amanda (Lea Thompson; nota rosa: Thompson y Deutch, el
director, se conocieron en esta película, iniciaron una relación y acabaron
casándose; nota cinematográfica: el papel de Amanda le fue ofrecido
inicialmente a Molly Ringwald, actriz fetiche de Hughes, pero lo rechazó,
levantando las iras de éste, quien no volvería contar con ella nunca jamás), la
más popular del lugar. Esta última, además, es novia del repelente Hardy (Craig
Sheffer). Y, aunque parezcan personajes arquetípicos, Hughes les da un toque
personal; los hace más accesibles (e identificables para el espectador) y dota
de un encanto especial (cosa a la que también ayuda su más correcto grupo de
intérpretes). Quizá se hubiera necesitado a alguien más carismático que Stoltz (cuyo
personaje fue escrito con él en mente) para dar vida al antihéroe de la función,
pero el actor realiza un buen trabajo, y eso, al fin y al cabo, es lo más
importante. Y bueno, ahí está Mary Stuart Masterson para encandilarnos a todos
con su rol, el mejor de la película (sin lugar a dudas) y el que más simpatías
despierta entre el personal.
Una maravilla con clase es una película para adolescentes por encima de la media. Ni su muy convencional apartado técnico, sencillo (casi simple; casi anodino) trabajo de dirección (Deutch nunca ha destacado por su versatilidad tras las cámaras) o previsible desenlace (no podía ser de otra forma, ¿no?) enturbian el resultado final de una cinta con chispa que, eso sí, no alcanza las cotas de calidad de otros trabajos de su muy querido guionista.
Lo mejor: Watts, el personaje de
Mary Stuart Masterson, actriz a la que hemos podido ver en películas como Tomates verdes fritos (Fried Green
Tomatoes) o Benny & Joon (aka El
amor de los inocentes).
Lo peor: Lo poco que me convence
el devenir de la pobre Amanda. ¡El personaje se merecía algo más! También que estemos
ante una de esas películas que hay que ver a una edad (y/o una etapa de
nuestras vidas) muy concreta. De no ser así se pierde buena parte de su magia.
Puntuación: 5,5/10.
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