Título original: Money Monster. Año: 2016. País: Estados
Unidos. Género: Intriga. Directora: Jodie Foster. Guionistas: Alan
DiFiore, Jim Kouf y Jamie Linden. Intérpretes:
George Clooney, Julia Roberts, Jack O’Connell, Dominic West, Caitriona Balfe,
Giancarlo Esposito, Christopher Denham, Emily Meade.
Jodie Foster, actriz ganadora del
Oscar por Acusados (The Accused) y El silencio de los Corderos (The
Silence of the Lambs), reúne, en su cuarto largometraje como directora, a dos
de los rostros más populares de la gran pantalla: George Clooney y Julia
Roberts. No es precisamente la primera vez que la pareja se reúne en pantalla,
ya lo habían hecho en Ocean’s Eleven
y su primera secuela e incluso en el debut como realizador de él, la muy
interesante Confesiones de una mente
peligrosa (Confessions of a Dangerous Mind), pero siempre es de agradecer
reencontrarse con ambos.
Él interpreta a un presentador de televisión presuntuoso e histriónico; ella a
la regidora que ha de poner orden a sus salidas de tono. El tercero en
discordia (y el que pone patas arriba toda la historia) es Kyle (Jack O’Donnell),
un joven que lo ha perdido todo tras una mala inversión (recomendada por el
personaje de Clooney) y que llega al plató dispuesto a impartir justicia (o eso
opina él).
Hay varias cosas en esta película que son dignas de estudio: lo que disfruta
Foster (centrándonos ahora en su carrera como directora) cambiando de género
(del drama sentimental de su debut a la película que nos ocupa va un trecho, y entre
medias nos ha “obsequiado” con comedias de todo tipo); su poder de convocatoria
(sin ella detrás del proyecto no se habrían sumado al mismo, por ejemplo, sus
protagonistas; no con un guión así, de eso no me cabe duda); el retorcido
sentido del humor de la actriz y realizadora o lo relativamente mal que le
sientan al bueno de Clooney los papeles de rufián. Pero es que los actores (a
excepción de O’Connell, el gran beneficiado de la función) poco pueden hacer
con el material que manejan. Money
Monster no termina de funcionar ni como thriller ni como sátira. El guión
acumula incongruencias y no da con el tono adecuado. La película, que se viene
a sumar a esa larga lista de largometrajes con escenarios reducidos, se acaba
pareciendo más a Última llamada (Phone
Booth) que a, por ejemplo, Enterrado
(Buried). Mal asunto.
Lo mejor: Que Foster haya logrado reunir de nuevo en pantalla a dos
de las estrellas más relevantes del séptimo arte de los últimos 20 años.
Lo peor: Un guión que reclama a gritos ser pulido.
Puntuación: 5/10.
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