Título original: Videodrome. Año:
1983. País: Canadá. Género: Terror, Ciencia-Ficción. Director: David
Cronenberg. Guionista: David
Cronenberg. Intérpretes: James Woods, Deborah Harry, Jack Creley, Sonja
Smith, Peter Dvorsky, Les Carlson, Lynne Gorman, Julie Khaner.
Si sumamos el poder visual del
cine gore (y/o cine de casquería) con la atrayente paranoia de los textos/libretos
de David Lynch el resultado sería, seguramente, un trabajo filmado por David
Cronenberg. Un trabajo como, por ejemplo, Videodrome.
En Videodrome James Woods interpreta al propietario de un canal de
televisión en cuya programación predomina el sexo y la violencia. Un (¿buen?)
día se topa con un vídeo de violencia extrema que le atrapa desde su primer
visionado, su nombre: Vidreodrome. A
partir de ese momento su vida tomará un nuevo rumbo en el que la locura y la
violencia controlan sus actos. A Woods lo acompañan, entre otros, Deborah
Harry, actriz ocasional, vista por ejemplo en la maravillosa Mi vida sin mí de Isabel Coixet, y
líder y vocalista de Blondie, grupo imprescindible
para entender el pop/rock de los 70.
Después de ver la película me surgen mil y una dudas sobre las intenciones de Cronenberg (él mismo declaró que la idea para esta historia le llegó al recordar su afición por sintonizar, de madrugada, canales que no se veían bien y cómo ello disparaba su imaginación) para con el espectador. Es obvio que trata de realizar una crítica (feroz) sobre el poder que la televisión ejerce sobre sus televidentes (sólo habría que cambiar el sexo y la violencia de Videodrome por las miserias personales y las humillaciones públicas que nos ofrecen los distintos canales; unos más que otros), aunque quedarnos sólo con ese mensaje supone simplificar demasiado (y de manera injusta) la película. El ambiente malsano, las escenas escabrosas, el tono paranoide y las retorcidas situaciones son lo que al final perdura en la memoria. La labor de Woods y la icónica presencia de Harry la elevan a película de culto (rango que logró tras su fallido paso por las carteleras, costó unos 6 millones de dólares de los que sólo recuperó una tercera parte en Estados Unidos, fruto de un excesivo recorte de metraje auspiciado por la distribuidora y que la hacía demasiado ininteligible). ¡Larga vida a la nueva carne!
Lo mejor: Su poder visual y su mensaje.
Lo peor: Su mezcla de géneros y sus escenas de alto voltaje pueden
alejar a gran parte de su público.
Puntuación: 7/10.
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