jueves, 28 de diciembre de 2017

El curioso caso de Benjamin Button

Título original: The Curious Case of Benjamin Button. Año: 2008. País: Estados Unidos. Género: Fantasía, Romance, Drama. Director: David Fincher. Guionista: Eric Roth (adaptando el relato de Francis Scott Fitzgerald).  Intérpretes: Brad Pitt, Cate Blanchett, Taraji P. Henson, Tilda Swinton, Jason Flemyng, Julia Ormond, Elias Koteas, Eric West, Jared Harris, Elle Fanning.

Grandilocuente historia de amor y muerte narrada a dos tiempos, pasado y presente, cuya trama gira alrededor de un romance imposible, el que protagonizan Benjamin, interpretado por Brad Pitt, sex symbol noventero y actor de dilatada carrera cuya filmografía incluye títulos tan reverenciados como El club de la lucha (The Fight Club), Doce monos (Twelve Monkeys), Malditos Bastardos (Inglourious Basterds) o Seven, y Daisy, a la que da vida Cate Blanchett, vista en trabajos tan dispares como la trilogía de El señor de los anillos (The Lord of the Rings), El aviador (The Aviator), por la que obtuvo su primer Oscar (categoría: actriz de reparto), Blue Jasmine, del no siempre infalible (aunque bastante acertado en esta ocasión) Woody Allen (y que le reportó su segundo Oscar; el correspondiente a mejor actriz principal), o la reciente Thor: Ragnarok


El curioso caso de Benjamin Button (ganadora, y sigo, cansino que es uno, con el tema premios, de tres Oscars, los correspondiente a mejor maquillaje, dirección artística y efectos visuales; y nominada a otros diez: película, director, actor principal, para Brad Pitt, actriz de reparto, para Taraji P. Henson, a quien más recientemente hemos podido ver en el papel de Cookie Lyon, una ex–convicta decidida a hacerse con el imperio que su marido ha creado mientras ella cumplía condena, en la popular serie Empire, guión adaptado, montaje, fotografía, vestuario, banda sonora y sonido) nos presenta a Daisy en su lecho de muerte y pidiéndole a su hija, Caroline, una Julia Ormond que, en los 90, se destapó como interés amoroso de Pitt en la película que, con permiso de Thelma & Louise o Entrevista con el vampiro (Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles), lo puso en el candelero, Leyendas de pasión (Legends of the Fall), que lea un viejo diario escrito por Benjamin, un hombre que (he aquí el quid de la cuestión) nació con el aspecto de un anciano y fue rejuveneciendo con el paso de los años. Es decir: se hacía más joven conforme los demás envejecían. En tan peculiar historia, adaptación de un relato corto de Francis Scott Fitzgerald, considerado uno de los mejores autores estadounidense del siglo XX, y miembro de la Generación Perdida de los años 20, radica (buena) parte del encanto de este largometraje.


Habrá quien piense que (David) Fincher, director de las ya nombradas Seven y El club de la lucha, firma/filma una película (¡ésta!) de amor clásica con ribetes fantásticos, pero no es así en absoluto, ya que, aunque el romance entre Benjamin y Daisy se presente como el eje central de la misma, lo cierto es que sería más correcto indicar que este trabajo versa sobre la muerte; tema, este sí, muy presente (para comprenderlo mejor habría que contar, por ejemplo, que el protagonista crece en una residencia para ancianos; lo que nos lleva a presenciar, y también a un imberbe Benjamin, el terrible devenir que nos espera a todos) a lo largo de sus más de dos horas de duración. Duración que, a pesar de parecer excesiva, está más que justificada. A su favor también cuenta con un magnífico acabado (atención a esa fotografía en la que predominan los colores tierra o a su bella banda sonora) y con unos actores encantados con el trabajo encomendado (y eso se nota y traspasa la pantalla). Lástima que Fincher no sepa sacar todo el partido a las escenas más dramáticas (aunque habría que reconocerle que tampoco se regocije de manera falsamente lacrimógena en las mismas) o que el guión guarde ciertas similitudes formales con el de Forrest Gump (película que encuentro un tanto sobrevalorada y cuyo libreto también fue escrito por Eric Roth, guionista de esta película). Que mantenga tanto las distancias (con respecto a nosotros, los espectadores) me produce cierto rechazo, pero sus cualidades son tantas, y tan obvias, que resulta imposible (por muy difícil que a veces nos lo pongan) no implicarse en la intensa vida de Benjamin y en su complicada historia de amor.

Lo mejor: El guión (a pesar de todo), su introducción (un micro-cuento, tan efectivo como mágico, protagonizado por un relojero, Elias Koteas (Crash), que pierde a su hijo, Jacob Wood, en la guerra y fabrica un reloj cuyas manillas van a la contra) y su (muy) cumplidor plantel de actores (en especial los secundarios; destacando Taraji P. Henson, aunque sólo sea porque tiene a su disposición el más agradecido de los personajes, el de la sufrida madre adoptiva de nuestro protagonista; eso sí, la actriz se quejaba, en sus muy tempranas memorias, del sueldo percibido por su participación, “menos del 2% de lo que cobró Pitt”, así como de haber tenido que pagar su estancia en un hotel de Nueva Orleans durante los 3 meses que duró el rodaje; aceptó porque, tal y como también afirmaba en dicho libro, no abundan, en el séptimo arte, los papeles con enjundia para mujeres negras).

Lo peor: La frialdad generalizada que impregna todo el relato. También un doblaje un tanto horrendous.

Puntuación: 7/10.

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