Título original: Death Note. Año: 2017. País: Estados Unidos. Género: Intriga, Fantasía. Director: Adam Wingard. Guionistas:
Charley Parlapanides, Vlas Parlapanides y Jeremy Slater (adaptando el manga
de Tsugumi Ôba y Takeshi Obata). Intérpretes: Nat Wolff, Margaret Qualley, Willem
Dafoe (sólo voz), Shea Whigham, Keith Stanfield, Jason Liles, Paul Nakauchi,
Jack Ettlinger, Chris Britton.
No sólo de series (y de ser una suerte de semi-videoclub
online) vive Netflix. También
completa su (al menos por estos lares, y siempre bajo mi óptica, un tanto
irregular) catálogo con películas de producción propia. Películas que no han
estado exentas de polémica, ya no tanto por su calidad (ciertamente dudosa, al
menos en las que he tenido ocasión de visionar; aunque, en su defensa, he de
confesar que no han sido muchas y que buena parte de ellas tenían como
protagonista al insufrible Adam Sandler), sino por otras causas ajenas, como
por ejemplo el hecho de que algunos cineastas (entre ellos nuestro Pedro
Almodóvar) se hayan posicionado en contra de que éstas compitan en festivales. El
realizador señalaba: “Las nuevas plataformas deben asumir y aceptar las reglas
del juego ya existente, lo que implica respetar las actuales ventanas de los
distintos formatos de exhibición, así como las obligaciones de inversión que
actualmente rigen en Europa. Sería una enorme paradoja que la Palma de Oro (el
principal galardón otorgado en Cannes), o una película que reciba cualquier
otro premio, no se pudiera ver en una gran pantalla”. Will Smith, protagonista
de una de las más exitosas películas de Netflix,
Bright, y jurado, junto a Almodóvar,
en la edición de 2017 del susodicho Festival de Cannes, mostraba una postura
radicalmente opuesta a la expuesta por el cineasta manchego.
Pero me estoy yendo por los cerros de Úbeda y toca centrarse en Death Note y dejar dichas polémicas a un lado. Empezaré explicando que Death Note, la película que nos ocupa, es la adaptación, a imagen real y con producción americana, del popular manga (publicado de 2003 a 2006) guionizado por Tsugumi Ôba y dibujado por Takeshi Obata, y nos relata cómo un atribulado joven, Light Turner (Light Yagami en el manga), interpretado aquí por Nat Wolff (liderando un reparto correcto pero antipatiquísimo), se topa con un cuaderno que le otorga la posibilidad de matar a quien quiera, simplemente tiene que escribir el nombre de dicha persona, y la forma (y no, no se escatima en muertes truculentas), en él. El material original jugaba mucho con las cargas morales que acompañan a las acciones que acomete nuestro protagonista, cosa que, en esta adaptación, y es uno de los puntos que más ha molestado a los fans, han sorteado de malas maneras, sin hacer demasiado hincapié (desde luego no el necesario) en ellas. No es el único cambio que sufre esta adaptación, cuya trama, y personajes, han sido modificados con el fin de reducir la historia a la duración de un simple film convencional. El resto de personajes (aprovechando que ya los he nombrado) que pueblan la película son: Mia (Margaret Qualley, hija de Justin Theroux en la serie The Leftovers), la altiva (y un tanto pendenciera) compañera de colegio, e interés amoroso, de Light; el padre de éste (un policía al que da vida Shea Whigham); un extraño tipo, conocido simplemente como L (Lakeuth Stanfield), encargado de dar caza a aquel que anda detrás de la más reciente, y misteriosa, oleada de crímenes (es decir, de Light) y una suerte de monstruo bizarrísimo, un shinigami (una especie de Dios de la muerte), que se encarga de ir entregando el libro que da origen a la historia y que aquí (bueno, en la versión original) cuenta con la voz de Willem Dafoe. Adam Wingard (solvente realizador con talento a la hora de trabajar las escenas de acción), especialista en el cine de género, y con una filmografía que incluye títulos tan recomendables como Tú eres el siguiente (You’re Next), es el director de este (poco afortunado) largometraje.
Pensaba que,
estando Netflix detrás, y teniendo
en cuenta las buenas series que nos está ofreciendo, esta adaptación de Death Note podría estar bien. Medios,
además, seguro que no faltaban (o eso creía) y las primeras imágenes que mostraban
a Ryuk, el shinigami, (me) ofrecían algo
de esperanza. Esperanza que se desvaneció cuando florecieron las primeras (y
duras) críticas. Tras haberla visto, y si ser yo fan de la obra original
(recuerdo haberme acercado a ella cuando se empezó a publicar, y debido al
revuelo que en su día levantó, pero nunca me llegó a enganchar lo suficiente),
diré que estamos ante un trabajo decididamente fallido. Su mayor problema, a mi
entender, radica más en cómo simplifica todo el tema ético y menos en sus
múltiples licencias (la mayoría necesarias, por mucho que personajes como L
parezcan estar un tanto fuera de lugar; sobre todo a raíz del tono empleado por
Wingard). Entiendo que los fans se sientan estafados, pero deberían tener en cuenta
que podría haber sido muchísimo peor. A la terrible Dragonball
Evolution (Dragonball: Evolution) me remito.
Lo mejor: El tramo final.
Lo peor: Es una adaptación
atropellada que apenas tiene en cuenta aquello que hizo tan popular al manga
original.
Puntuación: 4/10.
Puntuación: 4/10.
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