Título original: A
Beautiful Mind. Año: 2001. País: Estados Unidos.
Género: Drama. Director: Ron Howard. Guionista:
Akiva Goldsman (adaptando el libro de Sylvia Nasar). Intérpretes:
Russell Crowe, Jennifer Connelly, Ed Harris, Paul Bettany, Adam
Goldberg, Christopher Plummer, Judd Hirsch, Josh Lucas.
Russell Crowe y Jennifer
Connelly, dos de mis actores favoritos, son los protagonistas de este
biopic que firma el correcto Ron Howard (cuya peculiar filmografía
se compone tanto de anodinos subproductos comerciales como de
blockbusters de lo más estimables e incluso cintas veneradas
por su carácter nostálgicamente ochentero/noventero; realmente
estamos hablando de un director cumplidor al que, eso sí, no consigo
verle una impronta relevante) como de trabajos mucho más adultos e
interesantes, como éste) y que nos narra la obra y milagros (tenía
una prodigiosa habilidad para descifrar códigos; por ello fue
reclutado por el departamento de defensa, para ayudar a los Estados
Unidos durante la Guerra Fría) del matemático John Forbes Nash
(Russell Crowe), quien tuvo que lidiar con una terrible enfermedad:
la esquizofrenia.
Lo que me impulsó a ver esta película fue,
obviamente, la participación de Crowe y Connelly. El primero me
parece uno de los mejores actores de su generación, capaz de dar
vida tanto a héroes de acción (Gladiator, Robin
Hood…) como a personas con mil y un problemas
físicos y/o mentales (véase la película que nos ocupa), mientras
que ella era, hasta que le llegó el reconocimiento con este papel,
una de las actrices más injustamente infravaloradas de Hollywood. En
Una mente maravillosa ambos están tan espléndidos (vale, sí,
es cierto que tiene a su disposición, sobre todo él, papeles para
su propio lucimiento) como acostumbran. Él fue nominado al Oscar, en
la categoría de mejor actriz protagonista; ella lo ganó, como
mejor actriz de reparto.
Pero la película también cuenta con
otros valores, como por ejemplo la sobria dirección de Howard, por
mucho que siga pensando que su mayor logro como director (por mucho
que esta película sea, en conjunto, superior) lo encontramos en El
desafío: Frost contra Nixon (Frost/Nixon), o un acabado notable
(a pesar del terrible trabajo de maquillaje durante el último acto;
sí, también me chirría ver a los principales implicados haciendo
de jovenzuelos). Una mente maravillosa es una de esas
producciones grandes (se rumorea que el presupuesto de esta cinta
superó los 60 millones de dólares, viene firmada/filmada por un
director de lo más hollywoodiense y protagonizada por un actor muy
conocido y reconocido) destinadas a agradar a crítica y público; de
las destinadas a acaparar premios (no en festivales; sí en distintas
galas estadounidenses). Y vaya si lo logró, ya que además del Oscar
a mejora actriz de reparto se hizo con los correspondientes a
película, director y guión adaptado. Si bien, este último podría
ser el más discutible, ya que el guión de Goldsman, quien lo mismo
te escribe este libreto como el de la terrible película de Batman
protagonizada por el bueno de Clooney, se salta a la torera ciertos
pasajes (de manera deliberada, no me cabe duda) en la vida de John
Forbes Nash (su bisexualidad, sin ir más lejos; su carácter, por lo
visto, también se vio ferviente, y decididamente, suavizado) que
pudiesen molestar a los miembros más carcas de la academia.
Lo mejor: Que
mi adorada Connelly fuese, por fin, reconocida con, entre otros
premios (el Bafta, el Globo de Oro...), el Oscar.
Lo peor: Que el
guión se salte a la torera detalles importantes de la vida del
protagonista y, sobre todo, que este milimétricamente trabajada para
acaparar Oscars y no crear urticaria alguna.
Puntuación: 8/10.
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