sábado, 25 de diciembre de 2021

Una mente maravillosa

Título original: A Beautiful Mind. Año: 2001. País: Estados Unidos. Género: Drama. Director: Ron Howard. Guionista: Akiva Goldsman (adaptando el libro de Sylvia Nasar). Intérpretes: Russell Crowe, Jennifer Connelly, Ed Harris, Paul Bettany, Adam Goldberg, Christopher Plummer, Judd Hirsch, Josh Lucas. 
 
Russell Crowe y Jennifer Connelly, dos de mis actores favoritos, son los protagonistas de este biopic que firma el correcto Ron Howard (cuya peculiar filmografía se compone tanto de anodinos subproductos comerciales como de blockbusters de lo más estimables e incluso cintas veneradas por su carácter nostálgicamente ochentero/noventero; realmente estamos hablando de un director cumplidor al que, eso sí, no consigo verle una impronta relevante) como de trabajos mucho más adultos e interesantes, como éste) y que nos narra la obra y milagros (tenía una prodigiosa habilidad para descifrar códigos; por ello fue reclutado por el departamento de defensa, para ayudar a los Estados Unidos durante la Guerra Fría) del matemático John Forbes Nash (Russell Crowe), quien tuvo que lidiar con una terrible enfermedad: la esquizofrenia.
 
 
Lo que me impulsó a ver esta película fue, obviamente, la participación de Crowe y Connelly. El primero me parece uno de los mejores actores de su generación, capaz de dar vida tanto a héroes de acción (Gladiator, Robin Hood…) como a personas con mil y un problemas físicos y/o mentales (véase la película que nos ocupa), mientras que ella era, hasta que le llegó el reconocimiento con este papel, una de las actrices más injustamente infravaloradas de Hollywood. En Una mente maravillosa ambos están tan espléndidos (vale, sí, es cierto que tiene a su disposición, sobre todo él, papeles para su propio lucimiento) como acostumbran. Él fue nominado al Oscar, en la categoría de mejor actriz protagonista; ella lo ganó, como mejor actriz de reparto.
 
 
Pero la película también cuenta con otros valores, como por ejemplo la sobria dirección de Howard, por mucho que siga pensando que su mayor logro como director (por mucho que esta película sea, en conjunto, superior) lo encontramos en El desafío: Frost contra Nixon (Frost/Nixon), o un acabado notable (a pesar del terrible trabajo de maquillaje durante el último acto; sí, también me chirría ver a los principales implicados haciendo de jovenzuelos). Una mente maravillosa es una de esas producciones grandes (se rumorea que el presupuesto de esta cinta superó los 60 millones de dólares, viene firmada/filmada por un director de lo más hollywoodiense y protagonizada por un actor muy conocido y reconocido) destinadas a agradar a crítica y público; de las destinadas a acaparar premios (no en festivales; sí en distintas galas estadounidenses). Y vaya si lo logró, ya que además del Oscar a mejora actriz de reparto se hizo con los correspondientes a película, director y guión adaptado. Si bien, este último podría ser el más discutible, ya que el guión de Goldsman, quien lo mismo te escribe este libreto como el de la terrible película de Batman protagonizada por el bueno de Clooney, se salta a la torera ciertos pasajes (de manera deliberada, no me cabe duda) en la vida de John Forbes Nash (su bisexualidad, sin ir más lejos; su carácter, por lo visto, también se vio ferviente, y decididamente, suavizado) que pudiesen molestar a los miembros más carcas de la academia. 
 
Lo mejor: Que mi adorada Connelly fuese, por fin, reconocida con, entre otros premios (el Bafta, el Globo de Oro...), el Oscar. 
 
Lo peor: Que el guión se salte a la torera detalles importantes de la vida del protagonista y, sobre todo, que este milimétricamente trabajada para acaparar Oscars y no crear urticaria alguna.

Puntuación: 8/10.

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